Crítica de 'F1: La película': Calentando... motores ★★★
Vamos a hablar alto y claro ya de entrada: si a usted, estimado lector o lectora, le encanta la velocidad, los coches del tipo Scalextric, la Fórmula 1, pero, por encima de todo, si le pirra[[LINK:TAG|||tag|||6336119a87d98e3342b26674||| Brad Pitt]] por los motivos, ejem, que sean, le ha tocado la lotería con este filme, y eso que aún no estamos ni en agosto para haber empezado a comprar billetes.
Sobre los primeros «me gusta», que podemos englobar en el aparataje visual de la cinta, los 300 millones que ha costado se notan pero una barbaridad, y siempre para bien, porque las carreras de automóviles están tan sumamente bien rodadas, son tan realistas, que te mareas nada más verlos llegar a cada curva como si estuviésemos montados en uno de esos estilizados trastos. Y sobre lo segundo, que englobaremos en «el asunto Pitt», solo añadiré que continúa teniendo el mismo carisma y encanto frente a una cámara que cuando comenzó a despuntar con «Thelma y Louise», y que la estrella, que va camino de los 62 años tan pichi, (aunque algunos primeros planos ofrezcan pistas sobre el tratamiento facial realizado), está francamente estupendo de físico. Y de ahí que hayamos elegimos la foto que manda en la doble, porque, frente a una con los bólidos echando chispas y derrapando, pareció mejor opción ver al actor en su máximo apogeo y darnos una alegría de paso.
La historia es lo que falla: Sonny Hayes, apodado «el más grande de todos los tiempos», se convirtió en un fenómeno de este deporte durante la década de los 90 hasta que un accidente en la pista casi acaba con su vida y carrera. Treinta años después, el cínico, desencantado y pelín machista Hayes se ha convertido en un piloto nómada a sueldo que vive en una caravana y al que contacta su antiguo compañero de equipo, Rubén Cervantes (el sólido [[LINK:TAG|||tag|||6336192d1e757a32c790c32c|||Javier Bardem]], un valor siempre seguro; parece ser que solo le saca un centímetro a Pitt de estatura; pues parece más), propietario de un equipo de Fórmula 1 en serios apuros; de hecho, está al borde de la quiebra. Total, que Rubén convence a Sonny para que vuelva por la puerta grande o de tamaño mediano y tenga así una última oportunidad para salvar al grupo y ser el mejor del mundo.
Su compañero será el novato Joshua Pearce, parece que una estrella mediática en ciernes que todavía espera los tuppers de mamá ansioso y tiene en cuenta cada uno de los consejos que la enérgica señora le da. Obvio: Sonny y Pearce comienzan llevándose como el perro y el gato mientras el protagonista se va enamorando de la directora técnica, otra mujer con dos pares, y Sonny comienza a hacer de todo para que los suyos vayan ganando puestos; lo que sea. En resumen: un filme entretenido, bastante (lo que no significa que las dos horas y media largas de duración a veces se noten demasiado), donde, en el fondo, lo que cuenta es lo de menos. Aquí lo que realmente les importaba a los mandamases del producto era rodar todo un espectáculo, lo que han conseguido. Bueno, y que Brad se quitase de vez en cuando la camiseta para sentir un poquito de vértigo más...
Lo mejor: Las carreras de coches están tan bien rodadas que marean; bueno, y Pitt
Lo peor: Que aquí la historia es lo de menos, «sacrificada» en aras del espectáculo