El tiempo que nos roban
Los cronfagos. La era de los transportes devoradores de tiempo (Itaca, 2021), es la edicin en espaol del libro de Jean Robert (1937-2020) publicado originalmente por ditions du Seuil en 1980. Puerta de entrada a la lgica del transporte motorizado, el volumen rejuvenece con los aos en cuanto crtica radical de las polticas urbanas. Con el argumento de la contraproductividad de Ivn Illich, el arquitecto suizo, su discpulo, borda un fino anlisis de la desigualdad social y de la (ir)racionalidad del capitalismo contemporneo.El mundo fabril haba separado al trabajador del espacio fsico y las condiciones elementales para reproducir su existencia, obligndolo a migrar del campo a la ciudad y desplazarse de la casa al lugar de empleo para conseguir el sustento de l y los suyos, mientras que el reloj regul la disciplina industrial y marc la frontera entre el tiempo pagado por el patrn y el del trabajador, entre la faena diaria y el tiempo libre. Las jornadas laborales eran largas (16, 12, 10, hasta reducirse a 8 horas tras intensas luchas) y el descanso nicamente los domingos y los das feriados. El tiempo adquiri un valor monetario: no haba de malgastarse. Los tiempos muertos ?la disrupcin de la cadena fordista de produccin en Tiempos modernos, de Chaplin? eran indeseables por improductivos.Estos tiempos muertos y su inequitativa distribucin social son la materia de Los cronfagos. La revolucin de los transportes a finales del siglo XIX, con la utilizacin de combustibles fsiles, desequilibr la velocidad a la que se transportaban las personas, hasta entonces bsicamente movidos por las energas humana y animal. La urbanizacin se desarroll en funcin de las demandas de locomocin de contingentes humanos cada vez ms distantes de sus centros de trabajo, condenados a ser ?migrantes cotidianos? o ?viajeros pendulares? que regularmente recorren el mismo trayecto de ida y vuelta. Ir ms deprisa fue el privilegio de los menos, para quienes nuestro espacio vital, mutilado por las autopistas urbanas, solo ?existe como distancia que se trata de anular?. La celeridad del desplazamiento de los ?capitalistas de la velocidad? oblig a los ?proletarios del transporte? a circular en vialidades lentas y saturadas, con lo que la velocidad media disminuy ostensiblemente, incluso por debajo del umbral alcanzado por las bicicletas. El costo humano de este desnivel ?incrementado por los peajes? es que el todo social tarda ms en desplazarse, emplea ms tiempo y ste se desvaloriza.La distribucin de esta minusvala es inequitativa. ?Para los asalariados ?dice Robert?, los traslados domicilio-trabajo sirven para realizar el valor de cambio de su fuerza de trabajo, que por ello mismo se abstienen de usar para s como valor de uso?. Ese tiempo muerto en el trnsito diario es a costa del descanso y recreo, del tiempo de vida, y su nica funcin es permitirles llegar ?a tiempo? al trabajo y recibir una paga. Bien visto, las horas de traslado, que suponen esfuerzo y cansancio, son una extensin implcita de la jornada laboral sin retribucin, un tiempo que no produce valor y es costeado ntegramente por el asalariado, al que cada vez le cuesta ms ganarse la vida (una variante del ?trabajo fantasma? conceptualizado por Illich). Con ello tambin se pierde ?la capacidad autnoma de los citadinos de utilizar su ciudad como un instrumento para producir valores no mercantiles como la diversidad, la paz, la seguridad y el acceso no violento entre humanos?.La renovada actualidad de Los cronfagos concierne tanto a la exploracin de una de las facetas palpables de la desigualdad social como a la discusin contempornea acerca de las estrategias de la izquierda para contender con el capitalismo global. En 2014 Nick Srnicek y Alex Williams, publicaron el Manifiesto por una poltica aceleracionista donde los jvenes intelectuales marxistas plantearon servirse de los portentosos logros tcnicos y materiales del capitalismo para, invirtiendo su racionalidad depredadora, crear una sociedad distinta y mejor. Estos instrumentos tecnolgicos incluso serviran para activar una poltica de izquierda. No era dando la vuelta al progreso material como se configurara sta, antes bien haba que utilizarlo en beneficio de las mayoras. Por tanto, indicaban, ?la izquierda tiene que aprovechar todos y cada uno de los avances cientficos que hace posible la sociedad capitalista? en lugar de poner por delante de la ?eficiencia estratgica? la ?autocomplacencia afectiva? que pugna por ?una variante del localismo neoprimitivista, como si para luchar contra la violencia abstracta del capital globalizado fuese suficiente la autenticidad frgil y efmera de la inmediatez comunal?. Empero, leyendo a Robert esta ?inmediatez comunal? no suena tan ingenua. Los cronfagos ofrecen buenas razones para replantear las condiciones del desarrollo tecnolgico y material, as como para someter a un control social su propulsin desbocada.AQ