Su vida estuvo llena de claroscuros. Héroe para unos, villano para otros. Pero si algo queda claro de la vida del General (era teniente coronel) es que el personaje acabó comiéndose a la persona. Aunque nadie le puede reprochar su excelencia como atleta. Un jinete fabuloso que dejó deslumbrados a sus congéneres europeos y a sus paisanos al colgarse del cuello dos oros y un bronce en los
Juegos Olímpicos de Londres de 1948. Es cierto que en esos Juegos, acaecidos después de la
II Guerra Mundial, con la mitad de los países destrozados y sus ciudadanos viviendo con penurias, poco interés suscitaron. Pero ahí están y cuentan como los otros.
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