El antes y el después del coworking tras la pandemia
El coronavirus ha generado una gran transformación en la mayoría de los aspectos y rutinas del día a día. El “mundo oficina” ha sido y es uno de los más afectados por la pandemia; de la noche a la mañana nuestras casas se convirtieron en espacios de trabajo improvisados y los grandes edificios corporativos pasaron de ser hervideros a convertirse en lugares con un clima cuanto menos inhóspito.
Por su parte, los espacios flex o de coworking habían experimentado un crecimiento muy importante en los últimos años, ya que suponían una opción cada vez más valorada por las empresas y, sobre todo, por los equipos de trabajo que encontraban en estos entornos la clave para impulsar su motivación sin la rigidez que, en muchos casos, ofrecen los conceptos más tradicionales de oficina. Pero llegó la pandemia, y con ella se frenaron las expectativas que albergaban este tipo de espacios de seguir aumentando metros cuadrados a un ritmo exponencial. Comenzaron también las no-renovaciones de clientes, las bajas anticipadas, las renegociaciones de alquiler y, lo más importante, se hizo notable la escasa entrada de nuevas oportunidades de negocio con intenciones firmes de contratación.
Es en este momento crucial cuando los espacios flexibles o espacios de coworking han resurgido con más fuerza que nunca. Parece mentira que un producto como la oficina física se haya podido reinventar de tal manera en tiempos de pandemia, convirtiéndose en la alternativa más demandada por empresas de todos los tamaños. En este proceso ha sido clave la capacidad de adaptación y flexibilidad que el modelo tiene como base. Los operados de flex han apostado por protocolos de seguridad de gran alcance, la mayoría de ellos con certificaciones oficiales, y han dado un giro de 180º a su propuesta de servicios, ofreciendo a las empresas justo lo que necesitan. Así lo explica el CEO de la compañía de oficinas flex Lexington: “La forma de trabajar había comenzado a cambiar hacía ya tiempo, y ha sido ahora cuando se ha acelerado de manera precipitada. Es en estos momentos cuando nuestra modalidad de espacios debe exprimir toda la flexibilidad que le caracteriza, ya que ofrece un valor incalculable para que las compañías puedan afrontar esta situación con las mayores garantías”.
Del coworking a los modelos híbridos
Para llegar a este punto y volver a recuperar el ritmo de actividad, los espacios flexibles o de coworking han tenido que afrontar un antes y un después. Si hace meses lo habitual era solicitar un puesto compartido en zonas comunes o una oficina para x trabajadores, ahora las peticiones tienen como condición fundamental la modalidad híbrida. Esto supone que las compañías puedan combinar teletrabajo y trabajo presencial a través de la rotación del equipo o hacer uso de puestos, preferiblemente en áreas privadas, solo durante ciertos días al mes y contando con varias localizaciones a su alcance para facilitar los desplazamientos. Sin olvidar los nuevos requerimientos en cuanto a periodos de permanencia, pasando de contratos anuales a contratos mensuales o trimestrales, así como otras alternativas de cancelación anticipada para limitar posibles riesgos. “Teletrabajo sí, pero entendido como un modelo híbrido que permita seguir aprovechando los beneficios que aportan los espacios físicos de interacción y las relaciones humanas. En este sentido, la flexibilidad y profesionalización del sector flex son los principales valores añadidos” apunta el CEO de Lexington.
Por otra parte, el uso de las oficinas físicas también ha cambiado. Si bien con anterioridad estaban principalmente destinadas tanto al trabajo ejecutivo como al más creativo, ahora las compañías necesitan encontrar lugares que, sobre todo, les permitan mantener la parte de creatividad y generación de ideas intacta, lo que ya muchos denominan como los nuevos espacios hub and spoke. También las salas de reuniones, que han pasado a convertirse en salas de videoconferencia, donde conviven indistintamente eventos presenciales y online.
Los espacios flex incrementan su demanda
Las demanda de coworking en Madrid o de centros de negocios en Madrid ha ido repuntando considerablemente tras el fin del verano, aunque la contratación sigue estando por debajo de años anteriores. Ante esta nueva situación, los espacios flexibles parecen ser, por su naturaleza, los entornos con más posibilidades de afrontar el cambio con éxito y ajustar sus servicios a las nuevas demandas. Así lo confirman también varios estudios del sector, como el de Cushman & Wakefield, donde se destaca que “las corporaciones multinacionales están adaptando su estrategia inmobiliaria al uso de espacios de trabajo en oficinas flexibles, con objetivos claros de mejorar la eficiencia de su huella inmobiliaria e incrementar la productividad de sus procesos”; o el de la consultora inmobiliaria CBRE, afirmando que “en las circunstancias actuales, alquilar espacios flex significa menos riesgo para las empresas y más opciones para aquellos empleados que, por razones organizativas o política de empresa, no pueden acudir a la oficina”.
La vuelta a la oficina, cada vez más cerca
Será 2021 el año que definitivamente marque esta consolidación definitiva del modelo de trabajo flexible y el que establezca si las nuevas fórmulas híbridas son las más idóneas tanto para empleados como para la cuenta de resultados de las compañías.
Se prevé que muchas empresas implementen de manera definitiva días semanales de teletrabajo, no cabe duda, pero la vuelta a los entornos de oficina, en condiciones flexibles, está cada día más cerca. El sentimiento de pertenencia, la interrelación personal y, en consecuencia, el impulso de la productividad necesitan de una vuelta a ciertos orígenes.