Mañana es la mañana de Dios. Cuando recorre las calles de la ciudad entre la batalla del sevillano buscando la sombra y el sol conquistando la plata de Arfe; entre la espiga alzándose entre los racimos como la Giraldilla apuntando al cielo y el romero alfombrando la calzada para el discurrir de Su Divina Majestad. Entre balcones custodiados por cornucopias y altares para amasar el pan y el vino de la Última Cena. Es el amanecer de bullicio en torno a la Catedral, de hermandades en contienda con masa por estar, de procesión con principio y el verdadero fin, de sillas, de abanicos, de sombreros, de rodillas en el suelo, de patrones y santas, de santos y alfareras. Es la...
Ver Más