Una teoría plantea que los gallegos llegaron a Australia antes que nadie, aunque sigue sin pruebas sólidas para cambiar la versión oficial
Teoría alternativa - La San Lesmes zarpó desde Galicia en 1526 y, tras perder contacto con su expedición, habría alcanzado Oceanía según la hipótesis del historiador Robert Langdon
La cueva de la Edad de Hielo ocupada más antigua de Australia está a más de 1.000 metros de altura
Los mapas europeos del siglo XVI ya mostraban una enorme masa de tierra al sur de Asia, señalada sin nombres definidos y con contornos imaginarios. Esa Tierra Austral no tenía ubicación concreta, pero servía de anclaje geográfico para la idea de simetría que dominaba entonces la representación del mundo.
Diferentes potencias se lanzaron a buscar ese continente, alimentando una competencia entre los que partían del Pacífico y los que lo bordeaban por el Índico. Mientras los británicos no reclamaron formalmente su costa oriental hasta el siglo XVIII, varios navegantes neerlandeses ya habían cartografiado otras regiones, y una vieja carabela gallega podría haberse adelantado a todos ellos.
Unos cañones en un atolón del Pacífico reactivaron la historia cuatro siglos después
En 1526, una carabela con tripulación mayoritariamente gallega desapareció en el Pacífico tras separarse de una expedición enviada desde A Coruña. Su nombre era San Lesmes y, según el historiador australiano Robert Langdon, acabó recalando en varios puntos de Oceanía, entre ellos la Polinesia Francesa, Australia y Nueva Zelanda.
La hipótesis cobró fuerza a partir de un hallazgo realizado en 1929 en el atolón de Amanu, donde se encontraron varios cañones españoles que, según explicó Langdon en su libro The Lost Caravel, habrían sido arrojados al mar para reflotar la nave.
La teoría se apoya también en otros indicios, como el descubrimiento de restos metálicos en Nueva Zelanda que, según esta línea de investigación, podrían haber pertenecido a los náufragos de la San Lesmes. Langdon planteó que los supervivientes se integraron con los pueblos autóctonos y dejaron rastros culturales, lingüísticos y arquitectónicos.
Entre esos rastros, uno de los más llamativos es la presencia de estructuras conocidas como patakas, unos graneros elevados construidos por los maoríes y que guardan un parecido evidente con los hórreos gallegos.
Este paralelismo arquitectónico se ha interpretado de forma diversa. Para Langdon, representaba una posible huella cultural de los marineros gallegos en las islas del Pacífico. Para otros investigadores, la coincidencia responde más a necesidades prácticas comunes en distintas culturas agrícolas. En cualquier caso, el parecido entre ambos tipos de granero ha sido uno de los puntos recurrentes en los debates sobre contactos tempranos entre Europa y Oceanía.
Un árbol centenario en Galicia sugiere que alguien volvió del otro lado del mundo
A esa posible influencia cultural se añade la presencia en Galicia de una especie vegetal originaria de Nueva Zelanda. Dentro del recinto de la Policía Local de A Coruña crece un metrosidero que, según diversos estudios botánicos recogidos por medios locales, podría tener entre 400 y 500 años. Esta longevidad ha llevado a algunos expertos a plantear la posibilidad de que su semilla fuera traída por un marinero gallego que logró volver de aquel naufragio en el Pacífico.
Langdon también destacó otras evidencias indirectas, como descripciones de exploradores británicos posteriores que mencionaban rasgos físicos occidentales entre algunos grupos indígenas o el conocimiento del uso de metales en zonas donde se suponía que no había contacto con Europa.
En su libro, el historiador australiano afirmó que “Torres había descubierto Australia sin ser consciente de ello”, en referencia a Luis Váez de Torres, otro navegante español que atravesó el estrecho que hoy lleva su nombre. Para Langdon, este tipo de precedentes subraya que la presencia española en Oceanía pudo haber sido más amplia y temprana de lo que recogen las versiones tradicionales, lo que daría mayor plausibilidad a la ruta seguida por la San Lesmes.
La historia oficial se resiste a cambiar pero las dudas siguen creciendo
Las investigaciones más aceptadas por la comunidad académica, sin embargo, sostienen que fueron los navegantes neerlandeses los primeros europeos en avistar y cartografiar Australia, a comienzos del siglo XVII, seguidos por James Cook en el este del continente en 1770. Aun así, la posibilidad de que otras expediciones hubieran llegado antes sigue alimentando nuevas líneas de estudio y teorías complementarias.
Aunque no se ha podido probar de forma concluyente que la San Lesmes alcanzara Australia o Nueva Zelanda, la recopilación de restos, mapas y testimonios antiguos ha mantenido vivo el debate. Algunos investigadores defienden que los documentos conservados no recogen toda la actividad marítima del siglo XVI, por lo que ciertas expediciones podrían haber quedado al margen del relato oficial.
La propuesta de Langdon sigue sin haber sido aceptada por la mayoría de los historiadores, pero ha generado un campo de estudio alternativo que ha puesto el foco en rutas marítimas menos exploradas. Mientras tanto, los restos de la San Lesmes continúan sin ser localizados del todo y las patakas siguen de pie en tierras maoríes, alimentando una duda que ha atravesado cinco siglos.