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Montero llega a Andalucía con la orden de meter tensión y barro

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Juan Espadas ganó a Susana Díaz las primarias en junio de 2021. Fue la apuesta de la dirección federal del PSOE para recuperar la Junta de Andalucía con un perfil moderado para volver a hacerse con el voto que se le escapó a los socialistas en el año 2019. El exalcalde de Sevilla fracasó en el intento en junio de 2022 porque ese voto que el PSOE quería recuperar y consideraba huérfano se fue en masa al PP de Juan Manuel Moreno Bonilla, que consiguió una sólida mayoría absoluta.

En las municipales de 2023, la tendencia a la baja del PSOE andaluz se consolidó. Resistió el voto rural, pero se hundió el voto urbano, lo que conllevó una pérdida sustancial en el poder municipal. Solo retuvo la Diputación de Jaén y la Diputación de Sevilla y los alcaldes socialistas desaparecieron de las ocho capitales andaluzas, hasta que en la primera semana de este año el PSOE recuperó la alcaldía de Jaén tras una moción de censura con el apoyo de Jaén Merece Más.

En las elecciones generales de julio de 2023, en las que el presidente del Gobierno cambió el tercio político presentándose con un perfil más combativo, el PSOE

recuperó el resuello y recortó distancias con los populares con respecto a las autonómicas. Los socialistas recuperaron casi el 10% del voto perdido en las andaluzas y los populares se dejaron un 7%. A pesar de este respiro, el PSOE seguía en horas bajas y perdía toda la renta necesaria para poder ganar unas generales. Sin embargo, quedó claro que un perfil moderado estaba condenado al fracaso y fue el principio del fin de Juan Espadas.

La frustración y la desmoralización de las filas socialistas iba al alza porque se consideraba que el guante de seda de Espadas no funcionaba y las encuestas así lo atestiguaban. En este contexto empiezan a moverse piezas en el socialismo andaluz en una amalgama de familias que hacían difícil un candidato de consenso. De hecho, el único consenso es que Espadas no podía seguir. Y así se lo hicieron ver al secretario general en el congreso de Sevilla. No tuvo mimos de Sánchez, pero tampoco de las federaciones andaluzas que se negaron a darle su apoyo en público. Fue el principio del fin.

María Jesús Montero encarna el nuevo perfil que busca el PSOE para tumbar al PP de Moreno Bonilla. No es tanto recuperar el voto perdido, sino recuperar el voto socialista que se quedó en casa. Un voto más combativo con un perfil más cercano y más popular, con una oposición más agresiva que en estos años se ha echado en falta en las agrupaciones socialistas. No solo el gobierno de la Junta es el objetivo, sino también el voto de las generales. El PSOE perdió 4 diputados en 2023 con respecto al 2019, pero el PP ganó 10. Es decir, se pierde ese colchón que hace ganar elecciones y que ahora es más necesario que nunca para aprovechar que el PP está en horas bajas por la pésima gestión de Mazón en Valencia.

Montero no lo tiene fácil porque ya está recibiendo ataques en dos líneas. La acusan de utilizar el Ministerio de Hacienda para hacer política y de haber traicionado los intereses de Andalucía al aceptar un nuevo modelo de financiación para Cataluña. En los corrillos con los periodistas, en el acto de los «50 años de España en libertad», sacó a relucir su talante y dijo que «voy a agotar la legislatura», siguiendo el modelo de Salvador Illa que se mantuvo al frente de Sanidad hasta el último minuto, porque «es compatible» el trabajo en el Ministerio y la responsabilidad en el PSOE andaluz. También se ha mostrado partidaria de presentar un proyecto de Presupuestos porque «estoy dispuesta a hacer esfuerzos si hay perspectiva».

La candidata a secretaria general del PSOE de Andalucía no se ha escondido ante lo que se prevé el ataque más contundente que tendrá que solventar: la financiación autonómica. «La financiación singular no la habría apoyado si ello hubiese colisionado con los intereses de Andalucía», afirmó, rotunda. Esa será una de sus primeras tareas porque las comunidades, a falta de presupuestos, ponen sus miradas en la quita de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómica que Cataluña cifra en 15.000 millones.

Ahora le toca a Montero confeccionar un equipo que aglutine las diferentes sensibilidades del PSOE andaluz, incluidos los «susanistas». Ayer dio una muestra de su disposición al decir que contará con Juan Espadas porque «aquí no sobra nadie». Ha dado el paso a presentarse porque «no se entendería que no diera ese paso», y en el PSOE andaluz la esperan con los brazos abiertos con la esperanza de revertir una tendencia que se ha convertido en una losa en el otrora granero socialista.











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