Estados Unidos en el conflicto entre Israel e Irán, por Óscar Vidarte
(Nota del editor: la columna se escribió menos de 24 horas antes del inicio formal de operaciones militares de los EEUU en Irán)
La pregunta de la semana es si Estados Unidos va a involucrarse directamente en el conflicto entre Israel e Irán. En principio, si bien ya participa brindando respaldo político y militar a Israel, el gobierno estadounidense ha señalado que no es parte de la campaña militar iniciada por Israel, ¿pero hasta cuándo?
En ese sentido, se especula mucho acerca de la importancia que tiene Estados Unidos para destruir la planta de enriquecimiento nuclear de Fordo, la misma que se encuentra escondida en las montañas al sur de Teherán y que requiere de tecnología bélica que solo posee la potencia mundial. Si el objetivo de Israel es acabar por completo con el programa nuclear iraní, este paso resultaría indispensable.
No obstante, existen dos razones que hacen dudar que Estados Unidos decida verse envuelto en el conflicto. En primer lugar, la política exterior que ha desarrollado Trump tiene rasgos neoaislacionistas. Siguiendo el accionar de Estados Unidos hasta mediados del siglo pasado, Trump ha demostrado una preocupación mayor por los asuntos internos. Su brusca salida de Afganistán (propiciando el regreso del Talibán al poder) y su interés por acabar como sea la guerra en Ucrania (incluso en desmedro de su aliado ucraniano), denotan que sus prioridades no pasan por conflictos lejanos y ajenos a los intereses de la población que lo apoya.
En segundo lugar, para el gobierno estadounidense aun resulta muy reciente el fracaso en Afganistán e Irak. Estos conflictos supusieron un costo económico importante, sin grandes resultados. Si la idea era estabilizar Medio Oriente y derrotar al terrorismo islamista, la región es un caos y organizaciones como Al Qaeda y el Estado Islámico siguen existiendo. Pretender iniciar otro conflicto con una de las potencias de la región -el mismo que podría implicar una invasión prolongada (si es que el propósito final fuese cambiar al régimen)-, no parece ser una buena decisión.
Nadie sabe que va a suceder mañana, el conflicto entre Israel e Irán viene escalando hace varios meses y se pueden venir cosas peores, pero ojalá Estados Unidos no complique más la situación. De todas formas, el hecho que el gobierno estadounidense haya decidido dar un plazo de dos semanas para decidir si ataca o no Irán, expresa lo difícil que implica tomar tal decisión.