Ningún matrimonio está exento de las dificultades: desde un pequeño disgusto por acomodar mal los trastes u olvidar un pendiente, hasta una discusión porincumplir los acuerdos de pareja. Sin embargo, está en manos de la pareja que dicha inconformidad no escale a un asunto sin salida.Idealmente, lasdiscusionesde pareja deberían resolverse con compromiso y buena comunicación. De otro modo, se vuelve más propenso a entrar en una crisis donde “no vean una salida y la única que ven, es la separación”, según explicó la psicóloga de parejas, Linda Libién, a MILENIO.Por supuesto, ese es un riesgo latente. Pero por muy difícil que suene, incluso en ese punto, no todo está perdido.“Todas las crisis se pueden resolver si hay voluntad y mejoramos nuestras habilidades de comunicación. Claro, esto suena muy sencillo en palabras. Ya en la acción es muy complicado”. Las crisis de los 3, 5 o 10 años... ¿realmente existen?Al escribir “crisis de los matrimonios” en el buscador de Google, las principales sugerencias de búsqueda arrojan “crisis de los 6 años”; “de los 7”; “de los 5”, o “de los 3”. Esto debido a que se ha hablado de etapas específicas— ya sea por tiempo o sucesos— en las cuales una pareja podría enfrentar una nueva crisis.En ese sentido, la especialista considera que sí hay momentos particulares donde el vínculo se pone a prueba, tales como el nido vacío ola llegada de los hijos.Sin embargo, no considera que exista una tipología, pues las crisis “son cualquier problema que no se pueda resolver”.“Hay crisis muy grandes que sí sabemos que se van dando por etapas. Pero cualquier acuerdo o problema que por mucho que se haya intentado no se pueda resolver, siempre va a desencadenar una crisis (...) No es que haya tipos de crisis. Una crisis siempre va a ser un problema que no se logre resolver”. Más bien, explicó, el parámetro de que “los matrimonios atraviesan una crisis fuerte cada cinco años” va de la mano con las edades de las y los hijos, pues naturalmente “nos olvidamos de la pareja”. En tanto, las crisis en aquellas uniones sin hijos son mucho menos marcadas.“Los problemas son interminables. Siempre va a haber un problema que solucionar. Siempre va a haber algo”.¿Qué se necesita para superar una crisis?Aunque las crisis derivan de distintas circunstancias y factores, el común denominador de éstas son la falta de comunicación y el alejamiento. Asimismo, se ‘alimentan’ de la falta de empatía y de disposición a escuchar a la otra persona.“(La identificamos) cuando mi pareja no está receptiva a mis necesidades o a lo que estoy pensando”, abundó Libién. “Hay mucho dolor, mucha tristeza, muchos inconvenientes e incluso ganas de huir”.Pese a ello, las crisis pueden convertirse en un gran aprendizaje y oportunidad de crecimiento para la pareja; toda vez que se aborden desde el entendimiento, comprensión y respeto, y, por supuesto, con apoyo terapéutico— entendiéndose que la pareja ya no puede superarla por sus propios medios emocionales—.Sin embargo, destacó Libien, ese proceso de reconciliación no es sencillo ni cómodo y mucho menos se soluciona con un simple “perdón”.“No vas a escuchar cosas bonitas de tu pareja. No te va a gustar lo que te va a decir. Pero cuando eres receptivo y la entiendes desde su realidad, dolor y pensamiento, se puede brincar mucho mejor una crisis.“No se trata de pedir disculpas, sino pedirlas y después cambiar esa conducta”.Las amenazas a la longevidad matrimonialAdemás del nido vacío o la llegada de las y los hijos al matrimonio, un estudio del American Journal of Family Therapy identificó siete principales adversidades que podrían debilitar a los matrimonios longevos (desde deterioro cognitivo hasta celos patológicos o la separación).Muerte o enfermedad severa de un hijo. Mismo caso cuando el hijo o la hija padece enfermedades crónicas, mentales o discapacidad intelectuales o físicas graves.Infidelidad. Aunque algunas parejas pudieron sobreponerse a esta “amenaza”, otras más consideraron al acto como una traición, falla o tropiezo de la otra parte.Enfermedad mental crónica en un cónyuge. Usualmente es el o la propia paciente la que llega a pedir la separación, pues la situación puede generar depresión y estrés postraumático en la relación.Problemas con la familia política, especialmente, si la o el cónyuge no interviene.Largos periodos de separación provocados por la rutina, el distanciamiento, la pérdida de conexión emocional y de comunicación significativa.Problemas laborales. Problemas de crianzaASG