Sabía perfectamente la edad de la chica, mantuvo relaciones sexuales plenas con ella y no cabe aplicar el 'in dubio pro reo' y su presunción de inocencia, pues «existió prueba de cargo». Son los argumentos que sostiene el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León para desestimar el recurso interpuesto y confirmar la condena a un profesor por agresión sexual sobre una menor, de 15 años , a la que daba clases particulares de Matemáticas en su casa. El fallo de la Sala de lo Civil y Penal ratifica así la pena dictada por la Audiencia Provincial de Valladolid, que imponía al hombre una condena de nueve años de cárcel -las acusaciones pública y particular habían pedido entonces 13-, así como la prohibición de aproximarse a menos de 500 metros a la víctima, su domicilio, centro educativo, formativo o de trabajo o lugares que esta frecuente, además de la prohibición de comunicarse con ella por cualquier medio, establecer contacto alguno con la chica durante 19 años. También, libertad vigilada por un lustro, inhabilitación para cualquier profesión que conlleve contacto con menores y un a indemnización de 20.000 euros. La Audiencia Provincial, en su sentencia ahora ratificada, consideró al profesor autor de un delito de agresión sexual sobre menor de 16 años, con acceso carnal, sin violencia o intimidación, y con prevalimiento de relación de superioridad. Los hechos juzgados se remontan a octubre de 2020, cuando el hombre comenzó a impartir clases particulares de Matemáticas a la chica en su vivienda. Él tenía entonces 52 años; ella, 15. Y ahí comenzó a «seducir» a la menor e intimar con ella. Le escribía mensajes en el material escolar y remitía fotos con la moto diciendo que si querían dar un paseo. Le llegó a hacer algún regalo y le dijo que abriera cuentas en las aplicaciones Instagram y Telegram para comunicarse entre ellos. Y ahí, con otros nombres comenzaron a intercambiar mensajes «de contenido amoroso, apercibiendo el condenado a la menor para que, una vez recibidos y leídos, los borrara inmediatamente». No habían pasado ni dos meses del inicio de las clases cuando, en diciembre el profesor dijo a la chica que acudiera a su casa para una taller de la asignatura. Pero al llegar al domicilio, la víctima vio que no había nadie más. Él la llevó a la parte de arriba de la vivienda, bajó la persiana, puso música y comenzó a desnudarse . Sobre un camastro, comenzó a tocar a la alumna «por todo el cuerpo, a lamerla en sus partes íntimas y a masturbarla con la mano, atrayéndola para que le practicase sexo oral, lo que la menor realizó», recoge el fallo. Seguidamente, se puso encima de ella e «introdujo su pene en la vagina de la menor sin preservativo», para d espués volver a penetrarla vaginalmente con preservativ o. Antes de que la chica se marchara a casa, le advirtió de que no contar a nadie lo sucedido. Ella no lo hizo en ese momento, pero días después su padre comprobó en el teléfono móvil de su hija -que trataba de esconder el terminal- llegaban mensajes de contenido amoroso, ante lo que la menor aseguró que eran de su profesor, fruto de un «rollito de verano» . Las clases particulares acabaron ahí. Al estío siguiente la chica dijo a su pareja que había mantenido una relación sexual con su profesor particular, pero sin dar muchos detalles. Y ya en enero de 2022 s e lo confesó a su orientadora escolar , quien le dijo que debía contárselo a sus padres. Lo hizo ese mismo mes, ante lo que se interpuso la denuncia que ha llevado a la pena ahora ratificada por el TSJ en una sentencia contra la que cabe recurso de casación.