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Сентябрь
2025

¿Qué aprender hoy de nuestro proceso de independencia?

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Me permito pensar sobre el proceso de independencia de Costa Rica, así como sobre el desarrollo de sus celebraciones y el impacto de este acontecimiento en la construcción de la identidad nacional y el fortalecimiento de la democracia costarricense.

La independencia de Costa Rica, iniciada en 1821, representa un hito fundamental en la historia nacional. El proceso, caracterizado por su naturaleza pacífica y consensuada, contrasta notablemente con los movimientos independentistas de otras regiones latinoamericanas, donde predominó el conflicto armado. Este rasgo distintivo ha sido esencial en la formación de una cultura política orientada al diálogo, la negociación y la convivencia democrática, valores que continúan guiando la vida institucional de este país.

El análisis histórico revela que la independencia costarricense fue el resultado de una serie de deliberaciones, acuerdos y consensos entre las diferentes provincias y sus representantes, que evidencian la búsqueda constante de consenso y autonomía.

La promulgación del Pacto de Concordia (1821) y posteriormente del Primer Estatuto Político de la Provincia de Costa Rica (1823), sentaron las bases para la construcción de un Estado soberano, capaz de decidir su propio destino y de adherirse, según su conveniencia, a otras potencias americanas como fue la anexión al Imperio mexicano (1823).

La integración de Costa Rica a la Federación Centroamericana (1824-1838) y su posterior separación reflejan las complejidades inherentes a la consolidación de la soberanía nacional en el contexto centroamericano. Las luchas internas por el poder y las diferencias entre las élites, lejos de ser simples episodios de anarquía, deben ser comprendidas como parte de los procesos políticos de formación y maduración de las naciones.

La independencia no puede ser entendida únicamente desde una perspectiva política; su dimensión cultural es igualmente relevante. La institucionalización de la celebración del 15 de setiembre como Día de la Independencia, y las tradiciones –como el desfile de faroles, la Antorcha de la Libertad y la entonación del Himno Nacional– han contribuido a fortalecer el sentido de pertenencia y la identidad nacional.

La resignificación de las tradiciones patrias es un proceso natural y necesario para mantener viva la memoria histórica y fortalecer la identidad nacional. Cada generación encuentra en estas prácticas una oportunidad para reflexionar sobre el pasado, celebrar el presente y proyectar sus aspiraciones hacia el futuro. La respuesta a la pregunta “¿somos independientes?” se renueva con cada celebración, invitando a la sociedad a continuar construyendo y defendiendo su libertad.

patricia.fumero@ucr.ac.cr

Patricia Fumero es historiadora.















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