Científicos descubren que apareció un temible depredador que está ahuyentando a los grandes tiburones blancos de su hábitat
Durante años, los tiburones blancos dominaron las aguas de Gansbaai, en Sudáfrica, un área conocida por ser uno de los puntos de observación más importantes del mundo. Sin embargo, desde 2017, su presencia ha disminuido de forma alarmante. Nuevas investigaciones confirman que es debido al acecho de dos orcas que se especializaron en cazar tiburones.
La desaparición de estos grandes depredadores ha generado preocupación por los impactos ecológicos a largo plazo. Estudios recientes, por la bióloga marina Alison Towner del Dyer Island Conservation Trust, revelan cómo el comportamiento depredador de estas orcas ha transformado radicalmente el ecosistema marino costero.
Un depredador disminuye la presencia de tiburones
Los registros de avistamientos de tiburones blancos en Gansbaai mostraban, hasta hace poco, una actividad constante. Desde 2017, al menos nueve ejemplares han aparecido muertos en la costa, algunos sin hígado y otros también sin corazón. Estas mutilaciones específicas corresponden a ataques de orcas, animales que han demostrado un nivel de precisión quirúrgica en la extracción de órganos vitales.
Las responsables de estos ataques son dos orcas apodadas Port y Starboard, identificables por las curvaturas únicas en sus aletas dorsales. Ambas han sido observadas en múltiples ocasiones persiguiendo tiburones y consumiendo sus hígados, ricos en grasas y nutrientes. En un solo día, se les atribuye la matanza de hasta 17 tiburones de la especie Notorynchus cepedianus en la misma región.
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¿Cómo las orcas están ahuyentando a los tiburones?
Un estudio publicado en 2022, basado en datos de seguimiento por GPS, confirmó que los tiburones blancos abandonan inmediatamente sus zonas habituales tras un ataque de orca. La investigación siguió a 14 ejemplares marcados electrónicamente, los cuales no regresaron durante semanas o incluso meses después de detectarse la presencia de estos cetáceos depredadores.
“Lo que parece estar ocurriendo es una estrategia de evasión a gran escala”, explicó Alison Towner. “Cuanto más frecuentan las orcas estas áreas, más prolongada es la ausencia de tiburones blancos”. Esta respuesta se asemeja al comportamiento de evasión de los perros salvajes frente a los leones en el Serengeti, según comparaciones realizadas en el estudio.
Además, un análisis de 2020 en aguas cercanas a San Francisco ya había demostrado que los tiburones blancos abandonan automáticamente zonas de caza cuando una orca aparece, lo que refuerza la idea de que su presencia funciona como un potente elemento disuasivo.
Consecuencias en el equilibrio marino
La retirada de los tiburones blancos ha generado cambios visibles en la cadena trófica. En su ausencia, otras especies como el tiburón cobrizo (Carcharhinus brachyurus) han comenzado a ocupar ese nicho ecológico. Pero estos nuevos habitantes también son presa fácil para las orcas, que han demostrado habilidades refinadas para cazar tiburones grandes.
La reducción del número de tiburones blancos también ha tenido efectos indirectos. Con menos depredadores que regulen el comportamiento de los lobos marinos, estos ahora amenazan a especies vulnerables como el pingüino africano, en peligro crítico de extinción. “Aunque esto es solo una hipótesis por ahora, hay un límite a la presión que un ecosistema puede soportar”, afirmó Towner.
Las amenazas también provienen desde abajo en la cadena alimentaria. La sobreexplotación del abulón, un molusco que mantiene los bosques de algas, añade una presión adicional a este entorno marino interconectado.