Rosa Nelly Trevinyo-Rodríguez: Un buen soci@
Conforme las familias empresarias crecen y los negocios familiares prosperan, los lazos entre los socios se tensan y, a veces, hasta se rompen. Y es que, sin importar qué tan exitosos seamos a nivel de empresa, las relaciones entre los dueños deben nutrirse, construirse y reconstruirse constantemente.
Cuando el fundador ya no está, de entrada, somos y tenemos más... Somos más genios y figuras tomando decisiones; y tenemos no sólo más capital y mayor complejidad de negocio, sino también más intereses personales o de rama familiar. Lamentablemente, si la relación entre socios sufre, la empresa termina padeciendo las consecuencias.
¿Qué se requiere, entonces, para ser un buen soci@? Trabajar constantemente en ello y asegurarse de cultivar y avivar, a lo largo de los años, las siguientes aptitudes:
1. Voluntad.
Si escoger a nuestros socios no es una opción, (re)elegirlos o no, conscientemente, es un deber. ¿Deseo y valoro ser soci@ de mis socios? ¿Qué nos mantiene juntos? ¿Es la unidad familiar, la visión de empresa, los beneficios económicos que recibimos, o simplemente, la indiferencia? Hay que tener claro que entre el amor y la conveniencia existe un punto de no retorno. Es necesario evaluar dónde estamos parados, y en su caso, corregir y reconstruir; o si la situación es irreconciliable, dimitir y no estorbar.
2. Pasión por “el Todo”.
Un buen dueño debe mostrar un genuino interés por todas y cada una de las áreas estratégicas de su negocio; y con sus actitudes, comportamientos y decisiones, facilitar la creación de sinergias y las buenas relaciones. La cooperación entre los colaboradores es una responsabilidad y una exigencia que los socios deben tener como prioridad. ¿Cómo queremos obtener resultados integrales a nivel de negocio, si como dueños no sabemos trabajar y tomar decisiones en equipo? Hay que enseñar con el ejemplo.
3. Respeto y Compromiso.
Respetar es reconocer el derecho ajeno; es considerar las visiones, conocimientos y necesidades de los demás, entendiendo que la libertad y el patrimonio de cada dueño, terminan donde comienzan los del otro. Los buenos socios no pasan por encima de los demás, no toman decisiones unilaterales, ni imponen su propia postura. Al contrario, se comprometen a buscar el consenso en la toma de decisiones y a aceptar e implementar las soluciones que más beneficien a la empresa y a la familia (en su conjunto).
4. Lealtad, Confianza y Buena Fe.
Demostrar, con acciones, fidelidad, honor y gratitud es esencial en la relación societaria. La confianza se gana con hechos. Si tenemos que cuidarnos la espalda porque existen cabildeos internos, la relación societaria se desgastará y terminará por fracturarse. No podemos ni debemos ser “policías” de los demás. Y, aunque algunas cosas son básicas, tener reglas claras definiendo qué es aceptable y que no, es indispensable. Separar a un soci@ puede resultar complejo y costoso; no obstante, a veces, es necesario. El orden es el orden, la lealtad es la lealtad y la buena fe,… es eso precisamente, un acto de fe.
5. Comunicación Abierta y Humildad.
Hay que aprender a discutir, dirimir conflictos y seguir adelante,… juntos. Manifestar sincera y completamente lo que se piensa, de forma cortés y puntual, es necesario no sólo para entendernos, sino también para conocernos. Obviamente, este acto de confianza debe venir acompañado de la actitud y el deseo de escuchar al otro, y de la intención auténtica de querer entender las razones de quien expone. En resumen, hay que tener la fuerza para confrontar, pero también la humildad para escuchar, entender y estar dispuesto a cambiar la propia opinión.
6. Legitimidad Interna y Externa.
Ser dueño implica no sólo tener poder legal (propiedad), sino también autoridad moral, o mejor dicho, legitimidad. Y es que, mientras el poder legal se otorga, la legitimidad tanto en la familia, como en la empresa, se gana. En la familia empresaria y en la empresa familiar, el poder sin autoridad, termina por convertirse en una bomba de tiempo.
7. Nutrir la Relación Societaria.
Como diría Henry Ford: “Llegar juntos es el principio; mantenerse juntos es el progreso; trabajar juntos es el éxito”. Nutrir la relación societaria implica trabajo, perseverancia, esfuerzo y tolerancia. Y es que, al final, lo que los dueños construyan o dejen de construir sólo será responsabilidad de ellos; y lo poco o mucho que enseñen y dejen para la posteridad, será sin más, su sello ante las siguientes generaciones.
La autora es Socia de Trevinyo-Rodríguez & Asociados, Fundadora del Centro de Empresas Familiares del TEC de Monterrey y Miembro del Consejo de Empresas Familiares en el sector Médico, Petrolero y de Retail.
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