A Sánchez le ha venido Vox a ver
Quién iba a decirle a Santiago Abascal que acabaría echando un cable al presidente Sánchez. El melón que se ha abierto en Torre Pacheco tras el enfrentamiento de varios grupos ultras con los magrebíes, a raíz de la agresión a un anciano, ha conseguido opacar que el Gobierno haya entregado a los secesionistas la Hacienda catalana, que nos olvidemos de los relajantes locales del suegro Sabiniano y que aparquemos ese plan anticorrupción con más agujeros que un colador que ni las feministas soportan. Por no hablar de Paco Salazar y de sus presuntas «actitudes babosas», que han quedado en agua de borrajas. Ni siquiera nos hemos percatado del plan de «huida» del hermanísimo David Sánchez, con intención de poner rumbo a Japón, y mira que está lejos Japón (No me pises que llevo chanclas).
Los discursos de Vox, que calentaron un ambiente ya caldeadito, son consabidos: inmigrante ilegal, delincuente. Es lo que venden a las claras en sus redes cada vez que cuelgan noticias relacionadas con la criminalidad por parte de indocumentados, especialmente magrebíes. Pero, de puertas para dentro la realidad difiere. Visto sobre el papel, el discurso se frena. A los de la formación verde, y lo sé de buena tinta, les escuece que se ponga «contra los magrebíes», pese a que les relacionen siempre que tienen ocasión con incidentes ocurridos en algún barrio sin tener en cuenta si son legales o ilegales. Tirar la piedra y esconder la mano.
Ha ocurrido esta semana cuando han colgado un cartel con la cara del vicepresidente Ignacio Garriga con fecha, hora y lugar con el lema «¡Basta ya! Vecino: exige seguridad. Ven a Polinyà», enlazándolo con una noticia que rezaba: «Este es uno de los magrebíes detenidos tras intentar robar a varios jóvenes españoles del municipio». Pues resulta que para los de Abascal esto «no es una convocatoria», sostienen rotundos, y reiteran por activa y por pasiva a través de mensajes de WhatsApp que no es «contra los magrebíes». No se debe tener un doble discurso. Al pan, pan y al vino, vino.
Mientras, los de Feijóo se lo dejaron clarinete enzarzándose con ellos en una batalla vía «X»: «Que nadie cuente con nosotros para agitar las calles de nuestro país (esto iba por Vox), pero que nadie nos pida ayuda (el nadie es Sánchez) para convertir España en un coladero para las mafias». Y Vox respondía sobre los populares: «Son la estafa más ridícula de la política española desde que Pablo Iglesias dijo que se quedaría a vivir en el barrio». Una comparativa un poco traída por los pelos, y no me refiero precisamente a los del exdirigente podemita, que ahora verá disminuidos sus ingresos al quedarse sin curro en la Complutense. ¡Cuánta juventud se verá huérfana de valores!
Vox, sobre el PP: "Están en campaña de unas elecciones que no se han convocado". Le dijo la sartén al cazo
Y, por último, apuntan en Vox que en el PP «están en campaña electoral de unas elecciones que no se han convocado». Le dijo la sartén al cazo. Pero quienes no buscan las urnas son los de Sumar, porque ni están ni se les espera, y, ante este vacío de la «izquierda auténtica», toma las riendas una envalentonada Ione Belarra que, sacando macarrería y un «ven a por mí si te atreves», arremete contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, reafirmándose en sus declaraciones sobre que en algunos de ellos existe una infiltración de ideología neofascista y racista. «Asumiremos el coste político de decir la verdad». Confiemos en que el coste no solo sea político, sino que también tenga que pagar las costas judiciales tras la querella que le ha interpuesto el Sindicato Unificado de Policías (SUP). Porque tocar el bolsillo duele más.
Esta serpiente de verano de la inmigración nos va a acompañar, como mínimo, hasta el 28 de agosto, que es cuando el Gobierno pretende, eso sí después de irse de vacaciones, trasladar a los menores migrantes no acompañados desde Ceuta, Melilla y Canarias (que ya podía aprovechar Sánchez el Falcon, ya que veraneará allí, y traer a algunos a la vuelta para ahorrarnos un dinerillo en transporte). La mayoría de las comunidades gobernadas por los populares se mantienen en su «nanai» a recibirles.
Es el día de la marmota. Corrupción, inmigración y secesionismo. ¿Y si los partidos se tomaran con tanto afán otros temas como por ejemplo la discapacidad o la dependencia? Otro gallo nos cantaría. Y perdónenme, que yo también caigo en su mercadotecnia.