La NASA selecciona varios posibles lugares para las próximas misiones humanas a la Luna

Los planes de conquista de la Luna siguen su curso. Y mientras la NASA sigue preparando el que será el primer aterrizaje lunar tripulado en más de 50 años, la agencia espacial ha actualizado a nueve las posibles regiones, todas cercanas al polo sur, para el próximo alunizaje de la misión Artemis III. Las nueve áreas seleccionadas serán ahora estudiadas más a fondo tanto por científicos como por ingenieros, aunque sin renunciar a la búsqueda de otros puntos adecuados para el histórico regreso de seres humanos a nuestro satélite. «Artemis devolverá la humanidad a la Luna -afirma Lakiesha Hawkins, administradora adjunta de la Oficina del Programa de la Luna a Marte- y visitará zonas inexploradas. La selección de estas regiones por parte de la NASA demuestra nuestro compromiso de aterrizar tripulaciones de manera segura cerca del Polo Sur lunar, donde ayudarán a llevar a cabo nuevos descubrimientos científicos al mismo tiempo que aprenderán a vivir allí». La nueva lista de lugares candidatos para Artemis III, sin ningún orden de prioridad, son los siguientes: el Pico cercano a Cabeus B; el macizo Malapert; la Meseta del Monte Mouton; el propio Monte Mouton; Los bordes Rim 1 y 2; el borde Gerlache 2; y la llanura Slater. Las regiones elegidas tienen distintas características geológicas y ofrecen diferentes posibilidades a la misión. Hasta ahora, el Polo Sur de la Luna nunca ha sido explorado por una misión tripulada y resulta especialmente interesante porque contiene áreas permanentemente en sombra que pueden preservar recursos tan valiosos como el agua. «El Polo Sur de la Luna - explica Sarah Noble, directora de Ciencia Lunar de Artemis en la sede de la NASA en Washington- es un entorno completamente diferente al lugar donde aterrizamos durante las misiones Apolo. Ofrece acceso a algunos de los terrenos más antiguos de la Luna, así como a regiones frías y sombreadas que pueden contener agua y otros compuestos. Cualquiera de estas regiones de aterrizaje nos permitirá hacer ciencia asombrosa y nuevos descubrimientos«. Para seleccionar las nueve posibles zonas de aterrizaje, un equipo multidisciplinar de científicos e ingenieros analizó el Polo Sur lunar utilizando datos del Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA y un vasto conjunto de investigaciones científicas lunares. Los factores que más influyeron en la selección incluyeron el potencial científico de cada zona, su disponibilidad como ventana de lanzamiento, la idoneidad del terreno, las capacidades de comunicación con la Tierra y las condiciones de iluminación. Además, el equipo tuvo también en cuenta las capacidades de trayectoria combinadas del cohete SLS (Sistema de lanzamiento espacial) de la NASA, la nave espacial Orion y el Starship HLS (Sistema de aterrizaje humano) para garantizar sitios de aterrizaje seguros y accesibles. Por su parte, el equipo de geología de Artemis III evaluó las regiones de aterrizaje teniendo en cuenta su valor científico. Cada una de las nueve regiones seleccionadas tienen el potencial de proporcionar nuevos conocimientos clave sobre la formación de planetas rocosos, los recursos lunares y la historia de nuestro Sistema Solar. «Con Artemis III será la primera vez que los astronautas aterrizan en la región del polo sur de la Luna -dice Jacob Bleacher, científico jefe de exploración de la NASA-. Volarán en un nuevo módulo de aterrizaje a un terreno que es único en nuestra experiencia pasada con el Apolo. Encontrar los lugares adecuados para ese momento histórico comienza con la identificación de lugares seguros para este primer aterrizaje, para luego tratar de combinarlos con oportunidades para la ciencia». El equipo de evaluación de la NASA recurrirá también a la comunidad científica para recopilar datos, construir mapas geológicos y evaluar la geología regional de posibles sitios de aterrizaje. La agencia seleccionará sitios dentro de las regiones para Artemis III después de que se decidan las posibles fechas de lanzamiento de la misión, que dictarán las trayectorias de transferencia (o caminos orbitales) y las condiciones ambientales de la superficie.