La tragedia humanitaria de Gaza
Es imprescindible plantear una serie de premisas inapelables antes de abordar el análisis de la guerra de Gaza y la tragedia humanitaria que hoy sufren los gazatíes. Es esencial que los errores del actual gobierno de Israel y las impactantes imágenes de la destrucción y la hambruna de Gaza no oculten ciertas realidades esenciales que podrían hacernos caer, otra vez, en los horrores del antisemitismo y la banalización del Holocausto.
1. Hay críticas legítimas a las políticas del gobierno de Israel, de sus dirigentes o de su primer ministro que antepone sus intereses personales y políticos a los de su Estado. Eso en el caso de Israel es especialmente grave.
2. Hay críticas que surgen del antisemitismo que vive agazapado entre los sectores más extremistas de nuestras sociedades (derecha extrema e izquierda radical o la otrora moderada y hoy radicalizada), esperando la oportunidad para lanzarse a mostrar su más sórdido rostro al amparo de la situación en Oriente Medio.
3. El análisis debe ser muy equilibrado, prudente y, dentro de lo humanamente posible, desapasionado.
4. No se puede poner al estado de Israel en el mismo nivel que una organización terrorista sanguinaria y barbárica, por graves que sean los errores del actual gobierno y dramáticas las consecuencias de sus decisiones. A Hamás le debemos exigir rendición y desarme inmediato, como ha hecho por cierto la Liga Árabe de manera unánime. El estado de Israel debe parar la guerra y poner fin a la tragedia humanitaria en Gaza, pero la exigencia a uno y otro es muy distinta desde el punto de vista moral. Confundir esto sería un gravísimo error.
5. El Estado de Israel nació de manera legítima y es plenamente legal ante el derecho internacional y no se debe cuestionar su legitimidad al amparo de la tragedia humanitaria de Gaza. Eso es, exactamente, lo que los enemigos del estado de Israel han estado cultivando con maquiavélica precisión y eficacia. La seguridad de 7 millones de judíos del Estado de Israel y de toda la comunidad judía global (mucho más pequeña y en consecuencia vulnerable de lo que imaginan, no llegan a los 16 millones globalmente) es un imperativo moral de la comunidad internacional.
6. Israel vive en guerra y con la constante amenaza de su aniquilación desde su nacimiento y eso en Europa y el resto del mundo no se alcanza a entender. Israel es un estado en permanente riesgo existencial.
Hechas estas imprescindibles precisiones que debemos tener presentes en todo momento, podemos proceder a analizar la trágica coyuntura actual:
La barbarie terrorista del 7-O
La guerra de Gaza empieza por el brutal y despiadado ataque de Hamás y Yihad Islámica con el terrible balance conocido de cerca de 1.300 asesinatos y el secuestro de 250 rehenes.
Conviene recordar que Hamás desea que esta situación se prolongue en el tiempo y que lo que menos le importan en el mundo son los gazatíes o el bienestar de todos los palestinos. Para una organización terrorista tan sanguinaria y sofisticada como esta, la población civil es carne de cañón, escudos humanos, mercancía de trueque y rehenes de sanguinario poder. Gaza vive bajo el terror de Hamás desde 2007, los gazatíes son la primera y principal víctima de Hamás, no sus cómplices.
La situación jurídica y política
El horizonte político y judicial del primer ministro Netanyahu es extraordinariamente complicado, y el final de la guerra supondría, muy probablemente, el final de su gobierno de coalición, nuevas elecciones y un cambio de gobierno, justamente lo que Netanyahu quiere evitar o retrasar a cualquier precio, aunque sea prolongando inmoralmente la guerra que empezó con total y plena justificación y legitimidad.
Las fracturas han sido explícitas. La salida de Benny Gantz del gabinete de guerra en junio de 2024, invocando la falta de un plan para «el día después», marcó un punto de inflexión. La dependencia del núcleo ultranacionalista no ha hecho más que bloquear aun más la posibilidad de una salida a la crisis.
La contestación social en Israel
La movilización ciudadana ha sido sostenida y masiva: concentraciones semanales, huelgas y bloqueos, con el Foro de Familias de Rehenes como epicentro moral. Las pancartas «Deal Now» y «Bring Them Home» reflejan una exigencia transversal: un acuerdo que permita salvar la vida de los secuestrados y torturados y un final responsable de la guerra.
La situación humanitaria de la población civil de Gaza choca frontalmente con las conciencias de la mayoría de los israelíes, de la comunidad judía global que lo han manifestado de manera apasionada en declaraciones e intervenciones ante los medios de comunicación como Mandy Patinkin (la estrella de Homeland) o la actriz judía británica Miriam Margolyes (estrella en Harry Potter) llegando a decir que la prolongación de la guerra es inmoral y que las muertes de civiles y la tragedia humanitaria y la hambruna son inaceptables. Patinkin urgió además al gobierno israelí a parar de inmediato la guerra en la Franja de Gaza pues estaban poniendo en riesgo a todos los judíos del mundo.
