El oscuro pasado de irlanda sale a la luz: 800 bebés enterrados en la «cámara de los horrores»
El paso del tiempo ha dejado su marca en el rostro de Patrick Joseph Haverty. Pero a sus 74 años aún tiene nítidos los recuerdos de su infancia. No son especialmente felices. Tenía que llegar al colegio diez minutos más tarde y salir diez minutos antes que el resto de los niños porque no les permitían mezclarse. «Incluso, en el recreo, no nos permitían jugar con ellos; nos ponían aparte, acordonados. Eras basura de la calle», señala. Patrick era uno de los niños del hospicio de Tuam, donde habitaban los defenestrados, apestados de la sociedad, simplemente por nacer de madres solteras.
Dada la misoginia, moral y economía que impregnaban el debate público de la época en Irlanda a principios del siglo XX —cuando un embarazo extramatrimonial era de los más deshonroso que podía ocurrir en cualquier familia— las mujeres tenían pocas posibilidades.
Podía huir a Inglaterra, fingir que el recién nacido era de una hermana casada o ser enviada al temido hogar de Tuam, dirigido por una orden religiosa de origen francés llamada la Congregación de las Hermanas del Buen Socorro. Un año después de dar a luz, debían dejar el hogar, pero no les estaba permitido llevarse a sus bebés.
Patrick aseguraba a la BBC que el estigma le acompañó toda su vida, incluso después de llegar a otro hogar de acogida lleno de cariño o tras, años después, encontrar a su madre biológica, de la que lo separaron cuando tenía un año. Pero al menos él pudo sobrevivir.
La mayoría de los bebés fallecían debido a las penosas condiciones del centro. Pero sus cuerpos fueron enterrados clandestinamente marcados para el olvido. Hasta ahora, cuando un equipo de 18 arqueólogos, antropólogos y forenses ha comenzado las tareas de excavación en una antigua fosa séptica donde se llegaron a dejar apilados los cuerpos de 800 niños fallecidos entre 1925 y 1961.
La República de Irlanda, con apenas un siglo como nación soberana, vuelve a tener que hacer examen de conciencia y pedir perdón por un escándalo de la Iglesia católica que dominaba entonces las instituciones del naciente estado.
Catherine Corless, de 71 años, siempre intuyó que había algo tremendamente oscuro sobre el Hogar para Madres y Bebés de Santa María. Pero nadie le dio crédito. Tan sólo era una recepcionista de fábrica jubilada que, interesada por saber más los orígenes de su familia, se inscribió en un curso nocturno de historia local.
Cuando lo inició en 2005, pensó que sería algo «sencillo, sin mayores sorpresas». Pero terminó descubriendo lo que el ex primer ministro irlandés Enda Kenny ha denominado ahora como la «cámara de los horrores».
«Por razones que no puedo explicar», explica Corless en The Observer, aquel lugar le vino a su mente cuando la sociedad histórica local le pidió que contribuyera con un capítulo para su edición de 2012. «Desde el comienzo de mi investigación, obtener respuestas fue una lucha.» Solo después de que una diputada interviniera en mi nombre, el consejo del condado de Galway me permitió acceder a los archivos», relata.
La información que reunió fue inquietante. Un gran número de bebés y niños pequeños habían muerto antes del cierre del hogar en 1961, pero no existían registros de entierro. Cuando publicó su ensayo, tenía los registros de defunción de 200 bebés. Finalmente, descubrió que un total de 796 bebés y niños pequeños habían muerto en el hogar entre 1925 y 1961. Todos habían sido bautizados, pero la iglesia y las autoridades implicadas negaron tener conocimiento de sus muertes o entierros.
Las hermanas del Buen Socorro contrataron a una agencia de relaciones públicas que negó la existencia de una fosa común y afirmó que los huesos eran de la hambruna. La investigación de Corless fue ridiculizada públicamente. Pero ella no desistió.
En 2014 los medios irlandeses retomaron la historia y su descubrimiento llegó a los titulares de periódicos de todo el mundo. En 2016, una excavación inicial confirmó el hallazgo de «cantidades significativas de restos humanos» en el yacimiento de Tuam. En 2015, el gobierno irlandés inició una investigación sobre la mayoría de los grandes hogares para madres y bebés en Irlanda. Pero no fue hasta 2018 cuando se aprobó una ley que permitiera la exhumación y las pruebas forenses de los restos. Finalmente, esta semana han comenzado los trabajos de excavación que se espera se prolonguen durante dos años.
Los expertos han adelantado que es un trabajo complejo. El fémur de un bebé, el hueso más grande, es del tamaño de un dedo de un adulto. Los restos que puedan ser identificados serán entregados a familiares, y aquellos sobre los que no se pueda establecer identidad serán «sepultados con dignidad y respeto».
Las Hermanas del Buen Socorro han ofrecido una «profunda disculpa» por no haber «protegido la dignidad inherente» de las mujeres y niños que estuvieron bajo su cuidado y se muestran dispuestas a aportar 2,5 millones de euros para ayudar a financiar las excavaciones, pero el Gobierno irlandés ha dejado claro que esto no les eximirá de afrontar futuras indemnizaciones.
El hogar Tuam no es un caso aislado. Establecidas en los siglos XIX y XX, estas instituciones albergaban a mujeres y menores que quedaban embarazadas fuera del matrimonio. Cerca de 9.000 niños murieron en 18 de estos hogares que fueron investigados.
Las autoridades reconocen que el informe revela que existía una «cultura asfixiante, opresiva y brutalmente misógina» y que muestra un «capítulo oscuro, difícil y vergonzoso» de la historia irlandesa.