Barcelona/Madrid, 2 oct (dpa) - El primer aniversario del referéndum ilegal soberanista que hizo estallar una crisis sin precedentes en Cataluña evidenció este lunes la encrucijada en la que se sitúan un año después el Gobierno de la región y su presidente, Quim Torra.El independentista se encuentra cercado entre los grupos separatistas más radicales, que le piden pasos contundentes hacia la creación de una república catalana, y el perfil pactista del Ejecutivo español del socialista Pedro Sánchez, que busca destensar la crisis."Es hora de que el ‘Govern‘ decida qué rumbo quiere tomar, si quiere seguir apoyando a la radicalidad o, por el contrario, sumarse a la vía abierta de diálogo del Gobierno de España", destacó hoy una de las ministras de Sánchez, la catalana Meritxell Batet.En las movilizaciones separatistas celebradas en lunes en la región del noreste de España, que derivaron en un intento frustrado de asalto al Parlamento regional, se escucharon pitidos y gritos de "dimisión" contra Torra y su responsable de Interior, Miguel Buch. La Policía catalana, que depende directamente del área de Buch, cargó contra los manifestantes para disolverlos, al igual que lo había hecho días antes en otras protestas independentistas, lo que llevó a los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR), grupos de separatistas radicales, a acusar a Torra y a Buch de "traidores".El gesto de apoyo del "president" catalán a los CDR, animándolos a "apretar", no sirvió este lunes para aplacar los ánimos de los radicales, pero sí hizo levantar la voz de alarma en el antiindependentismo, que consideraron el llamamiento intolerable."El señor Torra no puede ser cabecilla de los comandos independentistas y al mismo tiempo ser quien manda sobre los Mossos d‘Esquadra", dijo el líder del partido liberal Ciudadanos, Albert Rivera, citando a la Policía catalana.Un año después del referéndum del 1 de octubre (1-O), los sectores más activos del separatismo, con el partido antisistema CUP a la cabeza, presionan al "Govern" para que materialice el "sí" a la independencia que, según su versión, pidieron los catalanes en las urnas de plástico repartidas entonces por toda la región.El entorno del "president" es cercano a ese independentismo radical. Él mismo reconoció en una ocasión que uno de sus hijos votaba a la CUP y otra formaba parte de un CDR. Su postura el lunes fue duramente censurada por los partidos antiindependentistas y matizada por su propio Gobierno. "Una cosa es presionar y otra ser violento", dijo hoy su portavoz, Elsa Artadi.Incluso Carles Puigdemont, ex "president" catalán que propuso a Torra para sucederlo en el cargo, se distanció de la vía violenta del "procés" este lunes. "Si van encapuchados no son del 1-O. Si usan la violencia no son del 1-O. Lo hicimos a cara descubierta y de forma pacífica", expresó en la red social Twitter.El presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, esperó a hoy para reaccionar a las movilizaciones independentistas y para advertir a Torra de que "debe cumplir con sus obligaciones y no poner en riesgo la normalización política alentando a radicales al asedio de las instituciones que representan a todos los catalanes".La llegada de Sánchez al Ejecutivo central en junio implicó un giro drástico en la política del Gobierno central hacia Cataluña. Si el conservador Mariano Rajoy respondió a la crisis con un discurso inflexible y apostando por la ley y los tribunales, Sánchez adoptó una postura más pragmática, política y abierta.Sin negar la enorme gravedad que plantea el desafío soberanista, Sánchez reabrió canales de diálogo con el separatismo -comenzando por recibir en julio al presidente catalán, Quim Torra- y le lanzó diversos guiños, incluyendo lamentar la prisión preventiva de nueve líderes independentistas, una queja central del soberanismo.El hecho de que Torra y los independentistas mantengan su pulso y no respondan con otros gestos de distensión preocupa poco en Madrid: en rigor, la política de Sánchez apunta no tanto a apaciguar al "Govern" secesionista como a seducir a una parte de la sociedad catalana que se ha sentido abandonada o maltratada por el Gobierno español.En la oposición, sin embargo, fuerzas antiindependentistas como el conservador Partido Popular (PP) o el liberal Ciudadanos consideran que la postura de Sánchez da alas al independentismo y le reclaman gestos más contundentes contra el Gobierno de Torra."El primer aniversario del 1-O ha servido para acreditar que Cataluña permanece bajo el yugo de quienes no renuncian a desbordar el marco constitucional. La diferencia es que ahora el Gobierno de Pedro Sánchez se empeña en dilatar una estéril y temeraria política de apaciguamiento a cambio de mantenerse en el poder", expresó hoy en su editorial el diario "El Mundo", uno de los más leídos de España.# Información