La regata más famosa del hemisferio sur celebra su 80ª edición con una impresionante parrilla de 142 barcos en la que destacan seis colosos de 30,5 metros de eslora que anticipan una épica batalla por la victoria en tiempo real. La Rolex Sydney Hobart es historia viva de la navegación oceánica. Su origen se remonta a 1945, cuando una invitación casual para participar en un crucero entre Sídney y Hobart tuvo una respuesta del capitán de la Armada Británica John Illingworth que todavía resuena en el entonces recién inaugurado Cruising Yacht Club of Australia: «lo haré, si lo conviertes en una regata». El próximo 26 de diciembre celebrará su salida número 80 asentada como icono mundial y toda una institución del deporte en Australia. Patrocinada por Rolex desde 2002, el evento constituye la piedra angular de las siete décadas de asociación de la relojera suiza con el mundo de la vela. La 80 Rolex Sydney Hobart reunirá a 142 barcos, una heterogénea flota de monocascos de entre apenas nueve y más de 30 metros de eslora, desde bólidos de última generación hasta clásicos centenarios como el Maritimo Katwinchar (de 1904), con tripulaciones profesionales y amateur. Se enfrentan al legendario recorrido de 628 millas náuticas (1.163 kilómetros) que pone a prueba no sólo la marinería de los participantes, sino su resistencia física y mental, su resiliencia,…y su suerte. En la pasada edición, dos tripulantes perdieron la vida en mitad de una primera noche infernal. A nivel deportivo, la primera incógnita que se despeja es la identidad del barco más rápido en completar el recorrido: el campeón en tiempo real, que recibe la John H. Illingworth Challenge Cup y un Rolex conmemorativo. Es una Champions League reservada a los barcos más potentes, y este año anuncia una batalla épica entre seis colosos de 100 pies de eslora (30,5 metros): LawConnect (el más rápido en las dos últimas ediciones), Master Lock Comanche (que como LDV Comanche estableció en 2017 el récord en 1 día, 9 horas, 15 minutos y 24 segundos), SHK Scallywag 100 (segundo en la Rolex Fastnet Race en agosto y ganador de la Rolex Middle Sea Race en octubre), Wild Thing 100, Maritimo 100 y Palm Beach XI (que como Wild Oats XI logró nueve títulos de ganador en tiempo real y dos de campeón absoluto). El mejor en tiempo compensado IRC recibe la Tattersall Cup y un Rolex grabado en reconocimiento a un mérito que no tiene en cuenta el tamaño del barco ni la reputación de sus tripulantes: Es la embarcación mejor navegada, la que supera a sus competidores sean cuales sean las condiciones. En esta liga sí que compiten todos. A lo largo de la historia han ganado desde veleros de 9,2 metros (Screw Loose en 1979 y Zeus II en 1981) hasta maxis de más de 30 (Wild Oats XI en 2005 y 2012). En las últimas ediciones, el título absoluto correspondió a dos barcos de 15,9 metros (los TP52 Ichi Ban en 2019 y 2021, y Celestial en 2022), uno de 22 metros (Alive en 2018 y 2023) y uno de 21,5 metros (Celestial V70 en 2024). Un año más, la presencia de españoles en los proyectos más potentes confirma la enorme calidad de nuestros regatistas. El proa cántabro Antonio Ñeti Cuervas-Mons y el navegante catalán Joan Vila formarán parte de la escuadra del Juan K de 27 metros Lucky (el más rápido en las pasadas Caribbean 600 y RORC Transatlantic Race); los canarios Carlos Hernández y Simbad Quiroga repetirán en el Law Connect (con el que ganaron las dos últimas ediciones); y el cántabro Pablo Arrarte vuelve a bordo del todopoderoso Master Lock Comanche. El gallego Pablo Torrado debuta con el defensor del título absoluto: el Celestial V70 de Sam Haynes. Y el cántabro Pablo Santurde lo hace en la categoría A Dos en el Mistral. La 80 Rolex Sydney Hobart comienza el 26 de diciembre a las 13:00h (hora local, 3:00h de la madrugada en la España peninsular). Tras abandonar la bahía de Sídney, la flota pone rumbo sur en paralelo a la costa de Nueva Gales del Sur y hacia el poco profundo Estrecho de Bass, el temido tramo que separa Australia de la isla de Tasmania donde es habitual encontrarse con la cara menos amable del océano Antártico. En la aproximación final a Hobart, remontar el Río Derwent implica negociar un campo de minas entre encalmadas y corrientes que a menudo decide la regata.