Crítica de "Sé lo que hicisteis el último verano": nostalgia por el pescador de almas ★ 1/2
“La nostalgia está sobrevalorada”, afirma Julie, la ‘final girl’ de la primera versión de “Sé lo que hicisteis el último verano” en este ‘reboot’ que parece hecho por un algoritmo bajo en calorías. Jennifer Love Hewitt, que ahora encarna la voz de la sabiduría, da clases sobre el trauma y la culpa en la universidad, y es la (intermitente) guía espiritual para que lo que ocurrió en 1997 no se repita punto por coma en un ahora definido por otro asesinato silenciado en colectivo.
El problema no es tanto que la película sea consciente de su existencia como artefacto nostálgico -con las apariciones de Hewitt, Freddie Prinze, jr. y Sarah Michelle Gellar como escapularios pop- sino el modelo que repite, un todo a cien del slasher post-“Scream” que el guionista Kevin Williamson regurgitó con la vaga intención de resucitar el antiguo moralismo del género a partir de clásicos como “El tren del terror”, “Prom Night” o “San Valentín Sangriento”. Es decir, ya la película original se tomaba muy en serio, en su génesis, un ejercicio de nostalgia carpetovetónico, que ahora no sabe reciclarse en un metadiscurso acorde al cinismo de nuestros tiempos.
Parte de la gracia del filme es la personalidad del psicópata, modelada según un disfraz -un impermeable y un gorro de pescador, con el consabido garfio- que hay que desenmascarar. El personaje encarna la venganza contra los culpables que no quisieron hacerse responsables del delito que habían cometido, pero la película se preocupa tan poco de sus víctimas potenciales que los crímenes se suceden uno tras otro sin ninguna capacidad de crear tensión.
No hay apenas ideas de puesta en escena, no se aprovechan los escenarios -¡ese cementerio donde no pasa nada! ¡y esa sauna!- y se siembran pistas falsas para entretener a un espectador que ni siquiera puede disfrutar de la creatividad o de la brutalidad de las muertes, como ocurre en las películas de la saga de “Destino final” o en títulos como “Black Friday”, que, al menos, evisceran a sus cadáveres con más imaginación. Aquí, los asesinatos son tan planos e inanes como los planos aéreos que nos sitúan en Southport o los golpes de música que nos anuncian que el asesino está al acecho. Nunca un garfio había pinchado tan en hueso.
Lo mejor:
Ver cómo Freddie Prince, jr. y Jennifer Love Hewitt han envejecido muy dignamente.
Lo peor:
Seguro que es el típico ‘reboot’ que nadie necesitaba.