Мы в Telegram
Добавить новость
smi24.net
World News in Spanish
Апрель
2024

Sin hacer ruido: poesía completa de Jacinto Herrero

0
Abc.es 

Este libro, publicado por la institución abulense Gran Duque de Alba , es un acto de gratitud. Durante un tiempo se tituló 'Poesía reunida'. Aquel 'reunida' representaba el objetivo de la edición -agrupar los poemarios, versos dispersos e inéditos de Jacinto Herrero Esteban (Langa, 1931-Ávila 2011)-―y recordaba lo que hace la poesía: juntar a los hombres alrededor de una llama. Pero el adjetivo era equívoco y finalmente se cambió. Hay que ser, sin embargo, precavidos con el soberbio 'completa': la edición es imperfecta y aún queda mucho que hacer en recuerdo del poeta. Su obra sigue estando inacabada, es decir, abierta, viva. La verdadera lectura es una experiencia de encuentro. Mi encuentro con Jacinto, siendo yo estudiante, transformó mi manera de leer y, por tanto, de escribir y ver el mundo. Inclinó mi mirada hacia lo esencial y me descubrió autores que hoy considero imprescindibles. Quisiera destacar tres virtudes de su poesía -virtudes, por lo general, ausentes en la lírica contemporánea-: la claridad, el cuidado y la humanidad. La claridad Jacinto defiende -como sus ilustres paisanos Teresa de Jesús y José Jiménez Lozano- el «decir desnudo». Rechaza la retórica engañadora y vanidosa. La palabra despojada encarna la pobreza de los hombres y el espíritu evangélico. La honda transparencia es la estética más elevada, la que permite la aproximación al misterio. La descalcez expresiva unifica toda su obra y está ya en su principio. Así, en el poema «Octubre», de su primer libro, 'El Monte de la Loba' (1964): «Otoño. Y canto salmos / al ritmo de las hojas / que bajan de los árboles. / (Hojas malvas, rojizas / bajan desde los árboles, / amarillas…). Piso / sobre esta alfombra vegetal / que atrae mi corazón / ya derramado en sangre del poniente. / En paz navegan pájaros / las sombras / con un viento iniciado. / Y yo, contigo -¡oh, Dios, / quién caminar nos viera los dos juntos!- / decidimos callar. / Y, en su caer, las hojas / son palabras». El cuidado «Hay que hacer bien las cosas», decimos sin reparar en el fondo comprometedor de esta expresión. Los poemas de Jacinto están bien hechos. Son fruto de un aprendizaje y del conocimiento de la tradición. El poeta es, sobre todo, un buen lector. Las abundantes citas y referencias de sus textos -la Biblia, Homero, Virgilio, Catulo, san Agustín, Berceo, Manrique, fray Luis de León, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, Cervantes, Lope, Quevedo, Góngora, Tasso, Shakespeare, Rilke, Darío, Pablo Antonio Cuadra, Unamuno, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Leopoldo Panero, Quasimodo, Montale, Ajmátova…-―no son exhibición culturalista. Son piedras con las que levanta la casa del propio vivir, donde resuenan las voces de otros hombres, semejantes en sus dolores y esperas. Cada texto es una tela delicada. Fijémonos en los hilos que tejen «El vuelo de calandrias», inicio de 'Solejar de las aves' (1980). Noticia Relacionada LIBROS estandar Si Luis Mateo Díez: «No hay mayor decepción que la vejez, pero hay que llegar para darse cuenta» Bruno Pardo Porto El escritor, que se vestirá el frac este martes para recoger el premio Cervantes en el Paraninfo de Alcalá de Henares, repasa en esta conversación sus obsesiones literarias y descubrimientos vitales El poeta recuerda un paseo por el campo con su padre, fallecido cuando él tenía tan sólo trece años. El epígrafe del Deuteronomio es una orla que lo ciñe con una luz sagrada: «Si encuentras en el camino un nido de pájaros, con polluelos o huevos, sobre un árbol o en el suelo, y la madre está echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no tomarás a la madre con las crías». En el poema se engastan las citas de dos clásicos. La primera, de la 'Celestina' -«figura de paramento mal pintado» es el modo como Melibea, en el acto cuarto, llama a su pretendiente Calixto-, define su presente vital: muro o adorno deslucido frente a la pureza de la infancia. La segunda es del cantar de bodas del 'Cantar de Mio Cid'. El Cid ha conquistado Valencia; su familia se reencuentra allí con él; juntos suben al alcázar, admiran sus dominios y dan gracias a Dios. Entonces se dice: «El ivierno es exido, que el março quiere entrar», es decir, «El invierno ha pasado y marzo ya va a entrar». Tras el destierro y la separación, la prometedora primavera. En los versos finales, brota el lenguaje original del niño de pueblo: «Era el comienzo de vivir, el agua. / Era el comienzo, el campo. / Sin encañar aún, el trigo. / Sin incubar aún, el nido. / Al comienzo, la madre / sobre el árbol o el suelo entre cañizos. / El día claro, húmedo en las junqueras. / Acuérdate, que tú eras chico. / Sin estirar aún, tus zancas. / Sin enturbiar aún, tus ojos. / Acuérdate, si encuentras / en el camino, hoy -figura / de paramento mal pintado-, / en tu surco algún nido, / como piden las leyes / de Moisés, con polluelos o huevos, / y la madre está echada, / porque ese es el comienzo, el campo tuyo: / el ivierno es exido, que el março quiere entrar, / están los chicos al ejido, / y costanilla arriba / vuelves tú de la mano de tu padre, / y ves de las macollas de vallicos alzarse / un vuelo de calandrias / y una prohibición, acuérdate, / asegura la vida que amanece, no allí, / más lejos siempre…, junto al agua». La humanidad La poesía es un intento de comprender el misterio. ¿Acaso hay algo más humano? Es lógico que Jacinto rechazara las corrientes deshumanizadoras. Él tiene aire de clásico: la mesura, los sólidos pilares y el fondo universal, perenne. Sus temas son los de siempre: la libertad, la memoria, el sufrimiento, la piedad, la muerte, la esperanza, la fe… Nos conmueven los poemas que dedica a los humillados de la historia, a los seres queridos muertos. Nos conmueve el amor a su modesta tierra, Langa o Ávila. A Langa, tierra primera y última, la recuerda muchas veces. En «Volver a Langa», de 'Analecta última' (2003), lo hace con un soneto -quizá su forma favorita- en endecasílabos blancos: «¿En qué lugar de los que habré vivido / quedará la memoria cuando muera / si no es en ti, que no eres sino ensueño? / Escondida mi infancia entre los hoyos / del pradillo, los muelos de las eras, / las tardes acortadas de setiembre, / la vuelta a casa siempre con cansancio. / Tu nombre señalado en piedra blanca / por días imborrables. El dolor / de mis muertos y la esperanza viva / entre el aprecio y el desprecio necio. / Volver a Langa por aquel sendero / abierto entre los trigos cuyo aroma / hermana con el mío otros destinos». Jacinto Herrero Esteban contempla nuestra humanidad a la luz de Dios, sol de su obra y vida. En su testamento poético, «Al margen de Teresa», fechado apenas dos meses antes de morir, están toda su fragilidad y esperanza, toda su luminosa pobreza: «Y no tenemos casa. Conviene no hacer ruido / en esta pobre ruina hasta que no amanezca». Doy gracias por haberme encontrado con él. **Antonio Pascual Pareja es autor de la edición de la 'Poesía completa' de Jacinto Herrero











СМИ24.net — правдивые новости, непрерывно 24/7 на русском языке с ежеминутным обновлением *