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Январь
2023

Las materias primas conceden un balón de oxígeno a la inflación

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Las materias primas conceden un balón de oxígeno a la inflación

Los tambores de recesión mundial suavizarán los costes de las materias primas en los primeros estadios de 2023, pero sus precios permanecerán en cotas elevadas a lo largo del año. Desde el petróleo, al cobre o el trigo, por elegir tres de los componentes de las reservas naturales de energía, metales y alimentos -los grupos de commodities que han catapultado los índices inflacionistas del planeta desde el último tramo de 2021- que han encarecido el precio del dinero en las potencias industrializadas y los mercados emergentes.

Será, pues, sólo un respiro para tomar aliento, hasta que las expectativas de un restablecimiento paulatino de la actividad se cumplan. El FMI, de momento, estima que la tercera parte del PIB del planeta estará en números rojos, con las cuatro mayores economías en el disparadero. EEUU debatiéndose entre un aterrizaje suave o con turbulencias; China, con un descenso de actividad nunca vista en las últimas cuatro décadas; Japón, sometido otra vez a un pulso tenue y una baja propensión al gasto del consumo; mientras que Alemania emite señales de ralentización de su industria y sus servicios ante la magnitud de su cheque energético. Incluso el Reino Unido resta ya dinamismo al entrar oficialmente en recesión.

A este ejercicio de falsos o ficticios equilibrios entre la oferta y la demanda global contribuyen factores como la retirada masiva de 2 millones de barriles de crudo desde la OPEP + o las señales de una congestión de las exportaciones petrolíferas rusas por primera vez desde el comienzo de las sanciones por el tope del precio decretado por el G-7 e impulsado por los socios europeos en los 60 dólares por barril desde diciembre. También han contribuido un invierno más benévolo en lo climatológico de lo inicialmente previsto y la supresión de los cuellos de botella de los cereales procedentes de Ucrania y Rusia.

A este contexto se suma el déficit inversor de las empresas del sector, con escasos -o casi nulos- desembolsos de capital para incrementar su capacidad o aliviar las disrupciones que sus alteraciones de suministro han propiciado en las cadenas de valor. “Si no se produce un nuevo boom inversor el reequilibrio del mercado sólo se producirá por un recorte de la demanda”, explica Javier Blas en su columna de Bloomberg.

Prolongación menos vigorosa de sus valores

El Bloomberg Commodity Spot Index, ha caído un 20% desde su punto culminante de junio en el tránsito de 2022 a 2023. Este barómetro, que mide la evolución de más de una docena de materias primas, se mantiene aún por encima de sus registros máximos de 2008 y 2011. La opinión de los expertos es que permanecerá en tasas altas porque irrumpen factores como los bajos niveles de los inventarios y sus bajas capacidades de reposición.

“En 2023 no se producirán aumentos significativos en los gastos de capital” de la industria de las materias primas, lo que catapultará de nuevo su cotización a medida que la economía muestre de nuevo sus constantes vitales a lo largo del ejercicio.

En parecidos términos se revelan otras voces del mercado. En Economist Intelligence Unit (EIU) se augura una pausa inicial en el precio de materias primas sin abandonar sus escalas altas. El informe de la unidad de investigación de The Economist describe tres riesgos para este ejercicio.

El primero, vinculado al mercado agrícola, que reclamará más subsidios este año, a pesar del alza de sus volúmenes productivos desde la Gran Pandemia. Además, otros riesgos son el encarecimiento del precio de los fertilizantes o un nuevo bloqueo de los flujos comerciales entre Rusia, Ucrania y la ONU -del 8,6% de alimento, piensos y bebidas- a causa del conflicto armado.

En segundo término, sus expertos consideran “demasiado volátiles” las perspectivas sobre los materiales de origen metálico. En principio, con tendencia a un abaratamiento por el receso de la demanda, especialmente en Asia y Europa, a la espera de que se retome el vigor industrial y constructor.

