Moscardó, el barrio de Madrid donde las horas pasan más artísticas y naturales
Decían, y decía con razón el clásico, que todas las horas hieren, pero que la última es la que mata . Decían, y dicen, que un reloj , todo lo muerto que esté, da la verdad dos veces al día. El reloj, en la pared, es copla de Bambino y de todos los hogares cuando se rompe el teléfono móvil y hay que fiarse del engranaje; del tic y del tac. El hombre, ante el tiempo, ha intentado no sólo mensurarlo. También intenta, en vano, contemplarlo en un formato bello, porque el humano es tiempo, y en tiempo se convertirá. Contemplado, por qué no, por un reloj de sol , cuyo origen hay que buscarlo lejos; en el Antiguo Egipto según la mayoría de los especialistas. El reloj de sol tiene el arte de lo atávico. Quizá por eso, la concentración de estos dispositivos en el barrio de Moscardó sea una gloriosa rareza. Hay que ponerse en contexto. Un barrio de no más altura de cuatro pisos con la estética con la que se construía en los años treinta. Noticia Relacionada reportaje No Lavapiés, un lienzo permitido y premiado para el arte urbano Jesús Nieto Jurado La undécima edición del festival Calle 'trastoca' las fachadas de los comercios más significativos con la intervención de 52 creadores en 52 comercios Pasado el tiempo, el Ayuntamiento de Madrid encargó al artista Alberto Corazón el diseño de los relojes para que se admirasen en los lugares más visibles y se pudiera palpar el paso del tiempo. Y a eso se puso manos a la obra. Corría el año 1982, con Enrique Tierno Galván en la poltrona, y cada reloj solar tenía un diseño personalizado al bloque y con los cálculos, exactos, del matemático guadalajareño Juan José Caurcel. Fueron y son 17 relojes caracterizados por la plataforma numérica y el triángulo o 'gnomon', cuya sombra marca el devenir siguiendo el movimiento de rotación de la Tierra. Dichos relojes, que en un principio iban a ser 33, ya en 2022 fueron rehabilitados por la Asociación de Vecinos de Moscardó con apoyo del consistorio. Algo que según manifestaba el alcalde, José Luis Martínez-Almeida el lunes, supone un «atractivo turístico nuevo en la ciudad». El de cómo insertar, en el mismo color de la fachada, un elemento tan novedoso como antiguo. madrid_dia_0703 En realidad, quien quiera conocer cómo el humano captaba los trabajos y los días, y dentro de los días las horas, parafraseando mal a Hesíodo, lo tiene muy fácil: inscribirse previamente en la ruta que organiza mensualmente la asociación de vecinos con la Junta Municipal de Usera en el correo rutarelojesmoscardo@gmail.com. Quien quiera ver este patrimonio de la ciudad puede encontrarse con sorpresas tales como un reloj de ocho metros de alto por dos de largo con el sello del plural Alberto Corazón; quien, además de lograr el Premio Nacional de Diseño, trazó los logotipos de entidades tan conocidas como Renfe, la Uned o la Biblioteca Nacional. Más allá, un recorrido por el barrio de Moscardó permite conocer el Madrid de las colonias. En concreto la colonia Moscardó, antiguamente denominada como Colonia Ahorro y Salud. Un urbanismo ya desaparecido pero que, en estas coordenadas, exhibe con orgullo su patrimonio a propios y foráneos. MÁS INFORMACIÓN noticia No Arte contra la crisis climática Los relojes del barrio de Moscardó son ejemplo de que el arte está a la que salta en la ciudad. Un legado no muy conocido en el que participaron, hay que insistirlo, dos figuras como el matemático Caurel y el ilustrador Alberto Corazón, autor, asimismo, de los frescos y los trampantojos más celebrados de la ciudad. En los 80 del pasado siglo, en plena Movida, se podía hacer hasta Renacimiento. Mezclar las artes y las ciencias y mejorar las cuatro esquinas cotidianas de una de las zonas más alejadas de las rutas típicas de la capital: Usera.