Paises Bajos gana un partido de infarto

El Johan Cruyff Arena fue una fiesta de sustos, infartos y alegrías por ambos bandos. Los quince mil holandeses, felices por acudir al fútbol, parecieron cincuenta mil con sus cánticos, sus saltos, su ánimo, sus banderas y sus carteles de apoyo a Eriksen. «Stay strong Eriksen», decían las banderas naranjas. El empate visitante hizo sentir las vibraciones de los aficionados ucranianos. Y el tercer tanto local hizo explotar las tribunas.





La fuerza de los «orange» se impuso a la hora de juego, en un buen gol del capitán, Wijnaldum, que rompió la muralla ucraniana. Pocos segundos después, Weghorst anotó el segundo tanto local, muy polémico, protestado por los visitantes, que se quejaron de una falta y de un posible fuera de jugo en esa acción. El alemán Brych dio validez a la diana por orden del VAR. Pero el golazo de Yarmolenko por la escuadra despertó de nuevo el partido. Y el testarazo de Yaremchuk sorprendió a propios y a extraños. El empate dejó helado el estadio hasta que Dumfries cabeceó el tercer acierto local en un encuentro que no olvidará, pues fue protagonista en las dos dianas anteriores de Holanda, que se coloca a la par de Austria en el grupo C.


Fue un duelo de mitos en los banquillos. Shevchenko frente a Frank de Boer, que ya vivieron duelos como futbolistas. El ucraniano tuvo que recomponer su once muy pronto. Marlos sustituyó a Zubkov, lesionado, nada más empezar el encuentro. Bushchan, el guardameta ucraniano, salvó a los visitantes en tres buenas paradas, pero la diana de Wijnaldum dio paso a un hundimiento temporal de sus compañeros, que volvieron a fallar defensivamente en la segunda diana del equipo de los Países Bajos.


Ucrania no se rendía. El gran disparo de Yarmolenko dio alas a Ucrania, que empató la contienda con un cabezazo de Yaremchuk. Todo era increíble, de infarto. hasta que Dumfries levantó a los seguidores locales con un cabezazo que significó los tres puntos y la alegría después del gran susto.