Hace siete meses aterrizó en España. Salió apresuradamente de Colombia perseguido por un grupo militar y dejó atrás a parte de su familia, sus amigos, su «mundo», «todo». «Dejar atrás todo eso, lo que has construido, es muy difícil» , asegura este refugiado cuyo primer destino fue un pueblo de Ávila. «Yo me había informado y sabía que en las capitales todo era más costoso. Escuché hablar de la España despoblada y que allí la vivienda era más barata», indica. Así que hizo las maletas y junto a su esposa y sus tres hijos se embarcó en un avión que le llevara a un lugar más seguro para todos después de haber servido a su país durante más de dos décadas. «Vienes con mucho temor, mucha incertidumbre y muchas dudas y lo que nos hemos encontrado es una solidaridad impresionante» , reconoce. «Llegué con una sola chaqueta y a los quince días ya tenía cuatro», explica como ejemplo de la acogida que le brindaron. «Una solidaridad total y un agradecimiento infinito» , resume Diego en el Día Mundial del Refugiado. No conocía a nadie en España y a su hijo más pequeño tuvo que decirle que venían «de vacaciones» para más adelante exponerle su dura situación . El azar quiso poner en su camino un «ángel», una compatriota que residía en ese mismo pueblo abulense y que les «adoptó» prácticamente. Ese hada madrina les ayudó a alquilar una casa , a conseguir una cita para solicitar protección internacional y ponerse en contacto con Cruz Roja. «En deuda con España» «Fue entonces cuando nos cambió la vida», explica. Entraron en el sistema de protección de la organización humanitaria, de la que asegura que lleva escrito en «mayúsculas» las palabras «dignidad y humanidad» . Lo que ahora espera Diego, que ya se ha trasladado a la capital, es poder conseguir toda la documentación que le permita el acceso a un trabajo y que su futuro quede ligado a su nuevo destino. «Yo siempre les digo a mis hijos que tenemos una deuda física y moral con España. Tenemos que aportar, trabajar y ser útiles», indica este refugiado que aún hoy asegura que el escenario al que se enfrenta es «complicado». «La incertidumbre de no saber qué pasará, si nuestra situación se resolverá y nos podremos quedar. Ese es el día a día y ahí nos acompaña mucho Cruz Roja», asegura. Noticia Relacionada Día del Refugiado estandar Si Un 'ejercito de paz' lejos de las bombas Henar Díaz Cientos de profesionales y voluntarios de Castilla y León se afanan día a día en el apoyo a los refugiados ucranianos para que «normalicen» su vida. La enseñanza del español y la tramitación de documentos, entre sus tareas «No nos va a alcanzar la vida para agradecer», expresa, pero ya ha empezado hacerlo aportando su granito de arena como voluntario en la organización humanitaria. Castilla y León acoge a día de hoy a 4.100 refugiados , de los cuales más de 2.000 están atendidos casi a partes iguales por Accem y Cruz Roja, según ha explicado este martes la consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, Isabel Blanco, quien ha lanzado un mensaje a la sociedad para que «no olvide» a estas personas que huyen de conflictos o violencia cuando las crisis humanitarias pasan. «Hay que dar una respuesta todos los días del año» , ha concretado. "Recuperar la dignidad" Un mensaje en el que coincide la presidenta de Cruz Roja en Castilla y León, Rosa Urbón, quien ha destacado la acogida que la Comunidad brinda a los refugiados, personas que aportan «riqueza y diversidad» y a los que ayudan a «recuperar su dignidad y su vida». Desde la delegación del Gobierno han destacado en el Día del Refugiado que ya operan en la región dos centros de acogida para este colectivo en Peñafiel y Medina de Rioseco, ambas en la provincia de Valladolid, y que próximamente funcionarán otros tres en Villablino (León), Soria y la capital vallisoletana.
