La I+D española abona la revolución agraria de los bioestimulantes
Los bioestimulantes son la savia nueva que impulsará la agricultura del siglo XXI. Se trata de productos sostenibles de variados orígenes, sobre todo naturales y también sintéticos, que favorecen la asimilación de nutrientes en las plantas o las hacen más resistentes ante fenómenos adversos como la sequía y las heladas (entre otras funciones). Ahora han entrado en su época de esplendor empujados por la aplicación de una reciente normativa europea y por una potente industria que destaca por sus fuertes inversiones en I+D. Diversas consultoras han valorado este mercado en 3.500 millones de euros a nivel mundial y prevén que crezca un 12% anual en los próximos cinco años. Un innovador sector en el que las empresas españolas sostienen el liderazgo europeo no solo por la producción y comercialización de estos productos sino también porque proporcionan la base tecnológica para su desarrollo. De hecho, como media estas compañías destinan cada año un 10% de su facturación a la investigación de bioestimulantes cada vez más sofisticados, según la patronal AEFA (Asociación Española de Fabricantes de Agronutrientes). Este mercado tiene ahora todo el campo abonado a su favor. La estrategia «De la granja a la mesa» de la Comisión Europa ha fijado como objetivos reducir un 50% el uso de fitosanitarios químicos (que protegen a las plantas frente a plagas y enfermedades) y un 20% el uso de fertilizantes nitrogenados (que aportan nutrientes). «Para cumplir estos requisitos es necesario disponer de herramientas que permitan un incremento en la eficiencia de los cultivos pero que a la vez sean respetuosas con el medio ambiente y los bioestimulantes cumplen esta función. En su mayoría son compuestos de origen natural, sin residuos, incluso son subproductos de otras industrias transformadoras», explica Camino García, directora general de AEFA. Las empresas españolas son potencias mundiales en este mercado Es decir, los bioestimulantes vienen a compensar la reducción de fitosanitarios y fertilizantes que quiere Europa, porque son productos que consiguen más rendimiento, calidad y vigor en los cultivos. Además hay que tener en cuenta otro factor: si el camino de la agricultura del siglo XXI es reducir el uso de insumos químicos, se necesitarán otros productos que ayuden a los cultivos a dar respuesta a la demanda de una población en crecimiento. Las previsiones estiman que en 2050 seremos 9.700 millones de personas y habrá que aumentar la producción agrícola un 70%. «La mayor parte de los bioestimulantes están ampliamente introducidos en el mercado desde hace tiempo y sus efectos positivos en el rendimiento de los cultivos están sobradamente probados», detalla Camino García. Nueva legislación El sector se ve impulsado, además, por la aplicación, desde el pasado 16 de julio, de un nuevo reglamento europeo para comercializar productos tan novedosos como los bioestimulantes y microorganismos (también hacen este papel). «Hay unas reglas de juego iguales para todos los fabricantes de la UE, aportando seguridad tanto al fabricante como al consumidor. Antes la única forma de poner en venta los bioestimulantes era acudiendo a cada una de las legislaciones de los estados miembros. Esto suponía que cada fabricante tenía que estudiar las normativas, adecuar los productos a los diferentes requisitos de cada país, registrarlos...», señala Camino. Ha sido un gran paso para impulsar el sector, aunque todavía se necesitan mayores avances legislativos. «El problema es que el sector investiga y desarrolla productos nuevos a mayor velocidad que la elaboración de nuevas normativas, que siempre es más lento», apunta Camino. En el caso de «los microorganismos que se pueden utilizar como bioestimulantes están muy tipificados. Pero la investigación ya ha demostrado que hay más que son útiles. Muchas empresas van por delante en desarrollo a la legislación», añade Juan José García, ingeniero agrónomo del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias. Dominio español Aún así, el panorama resulta tan prometedor que el mercado de los bioestimulantes ha despertado el interés de muchas compañías. Y las empresas españolas dominan este campo, son potencias internacionales. Un fuerte sector agroalimentario, altamente tecnificado, y la amplia diversidad de cultivos en nuestro país han dado pie a que se desarrollen estos avanzados productos. «Las multinacionales de fitosanitarios están incorporando en sus catálogos líneas de productos bioestimulantes y en un sector que comenzó con empresas familiares que apostaban por la investigación están cada vez más presentes los grandes fondos de inversión», indica Camino García. «Hay mucho movimiento», asegura Juan José García. «Grandes multinacionales están adquiriendo o invirtiendo en pequeñas empresas que han desarrollado tecnología y productos punteros», añade. Se trata de un sector con un fuerte componente en I+D Hay que reconocer que esta industria también ha despegado y cogido ritmo en España porque ha ido acompañada de una normativa que, desde 2013, regulaba la comercialización de bioestimulantes, aunque no se mencionara explícitamente el término. Una lista que se vio ampliada en 2017 con la incorporación de los productos especiales a base de microorganismos y que también tienen una función bioestimulante. Procedencia Las sustancias que pueden cumplir este