Al menos 8 niños recibieron un impacto de bala perdida en Lima este 2025: delincuencia afecta el desarrollo infantil
Domingo 24 de agosto del 2025. Ese día, el Perú se paralizó para ver el clásico del fútbol peruano, entre Universitario de Deportes y Alianza Lima. Sin embargo, mientras las cámaras y los reflectores apuntaban a la pelea entre dos jugadores, Marcos —a quien llamaremos así para proteger su identidad—, a sus trece años, luchaba por su vida luego de recibir un impacto de bala perdida por la trifulca entre barristas en el Cercado de Lima.
Marcos hacía su día con normalidad: despertaba, jugaba, reía y vivía. No obstante, su vida cambió por culpa de la delincuencia. Marcos se dirigió a comprar su almuerzo a pocos metros de su vivienda en el centro de la ciudad, en la zona de "El Planeta". Pero en el trayecto, comenzó a escuchar los enfrentamientos entre las presuntas barras de ambos equipos, intentó esconderse, pero una bala perdida lo alcanzó, hirió y se alojó en su cadera. Inmediatamente, fue socorrido y trasladado al Hospital Arzobispo Loayza.
"Están buscando otros hospitales para atender a mi niño para que pueda ser atendido y quitarle la bala. Ahorita está estable, hizo fiebre, pero se encuentra mejor. (…) Primera vez que pasa esto, él no sale de casa", declaró la mamá de Marcos para este medio y, al mismo tiempo, reveló que no había un médico cirujano en el centro de salud para operar a su hijo. Al día siguiente, Marcos fue trasladado a otro hospital. Se recuperó, pero las secuelas de la delincuencia marcaron la vida de un niño inocente que solo salió de su casa para comprar su almuerzo.
Sin embargo, otro menor de 15 años, a quien llamaremos Julio, también sufrió el daño que le provocaron a Marcos. Un impacto de bala por las peleas de las barras lo impactó en el cuello. Su madre denunció los hechos y señaló que en el hospital tampoco cuentan con los implementos necesarios.
Tras el episodio que sufrieron Marcos y Julio, el Instituto Nacional del Niño (ISN) de San Borja, alertó que en lo que va de este 2025, en Lima, al menos 8 niños han recibo un impacto de bala perdida debido a las peleas entre barritas y/o delincuencia.
Es decir, al menos un menor al mes ha recibido un proyectil producto de la delincuencia y ha sido atendido en este centro de salud.
Este dato que arroja la delincuencia va en contra del artículo 4 de la Constitución Política del Perú, en el que se establece que "la comunidad y el Estado protegen especialmente al niño". De igual forma, en el artículo 2.1 en el que "todo persona tiene derecho a la vida e integridad física y a su libre desarrollo y bienestar". La pregunta que cae de madura es: ¿Se está garantizando la protección de los niños para su óptimo crecimiento y desarrollo?
"Es necesario seguir contemplando la seguridad como un derecho que pasa por recuperar espacios públicos que sean accesibles como un sentido de comunidad. Eso es algo que cada vez se va perdiendo producto de la inseguridad. La inseguridad hay que entenderla como un problema estructural que responde a varios factores: servicios básicos no resueltos, es muy complejo", comentó para La República la politóloga y especialista en infancia, Laila Villavicencio.
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La Defensoría del Pueblo alertó que, entre enero a septiembre del 2024, según reportes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, los Centro de Emergencia Mujer (CEM) atendieron 46.113 casos de niños, niñas y adolescentes que fueron víctimas de violencia en entornos familiares, escolares e inseguridad ciudadana.
Un dato alarmante es que, de acuerdo con las cifras del Sistema Nacional de Defunciones (Sinadef), entre el 1 enero y 5 de julio de este año, se reportaron 49 crímenes de niños, niñas y adolescentes. En detalle, 37 adolescentes y 12 niños y niñas.
La situación se agrava. ¿La razón? Los niños también sufren la delincuencia en sus colegios. En agosto de este año, sujetos a bordo de una motocicleta dispararon ocho veces contra el colegio Ricardo Bentín, ubicado en el distrito del Rímac. El motivo habría sido por un caso de extorsión contra la institución educativa.
En ese mismo mes, una escolar fue víctima de un asalto en el distrito de San Martín de Porres. Cuando se dirigía a su colegio, un ladrón le arrebató su teléfono mientras subía al bus para dirigirse a su institución educativa. En consecuencia, producto del susto, la niña se desmayó y fue auxiliada por los transeúntes, quienes la llevaron a hospital Arzobispo Loayza.
Especialistas en género e infancia aseguran que inseguridad ciudadana afecta las emociones en los niños
En comunicación con este diario, la licenciada en Ciencia Política y Especialista en Género e Infancias, Laila Villavicencio, comentó que, debido a la delincuencia en las diversas regiones del Perú, "hay un grado de afectación a nivel emocional" hacia los niños y adolescentes como el estrés y la ansiedad. En esa misma línea, Villavicencio mostró su asombro al ver que los menores ya reconocen esas emociones. "Esos términos se ve desde el lado de un diagnóstico, pero que expresen abiertamente que tales situaciones les genera ansiedad, es preocupante".
