«Da igual lo que hagamos, este tío está muerto»
El periodista Saül Gordillo, exdirector de Catalunya Ràdio, acudió la noche del pasado 1 de diciembre en Barcelona a la cena de Navidad de El Principal, el nuevo digital que desde hacía pocos meses dirigía. Para terminar la velada, el director acompañó a sus trabajadores a la sala Apolo. Pasados 20 días, dos de las periodistas que acudieron a la celebración denunciaron a su director de agresión sexual. La primera denuncia, de la que más detalles trascendieron, acusaba a Gordillo de haber dejado en «estado de shock» a la víctima por haberle tocado la entrepierna «por debajo de la ropa interior». La chica, de 23 años, explica que sufrió un ataque de ansiedad en la misma sala, y las asistencias médicas que la atendieron tuvieron que administrarle un Trankimazin de 0,50 para calmarla. También relata que al día siguiente acudió a su Centro de Asistencia Primaria porque sufrió otro ataque de ansiedad. A los pocos días, los Mossos d'Esquadra citaron a Saül Gordillo a declarar y le comunicaron que estaba siendo investigado por estos hechos, pero le dejaron ir en libertad a la espera del juicio. ¿Por qué Los Mossos no han detenido a Saül Gordillo, acusado de dos delitos tan graves y tan sensible? Porque han visto las imágenes de la Sala Apolo la noche en la que supuestamente las agresiones sucedieron. En la escena que la primera denuncia relata, Gordillo está de pie en la barra y la presunta víctima baila detrás de él, muy cerca. En un momento determinado y sin girarse, el ex director de Catalunya Ràdio le toca la entrepierna por debajo de la falda. La chica sigue bailando sin separarse, y sin hacer gesto alguno de incomodidad. Al rato Gordillo saca la mano y la chica se queda donde estaba, bailando sin que parezca que haya pasado nada. Las imágenes revelan claramente que como mínimo hay consentimiento, porque la chica no le aparta la mano, ni lo intenta, y permanece en la misma posición siguiendo con el cuerpo el ritmo de la música. Fuentes de la defensa penal de Gordillo señalan que «además de consentimiento hay agrado, porque estas escenas no son neutras, y si las aguantas quiere decir que te gustan». Por tanto, no hay conexión lógica entre los llantos de la denunciante, ni parece comprensible que necesitara medicación alguna; y la visita de urgencia del día siguiente al Centro de Asistencia, protocolo que conviene realizar para dar credibilidad a una futura denuncia, tampoco es consistente con el hecho de que la joven tardara nada menos que 20 días en interponerla. En la escena en que se basa la segunda denuncia, también por agresión sexual, las imágenes a las que han tenido acceso los Mossos revelan que Gordillo va bebido y la segunda acusadora también. El hombre intenta besarla y cuando la chica se aparta, da un paso atrás y se va. No se aprecia ninguna agresión, ni hay por parte de Gordillo ninguna insistencia. Esta segunda denunciante afirma que Gordillo se ofreció a llevarla en taxi a casa, y que ella estuvo de acuerdo. Subió, por tanto, voluntariamente al taxi con el que luego acusó de haberla agredido sexualmente hacía unos instantes. En la denuncia la chica explica que durante el trayecto se produjeron algunos tocamientos. Existe la versión del taxista, que no ha trascendido -por poco relevante, según fuentes del Departamento de Interior-, la palabra de una chica que relata de una primera agresión en la discoteca que las cámaras demuestran que no existió, y la palabra de un hombre que en una noche fue acusado falsamente, por lo menos, dos veces. Por todo ello los Mossos no han detenido a Gordillo: porque no tiene antecedentes, porque en todo momento ha colaborado con la Justicia y porque las imágenes de las escenas en las que se supone que se produjeron los gravísimos delitos desmienten las acusaciones. Saül Gordillo, casado y padre de dos hijos, ha sido despedido de su empresa y expuesto por los medios de comunicación catalanes como un agresor sexual. El linchamiento que ha sufrido en las redes sociales ha sido el de las grandes ocasiones. Fuentes de los Mossos implicadas en la investigación están convencidos de que el juicio contra Gordillo quedará en nada y el único reproche que se le podría hacer es el de haber mantenido relaciones -pese al consentimiento- inapropiadas entre un directivo y una empleada. Consultados los directores de distintos medios de comunicación catalanes sobre qué cobertura van a dar al hecho probado de que Gordillo no es culpable de lo que se le acusa, teniendo en cuenta los grandes despliegues el día en que se supo que fue denunciado, la respuesta de todos ha sido más o menos la misma. «Da igual lo que hagamos, este tío está muerto».