papel provienen de muy diferentes orígenes. Desde extractos de algas, aminoácidos de proteínas vegetales o animales hasta sustancias húmicas (restos vegetales mineralizados en el suelo), microorganismos (bacterias y hongos), polímeros... El caso es que estimulen a las plantas para que absorban mejor los nutrientes, para que mejoren la calidad de los frutos o para hacerlas más resistentes ante el estrés que les producen temperaturas extremas, plagas, salinidad, trasplantes, heladas, podas... «Son un complemento a los fertilizantes y a los fitosanitarios», dice Camino García. Hasta ahora los bioestimulantes se han utilizado sobre todo en cultivos de valor añadido «para mejorar sus características, color, tamaño... se aplican en el cultivo de la vid, frutas y hortalizas. Y cada vez más se están utilizando en cultivos extensivos de cereales», apunta Camino García. Experiencias de empresas De todo ello tenemos ejemplos por todo el país. El Clúster Aragonés de los Medios de Producción Agrícolas y Ganaderos (Campag) impulsa programas de investigación sobre nuevos bioestimulantes donde participan diversas empresas. En el proyecto Circóleo se estudia extraer estos productos a partir de los residuos que se generan en la producción de aceite en las almazaras. «En el proceso de obtención del aceite de oliva se originan restos de poda, de alperujo (pellejo de la aceituna), aguas de limpieza mezclada con grasas del aceite... Estudiamos qué sustancias activas contienen. Luego realizamos ensayos en invernadero para obtener la mejor respuesta de las plantas. Una vez identificados estos compuestos activos como bioestimulantes se aplicarán al cultivo del olivo y de cereales de secano para mejorarlos», cuenta Juan Manuel Castell, cluster manager de Campag. El proyecto DigiwineCompost también pretende encontrar sustancias activas a partir de un compost creado con los residuos de la transformación de la uva en vino. Son dos iniciativas de economía circular. «El sector primario es fuente de materia prima para los mismos productos que la agricultura tiene que producir», defiende Castell, convencido de que «los bioestimulantes son la estrategia para mantener los niveles de producción actuales y fortalecer y proteger a la planta frente a plagas y enfermedades. Estas sustancias tienen muchos recorrido en investigación». Personal del área de I+D de la empresa Plymag valida un producto Con 40 años de experiencia, la empresa alicantina Plymag produce extractos de algas en una fábrica propia que estimulan el metabolismo vegetal. Un proceso que ha patentado. «Recolectamos el alga 'Ascophyllum nodosum' en el Atlántico Norte, un mar frío y cambiante. Esto hace que esta especie genere sustancias activas que le ayudan a combatir ese estrés. Por eso es tan beneficiosa para otras plantas: ayuda de forma natural a combatir el estrés abiótico. Ya no tenemos los ciclos de cultivo tan marcados por el clima: ahora en febrero hay días soleados. Tenemos altas temperaturas, o periodos de frío, momentos de poda y trasplantes... Y eso estresa a los cultivos», explica José Luis Montañés, director general de Plymag. También trabajan con el alga 'Ecklonia maxima', que recogen en Sudáfrica. Esta potencia el enraizamiento de las plantas y facilita la floración y el cuajado de los frutos. «Son productos naturales y sostenibles. Las recolecciones se hacen en zonas controladas, no se arrancan las algas sino que se corta el tallo y no se vuelve a recolectar en la zona hasta cinco años después», matiza Montañés. «Con los bioestimulantes —continua—se consiguen producciones más altas, ciclos más cortos de la plantas y estas sufren menos. Hay que tener en cuenta que el consumidor también tiene unas exigencias organolépticas concretas: sabor, tamaño, aspecto...». IIIIiImagen superior, proceso de producción de pastillas de bioestimulante de Atens. Sobre estas líneas, izquierda, proceso automatizado para la producción de Trichoderma en biorreactores de medio sólido de la misma empresa y, derecha, imagen microscópica de micorriza La compañía catalana Atens lleva casi 30 años produciendo microorganismos. Cuenta con una fábrica en Tarragona y un laboratorio, «el corazón de la empresa, donde investigamos nuevas soluciones», dice Gorka Erice, director técnico de Atens. Trabajan con micorriza, un hongo que «ayuda a las raíces a absorber mejor los nutrientes del suelo», señala, algo muy beneficioso en suelos con problemas de PH. Además mejora la tolerancia de los cultivos a «la sequía y la salinidad —prosigue Erice— dado que promueve el desarrollo de las raíces y estas son capaces de llegar a poros más profundos donde hay reservorios de agua». También emplean el hongo Trichoderma y bacterias. «Los bioestimulantes van a facilitar los cultivos en situaciones donde hasta ahora no se podía cultivar: por ejemplo, en zonas de sequía o en terrenos con gran salinidad. Además, hemos comprobado que cuando se aplican microorganismos, la planta mejora la calidad de los frutos y estos tienen mayor proporción de vitaminas y antioxidantes», asegura Erice. te puede interesar noticia No Semillas de innovación para hacer frente al desierto que viene noticia Si Las raíces de la agricultura de precisión están en el espacio noticia No El innovador viaje submarino de la industria vitivinícola Así son los innovadores bioestimulantes que regarán los campos y cultivos de la agricultura sostenible del siglo XXI.