De la O: "mensajero de la muerte"
No es fácil tomar decisiones difíciles en los cargos de alta responsabilidad. Mucho menos cuando se trata de puestos públicos de primer nivel. El riesgo es mayor cuando hay miles de vidas humanas de por medio.
Por eso nadie quiere estar hoy en el pellejo de los secretarios de Salud, ni el federal, ni los de los estados, con una pandemia que ya rebasó desde el mes pasado los 100 mil muertos a nivel nacional y contando.
Durante los primeros meses del covid, los gobiernos de estados como Nuevo León y Jalisco, se ufanaban de ir muy bien en el control y manejo de los contagios.
Exigían más recursos federales para aplicar pruebas y en el caso de Nuevo León, pidió el apoyo de hospitales y laboratorios privados para realizar pruebas PCR que le permitieron diagnósticos más rápidos y por encima de las cifras validadas por el Indre.
Pero la curva “aplanada” comenzó a tener su pico en julio y agosto, con el regreso de miles de trabajadores a sus empleos y la necesaria reactivación de la economía.
Curiosamente, el gobierno estatal y el propio secretario de Salud se niegan a aceptar que una gran parte de los contagios ocurre por el hacinamiento en el transporte público.
El alegato del propio gobernador Jaime Rodríguez es que los obreros y la gente de a pie no se contagian, sino solo los profesionistas “que viajan en automóvil, pero el fin de semana andan en socialitos y carnes asadas”.
Pero si la última decisión de cerrar en fin de semana un gran número de giros comerciales la tomó el Comité de Salud en pleno, debería ser esta instancia la encargada de dar la mala noticia.
Dejarle el paquete a un secretario de Salud que muchos creen buscará un nuevo cargo, no le ayuda ante una población harta de sus conferencias diarias en las que suele dar solamente malas noticias: más contagios, más muertos y más intubados.
Paradojas del servicio público, Manuel de la O pasó de secretario de Salud a mensajero de la muerte.
Ha informado de los decesos de casi seis mil personas por covid en Nuevo León, pandemia que también ha matado a miles de empresas, comercios y restaurantes, y mantiene agónica la economía. Por eso recordarán al secretario de Salud, no por sus buenas obras.
javier.sepulveda@milenio.com