La devastación de Gaza
El nivel de destrucción material y colapso humanitario en Gaza no tiene precedentes recientes en la región y seguramente en conflictos desde el final de la segunda guerra mundial. El 95% de los edificios de la Franja ha sido destruido. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU estimó que alrededor del 70% de las estructuras estaban dañadas o destruidas a inicios del mes de abril de 2025, y el 94% de los hospitales habían sufrido daños o destrucción cuando la OMS lanzó su alarma en mayo de 2025.
Ataques contra hospitales
Un informe temático de la Oficina del Alto Comisionado (OHCHR) documentó ataques contra al menos 27 de los 38 hospitales entre los meses de octubre de 2023 y junio de 2024. La ONG Physicians for Human Rights–Israel (PHRI) ha descrito además el patrón como una aniquilación del sistema de salud dejando en una situación desastrosa la asistencia sanitaria para 2,2 millones de gazatíes.
En agosto de 2025, más de 550 ex altos responsables de seguridad israelíes—incluidos exjefes del Mossad y del Shin Bet—firmaron una carta pública pidiendo a Washington que forzara el fin de la guerra y la liberación de rehenes, advirtiendo del daño estratégico continuado al Estado de Israel, su futuro y su reputación. El mensaje es inequívoco: criticar al gobierno actual no es ser antiisraelí; lo contrario. Persistir en una estrategia sin horizonte político erosiona la seguridad de Israel y agrava la vulnerabilidad de comunidades judías globalmente, y es combustible para nuevas oleadas de antisemitismo.
El «día después» que no llega
Es dramático que el actual gobierno de Israel carezca completamente de estrategia para la posguerra. Sería imprescindible dar urgente respuesta a lo siguiente:
Duración de la ocupación:
En agosto de 2025, el gabinete de seguridad aprobó tomar el control de la ciudad de Gaza y el primer ministro habló de «control militar total» del territorio sin plan de gobernanza estable. ¿Temporal hasta cuándo? ¿Con qué estrategia de salida?
Garantías de seguridad tras la retirada:
¿Quién asegura fronteras, túneles, armas y orden público? En debates israelíes e internacionales se barajan fuerzas multinacionales o mecanismos árabes o internacionales de estabilización, pero no hay acuerdo ni mandato definido.
Autoridad civil:
Washington ha planteado revigorizar una Autoridad Nacional Palestina (ANP) reformada; Netanyahu lo rechaza. Países árabes discuten fórmulas transitorias y un fondo de reconstrucción de hasta 20.000 millones de dólares, condicionado a una vía política creíble.
Reconstrucción:
Estimaciones del Banco Mundial y la ONU sitúan las necesidades de recuperación en torno a 53.000 millones de dólares en 10 años, con 20.000 millones en los tres primeros. La destrucción total de cerca del 80% del parque edificado y el derrumbe del tejido productivo exigen un plan Marshall realista y con estrictos controles para evitar la corrupción o la desviación de fondos.
Rearme de Hamás y Yihad Islámica:
Sin control de fronteras y monopolio legítimo de la fuerza, Gaza volverá a ser engullida por la guerra y el terrorismo de Hamás. Sin una solución de dos Estados no habrá paz sostenible.
Conclusiones
1. Responsabilidad moral y jurídica dual: el punto de partida es el terror del 7-O, crimen de guerra y de lesa humanidad por parte de Hamás y Yihad Islámica con apoyo de Irán y Hizbollah.
2. El objetivo de la guerra no puede ser la aniquilación funcional de Gaza ni el castigo colectivo a 2,2 millones de personas.
3. Israel necesita una estrategia política, no solo superioridad táctica: ocupar más territorio sin hoja de ruta de salida erosiona la disuasión, drena la legitimidad, divide a los aliados y profundiza el trauma de su propia sociedad.
Criticar con rigor al actual gobierno de Israel (el Gobierno de Israel o su primer ministro no son Israel) por su conducción de la guerra, el desastre humanitario, la muerte de civiles inocentes, la hambruna (el presidente Trump dijo que la hambruna no se puede fingir y que lo que se veía en Gaza era una tragedia)... Si se han producido violaciones de los derechos humanos se debe investigar y llevar a los responsables ante la Justicia Israelí.
Denunciar el horror de Gaza y el sufrimiento de la población civil no es ser «antiisraelí» ni, menos aún, antisemita. Lo contrario sería hacerle muy flaco favor al Estado de Israel, una democracia con separación de poderes, aunque algunas reformas de Benjamin Netanyahu quieran mermar la independencia judicial. El único camino que no conduce a otra guerra es el que combina justicia, seguridad y política. En ese orden.