Finalmente, las energéticas no alcanzarán la cima de la segunda mitad de 2022, aunque el barril de crudo se instalará, en torno a los 85 dólares con otro recorte productivo de la la OPEP +, incluido Rusia, que alcanzará los 3 millones de barriles en el tramo final del pasado ejercicio. Mientras, el gas experimentará repuntes en 2023 y alzas en el valor de su variante licuada -sobre todo de procedencia estadounidense- para suplir al ruso que mantendrá sus grifos cerrados a Europa.

Otro factor a tener en cuenta es la salida de la política de Covid cero de China, que regulará la demanda del planeta. Dan Klein, responsable de Energías en S&P Global Commodity Insights, recuerda que el gigante chino y sus restricciones sanitarias fueron la “gran válvula de escape” del precio del gas, del crudo y del carbón mientras Europa trataba su dependencia energética de Rusia. “El abandono de la desescalada será gradual, pero lo suficientemente importante como para mantener el valor de los combustibles fósiles al alza” este año, ya que llegará a demandar 3,3 millones de barriles al día, por encima de la retirada que la OPEP + realizará en 2023.

Pekín absorberá “el 47% de la demanda total de la energía mundial” impulsada por políticas activas para devolver el vigor a su PIB. De igual manera, India incrementará sus importaciones energéticas y captarán gran parte de las ventas rusas de gas y petróleo.

Aun así, Klein considera que los carburantes fósiles bajarán su cotización este año respecto a la media de 2022. “Han vivido su último esplendor, si bien en 2023 aún tendrán algunos vestigios dorados en sus productos refinados”, explica. La electricidad experimentará un ejercicio deflacionista “con las renovables ocupando posiciones destacadas en los mix energéticos, sobre todo en los europeos, donde se debilitará la conexión del gas como fuente energética que encarece los recibos de la luz”.

Aunque pronostica “volatilidad” en el flujo de suministro por la reanudación de los instrumentos financieros y los proyectos de transición a las renovables, al conceder credibilidad a las políticas verdes del Plan Quinquenal chino, del Fit for 55 de la UE y de la Inflation Reduction Act de EEUU.

Los analistas de Fitch comparten diagnóstico: ven los precios altos en 2023, pero en niveles inferiores a los del año pasado. El resultado predictivo de su Aggregate Commodity Price Index baja en un 6,1% el precio de 26 materias primas respecto a 2022, año en el que se certificó un repunte del 23,8% interanual, con 19 de estos materiales al alza.

Mientras en Goldman Sachs recomiendan a sus clientes que serán los activos estelares en 2023, con una cuota de retorno de rentabilidades del 43%, aunque con un bache en el primer trimestre por la ralentización sincronizada mundial, y un repunte del 23% a finales de este ejercicio. El Constant Maturity Commodity Index de UBS hizo el tránsito del año tan solo un 11% por debajo de su récord de junio y todavía permanece un 16% por encima de su marca de finales de 2021, si bien evolucionó casi plano en las últimas siete semanas de 2022. Este banco de inversión prevé también beneficios de más del 20% en sus carteras para los próximos seis y doce meses.

Klein, de S&P, lo define de forma elocuente: 2023 será el último de los años de reequilibrio de las materias primas. Después de alteraciones substanciales derivados de la Gran Pandemia, de un ciclo post-Covid dubitativo pero intenso, de una política de la OPEP + cargada de incertidumbre y de tensiones geopolíticas y disrupciones en las cadenas comerciales, logísticas y de valor de las empresas.

“Una vez se recompongan los inventarios energéticos, metálicos y alimenticios, se volverá a un balance estable de precios”, un estadio que llevará todo este ejercicio y que será el prolegómeno de un nuevo intento de exhalación de burbuja en el sector con soplos especulativos impulsados desde los mercados.

A la espera -incide Klein- de que la transición hacia las energías verdes gane intensidad a medida que avance esta década, en la que surgirá otro boom de las metálicas por tratarse de materias esenciales para acelerar la digitalización de las tecnologías limpias; en especial, el litio, el níquel o el zinc, indispensables en proyectos de sostenibilidad ambiental.











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