Lo de Cabrales como síntoma
Entre las críticas más frecuentes a la situación política española figura la falta de idoneidad y competencia de no pocas de las personas designadas para cubrir puestos de responsabilidad en el gobierno y en los organismos del Estado. El criterio partidista o el amiguismo o la lealtad más disciplinada se imponen a las exigencias legales y morales de credenciales profesionales de los elegidos.
Los últimos nombramientos en el Constitucional o en organismos reguladores o en puestos de asesores o altos cargos ofrecen un mapa poco ejemplar y confirman la impresión de progresivo deterioro de la gestión pública que perciben los ciudadanos en cuanto necesitan comparecer ante la administración para trámites ordinarias desde la renovación del DNI a las citas en la Seguridad Social. Por un lado, una administración cada vez más exigente y activista y por otro más ineficaz.
El Banco de España, una de las entidades más sensibles entre otras razones por la vigilancia del Banco Central Europeo, había quedado al margen de esas crecientes irregularidades, la designación de consejeros se viene repitiendo en tiempo y forma sin retrasos y sin notoriedad o crítica. El turno que toca este mes empezó con señales negativas en el sentido de que el gobierno se inclinaba por decidir sin consultar, sin recabar propuestas de otras sensibilidades que sin ser preceptivas responden a usos y costumbres.
Finalmente hubo acuerdo y las dos personas propuestas cumplen los criterios de idoneidad y profesionalidad. Tanto la anterior jefe de gabinete de la vicepresidenta Calviño, funcionaria de carrera con trayectoria acreditada como el catedrático Antonio Cabrales con conocimientos y obra académica suficientes además de prestigio profesional.
Pero una neoinquisición sobre las opiniones y las amistades del profesor Cabrales han alentado criticas públicas que han llevado al elegido a rechazar la oferta para no generar más tensión, ruido y caza de brujas. Un gesto que servirá de aviso a cualquier profesional invitado al servicio público que se pensará dos veces aceptar cualquier oferta ya que será sometido a un escrutinio público insoportable a personas normales.
El profesor Cabrales ha preferido retirarse a la discreción académica sin someterse al fuego cruzado político partidista de inquisidores de bajo vuelo. Cabrales está en su derecho de renuncia como estaba en su derecho de mostrar simpatía por colegas profesionales que conoce bien. El caso Cabrales indica retroceso en el ejercicio de la libertad y en el respeto a las opiniones de los demás. El síntoma es decepcionante y recuerda las palabras de ortega. “no es esto, no es esto”.
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