Por David Mejía. Hace dos semanas volví a
La Regenta. Tenía un recuerdo excelente de la novela, y había escrito alguna cosa sobre ella. Pero la relectura superó todas mis expectativas. Sucede habitualmente con las grandes obras: como los grandes guerreros, te atacan por donde menos te lo esperas. Uno se aproxima a estos monumentos del humanismo sabiendo que perderá de nuevo la partida, que el texto encontrará la grieta precisa en su armadura. [...]