Alianza opositora, buen comienzo
La encuesta GEA-ISA, dada a conocer hoy, dice que la intención de voto por Morena en junio próximo sería de 30 por ciento, 17 por ciento para el PRI; 13 por ciento para el PAN; los siete partidos restantes obtendrían en conjunto 10 por ciento, y 30 por ciento restante está indefinido. Vistas así las cosas no sería difícil para el partido oficial refrendar su mayoría en la Cámara de Diputados. Sin embargo, si se formara la alianza PAN, PRI y PRD por un lado y la oficial (Morena más PT y PVEM) por el otro, las preferencias serían de 24 por ciento para ésta última y 22 por ciento para los opositores. Los partidos pequeños verían reducida su participación a 4 por ciento, mientras que los indefinidos alcanzarían 50 por ciento. Empate técnico, y el triunfo dependerá de quien sea más eficaz en convencer a una mayor parte de la mitad que estaría a la espera de argumentos convincentes.
Es por eso que el anuncio de la alianza parcial entre PAN, PRI y PRD con miras a quitarle la mayoría a la alianza morenista cambia el escenario de los comicios del año próximo de manera significativa. En primer lugar, la contienda será entre dos grandes bloques, ya que al menos seis de los 10 partidos irán aliados. Aunque habrá otros cuatro partidos que competirán solos (los tres nuevos, que por ley no pueden aliarse y Movimiento Ciudadano) el voto tenderá a compactarse en torno a la coalición oficial (Morena, PT y PVEM) y la opositora (PAN, PRI y PRD). Dante Delgado haría bien en repensar su negativa a aliarse, pues corre el riesgo de propinarle un enorme revés a su partido.
Y en ese sentido, la elección será una especie de referéndum sobre si AMLO debe o no mantener la mayoría en el Congreso; las propuestas que hagan los partidos y candidatos serán menos relevantes, porque lo que está en juego es algo mayor a los intereses particulares de los partidos. Se trata de restarle poder al Presidente, de manera que no pueda seguir modificando la Constitución y las leyes a su antojo y disponiendo del presupuesto sin ningún tipo de contrapeso real. Y eso es importante, ya que de mantenerlo, AMLO podría desequilibrar aún más la competencia electoral de 2024, reduciendo drásticamente las probabilidades de triunfo de cualquier partido opositor en la elección presidencial. Además, otra derrota severa de los opositores el próximo año los podría mandar a la tumba.
Es sabido que las alianzas no son bien vistas por muchos de los militantes de los partidos y que aliarse no significa la suma aritmética de las preferencias individuales. Los militantes del PRI, PRD y del PAN están divididos por mitad al respecto: 47 por ciento dice que sí deben ir juntos y 45 por ciento que no; 64 por ciento de los morenistas claramente no la quieren; saben lo que puede significar. Pero habrá que tomar en cuenta que hay un factor extra en la coalición opositora: la alianza con el movimiento social Sí por México. A la pregunta ¿está usted de acuerdo o en desacuerdo con una alianza entre partidos de oposición y el movimiento Sí por México? la respuesta de los militantes de PAN, PRI y PRD es mayoritaria para el sí: 59%.
Bien manejado y operado, este experimento político pudiera paliar, al menos parcialmente, el desprestigio que arrastran los partidos opositores. Será cuestión de que dispongan de una estrategia política y comunicacional eficaz e innovadora, candidatos que no sean impresentables y propuestas atractivas que vayan más allá del no a López Obrador. Así, los comicios de junio estarán lejos de ser un día de campo para Morena.