En tanto, la experta resaltó que dichas emociones podría incurrir en una sobreprotección de los padres al no permitirles salir fuera de sus casas por la alta ola de inseguridad. Por otro lado, aseveró que las medidas que toma el Estado como los estados de emergencia no tienen buenos resultados, así como la presencial policial "no garantiza seguridad". En tanto, al ser consultada si los niños se sienten seguros o no al ver a un policía, contó una experiencia interesante.
"Hace unos meses, un adolescente, por la forma en cómo iba vestido, iba acompañándolo, se dio cuenta de que la policía le pidió sus documentos de identidad y su interrogante fue: ¿por qué me pide a mí si soy un menor de edad? Ahí ya no es la figura de una autoridad como protector, es ahora como de fiscalizador o sobreprotección. No podemos dar la entera confianza de protección a un efectivo policial", narró.
Por su parte, la psicóloga y especialista en niños y adolescentes, Milagros Amaro Bravo, aseguró que parte de las consecuencias de la inseguridad ciudadana pueden repercutir en el aprendizaje de los niños y en su desarrollo social y cognitivo. Asimismo, resaltó que los cuidadores de los niños; es decir, los padres, también sufren los estragos de la delincuencia y se puede reflejar en el cuidado de los menores.
"Los padres si están en un lugar que no tiene el factor, estabilidad y seguridad, el rol no lo podrán cumplir con tranquilidad, sino que lo harán bajo estrés e incluso con algunos factores de depresión", comentó.
En esa misma línea, la experta Amaro Bravo advirtió que el impacto que le puede generar a un niño ser víctima de la delincuencia sucede de manera inmediata y a mediano y largo plazo. "Va a haber un miedo inmediato. Dependiendo del grado del nivel, no es lo mismo que te jalen la mochila o que te apunten con un arma. A mediano y largo plazo esto podría desarrollarse en una ansiedad de, por ejemplo, no querer subirse a un bus porque ahí le robaron y podría terminar en un estrés postraumático y afecte a su estado emocional y social", explicó y detalló que un niño víctima de la delincuencia podría sufrir insomnio, miedo e incertidumbre y un nivel de ansiedad alto.
Inseguridad ciudadana provocaría ansiedad en los niños: el rol de los padres es fundamental para su desarrollo
Al ser consultada si los niños pueden sufrir ansiedad, Villavicencio comentó que, en su experiencia, "niños y niñas de 10 años ya verbalizan esa palabra porque lo escuchan, lo sienten, lo hablan en la escuela y saben identificar cómo se siente".
"Al menos saben expresar ese sentimiento que les genera el ir a un espacio y sentirse abrumados (...) Es imprescindible implementar los espacios de escucha cuando hablamos de infancia. Es importante incluir las opiniones de los chicos que lo expresan abiertamente, de cómo quieren sentirse más seguros, de participar en las políticas públicas de protección y enfoque de género", expresó.
Por otro lado, al mencionar que los lugares de escucha son importantes, le consultamos a Laila Villavicencio si realmente los padres escuchan a sus hijos. En ese sentido, Villavicencio consideró que "estamos en una generación milenial que están apostando por maternidades y paternidades consientes y están yendo hacia una ola de nuevos espacios y formas de crianza (...) No es una realidad en masa, es cierto; pero hay más espacios de escucha. Los adolescentes demandan esos espacios porque no los tienen".
En tanto, la psicóloga Amaro Bravo aseveró que la inseguridad ciudadana "impacta en las conductas, comportamientos y manifestación de sus emociones" de los niños, debido a que las redes sociales están a su alcance y es lo que consumen.
"Muchas veces, los papás los exponen, de alguna manera, permitiendo que ellos vean cierto contenido que no es para su edad, porque ellos no lo van a poder procesar de la misma manera que un adulto sí, hay un factor de miedo y ellos piensan: ¿Si me pasa a mí? ¿Mamá o papá va a regresar? Genera cierta incertidumbre, estrés y ansiedad. Puede afectar en el aprendizaje de los niños", alertó.
Asimismo, la experta en niñez y adolescentes aseguró que en el nivel educativo primario y secundaria es donde hay más índices de ansiedad por distintos motivos: el nivel de aprendizaje (mayormente, en clases sociales media alta o alta), si encajan o no en la sociedad, problemas de alimentación, entre otros.
Por otro lado, Amaro resaltó el papel de los padres de familia cuando un niño lleva terapia psicológica y asegura que debe realizarse un trabajo en equipo y no abandonar a los niños al momento de llevar las sesiones con los profesionales de la salud mental.
Hay esperanza…
"El grado de esperanza creo que es una esperanza viva, en que los propios chicos y chicas participen en diferentes espacios donde manifiestan sus voces, en espacios escolares, en énfasis de niñez y adolescencias que ya existen, en las municipalidades; sin embargo, es materia de otro análisis si vienen funcionando estos espacios de participación", aseguró Villavicencio.
"Yo creo que sí hay esperanza. Hay tres componentes: Primero desde la familia, los padres y los que viven con los niños y sus valores y la supervisión que les estamos dando. Segundo, a nivel más grande, en la política. Deberían haber leyes en las que se sanciones más rígidas y constantes a los que hacen daño a los niños y también en la policía, hay desconfianza. Tercero, nosotros (los psicólogos) como profesionales hacer trabajo comunitario con los niños".