Entre Marte y Júpiter orbita el asteroide 46610 Bésixdouze, la versión real del mítico B-612 de El Principito de Saint-Exupéry
Homenaje - El hallazgo de este asteroide tuvo lugar el 15 de octubre de 1993 gracias a los astrónomos aficionados japoneses Kin Endate y Kazuro Watanabe, que observaron un débil destello en movimiento desde el Observatorio de Kitami en Hokkaidō
El cheli, la jerga madrileña que resucita gracias a 'El Principito'
El pequeño príncipe creado por Antoine de Saint-Exupéry habitaba un lugar diminuto, un asteroide bautizado como B-612 que se convirtió en uno de los rincones más recordados de la literatura. Allí el Principito convivía con sus tres volcanes, cuidaba a su rosa y observaba el universo desde la simplicidad de un hogar rocoso que apenas podía sostener su cuerpo y sus preguntas.
Ese espacio reducido adquirió la fuerza de un universo propio porque representaba la medida exacta de lo esencial frente a lo inmenso. Ese mismo número, B-612, acabaría muchos años después vinculado a un asteroide real descubierto en el cinturón principal, el 46610 Bésixdouze.
Un asteroide real descubierto en 1993 llevó el mismo nombre que el del cuento infantil
El hallazgo de ese objeto celeste llegó el 15 de octubre de 1993 cuando los astrónomos aficionados Kin Endate y Kazuro Watanabe detectaron un punto móvil en el firmamento gracias al Observatorio de Kitami en Hokkaidō. El cuerpo fue catalogado provisionalmente como 1993 TQ1 y pronto se confirmó su condición de nuevo asteroide. Aquel descubrimiento cerraba un episodio abierto en 1986, cuando una imagen tomada en el Observatorio de Crimea–Nauchnij ya lo había registrado bajo la referencia 1986 RU7 sin que quedara validado en ese momento.
La designación definitiva se demoró casi una década. La Unión Astronómica Internacional aprobó en 2002 el nombre 46610 Bésixdouze tras la propuesta de F. Hemery y Jiří Grygar. El motivo residía en un juego numérico con el sistema hexadecimal: 46610 se convierte en B612, que en francés se pronuncia de forma similar a Bésixdouze. Ese detalle unió de un cuerpo real del cinturón de asteroides con el mundo literario de Saint-Exupéry.
Los cálculos orbitales mostraron que se trataba de un asteroide de fondo, sin relación con familias conocidas. Gira alrededor del Sol en una trayectoria comprendida entre 1,9 y 2,7 unidades astronómicas y completa el recorrido en 1249 días, poco más de 3 años. Su órbita presenta una inclinación de 2 grados y una excentricidad de 0,18 que la hace ligeramente alargada. Estos parámetros lo sitúan firmemente en la región interior del cinturón, sin aproximaciones peligrosas hacia la Tierra.
Los cálculos orbitales confirmaron que se trataba de un asteroide independiente y estable
La misión NEOWISE de la NASA permitió estimar su tamaño y composición. Con un diámetro cercano a 2,064 kilómetros y un albedo de 0,262, refleja algo más de una cuarta parte de la luz solar que recibe. Esa reflectancia lo aproxima a los asteroides silíceos de tipo S, ricos en materiales rocosos. Su magnitud lo coloca entre los objetos de tamaño medio del cinturón, similares a una montaña flotando en el vacío interplanetario.
Sin embargo, persisten incógnitas sobre su naturaleza. No se ha determinado todavía su periodo de rotación ni se conoce con exactitud su forma, ya que no se ha conseguido elaborar una curva de luz completa que lo muestre. La ausencia de esa información deja en suspense aspectos esenciales de su dinámica, aunque los datos acumulados hasta 2023 con 1814 observaciones garantizan la solidez de su órbita.
La comparación con el asteroide literario resulta inevitable. El Principito cuidaba de un mundo con volcanes activos y una flor única, mientras que Bésixdouze carece de atmósfera y ofrece una superficie árida. Ese contraste convierte al asteroide real en un terreno desolado aunque con un guiño poético gracias a su nombre. La publicación oficial del Minor Planet Center en noviembre de 2002 recogía esa intención de tributo cuando afirmaba: “El número decimal 46610 se traduce al hexadecimal B612, la designación del planeta menor ficticio en la novela de 1943 El Principito de Saint-Exupéry”.
Su trayectoria estable y lejana lo mantiene alejado de nuestro planeta. La órbita más cercana a la de la Tierra queda a 0,86 unidades astronómicas, lo que garantiza una separación amplia y sin riesgo de encuentros próximos. De hecho, las simulaciones realizadas por el CNEOS de la NASA no muestran acercamientos previstos en los próximos siglos, lo que lo excluye de los objetos potencialmente peligrosos.
En este cruce entre ciencia y literatura, Bésixdouze recuerda cómo un juego de cifras puede unir el universo imaginado por un escritor con la investigación astronómica real. Queda por ver si algún día una sonda se acerca lo suficiente para fotografiar su superficie, aunque de momento su atractivo se sostiene en esa doble condición de objeto cósmico y homenaje cultural. Al fin y al cabo, en medio del cinturón de asteroides se esconde una roca que responde al nombre del hogar más entrañable que dejó la literatura del siglo XX.