El agua es uno de los recursos más valiosos y limitados en la agricultura. Al ser un bien escaso, cualquier agricultor se preocupa por realizar un uso correcto del mismo, especialmente en aquellas zonas donde la pluviometría es más baja o en los periodos de gran estrés hídrico. Con el desembarco de la tecnología se ha extendido el uso del riego inteligente para optimizar el consumo de agua y energía en la irrigación de cultivos. «Gracias a la monitorización en tiempo real, la recopilación de datos, el uso de sensores y la automatización, ya no se trata solo de regar, sino de decidir cuándo, cuánto y dónde hacerlo, basándose en información concreta», afirma Manuel Hernández, gerente de Maher Electrónica, empresa especializada en programadores de riego. Este enfoque de precisión permite regar solo cuando y donde se necesita, evitando excesos y pérdidas por escorrentía, reduciendo así el consumo de electricidad o combustible al utilizar las bombas únicamente el tiempo necesario. «Se mejora la salud del cultivo al prevenir problemas como el encharcamiento, las enfermedades por hongos o el estrés hídrico», puntualiza Hernández. Además, el sistema permite también inyectar fertilizantes disueltos junto al agua, asegurando que los nutrientes lleguen directamente a la raíz. «Esto se traduce en un menor uso de fertilizantes con el mismo efecto, evitando la sobrefertilización y la acumulación de sales y químicos que pueden deteriorar la fertilidad del suelo a largo plazo», añade el gerente de la firma. José Ugarrio, técnico de Asaja, la asociación agraria de jóvenes agricultores, habla muy positivamente del papel que la tecnología ocupa en el campo. «Se empezó con el riego por goteo y posteriormente se ha ido complementando con programadores vía satélites ya que puede no haber cobertura», indica. Gracias a ella riegan cuando la planta lo necesita o en los puntos que más lo necesita, dosifican el agua y si detecta una anomalía para de el riego. No obstante, desde Asaja apuntan a dos inconvenientes para su implementación general. Por un lado, el precio. «El agricultor intenta tenerla cuando se lo puede permitir. Es una tecnología que va a un sector minoritario de la población y para el pequeño agricultor continúa siendo cara», resalta Ugarrio. Por otro lado, «hay que tener en cuenta que sigue habiendo muchas zonas rurales sin acceso a internet y de nada sirve esta tecnología si no hay conexión. Por eso muchas veces se recurre a los satélites», aclara. No obstante, asegura que el agricultor no es reacio a todos estos cambios, «son herramientas que le facilitan la labor solo que en muchas ocasiones no pueden costearlo. Para regar una o muchas hectáreas, tienes que tener una red y no es lo mismo la amortización del equipo para 3 o para 300 hectáreas», resaltan desde Asaja. Muchas empresas dedicadas al desarrollo de sistemas de riego inteligente han ido mejorando y perfeccionando la tecnología utilizando ofreciendo a los agricultores herramientas cada vez más completas. La empresa BrioAgro lanzó el sistema AQUA como una evolución de los sensores BrioAgro ViTA, que controlan las constantes vitales en las que se desarrolla el cultivo. «Este sistema proporciona la información necesaria para regar justo en el momento en que el cultivo lo necesita», explica José Luis Bustos, socio cofundador de BrioAgro. Basándose en fundamentos agronómicos y apoyado en tecnología innovadora, «se realiza una interpretación agronómica de los datos para mostrar al agricultor el momento preciso en que debe regar», puntualiza. Una vez que se sabe cuándo y cuánto hay que regar entra en juego AQUA, el actuador de riego encargado de ejecutar el riego en el momento exacto. BrioAgro utiliza sensores avanzados, internet de las cosas (IoT), cloud computing, algoritmia e inteligencia artificial. «Su más destacado elemento diferencial es el algoritmo de calibración de humedad del suelo empleado, que se adapta al tipo de cultivo y suelo, y se mejora mediante inteligencia artificial», resalta Bustos. Además emplea meteorología geolocalizada e imágenes satelitales multiespectrales. Los datos de los sensores se recogen cada pocos minutos en la finca, no se almacenan en los dispositivos de campo, sino que se envían a internet, donde se almacenan y procesan. Tal y como resalta el cofundador, «posteriormente, el agricultor los puede visualizar, ya como información interpretada, adaptada a su cultivo y tipo de suelo, que puede consultar desde su teléfono móvil u ordenador». Este sistema se usa más en cultivos de regadío, en cualquiera de ellos, «tenemos experiencia en más de 60 familias de cultivos, prácticamente todos: hortícolas, leñosos, frutales, cereales, leguminosas, aromáticas, tropicales, semilleros, cultivos para industria y alimentación animal… tanto al aire libre como bajo invernadero», aclara Bustos. Actualmente, también están utilizando puntos de monitorización en cooperativas de secano, para ofrecer a los agricultores información climática y sobre lo que ocurre en el suelo, junto a las raíces. Ahorro de agua, fertilizantes, fitosanitarios, mano de obra dedicada al riego y energía son los beneficios que trae al agricultor. Además, «el ahorro energético es lineal: si se ahorra un 30% de agua, se reduce en un 30% la factura energética asociada al bombeo». Y aseguran que este sistema no supone una fuerte inversión económica ya que «se puede empezar desde 1.500 euros, una inversión que se amortiza en pocos meses. A partir de ahí, puedes ir ampliando funcionalidades para avanzar hacia el fertirriego inteligente, que es la máxima funcionalidad del sistema AQUA, o hacia más sensores de suelo, climáticos o de cultivo», puntualizan los socios. En Maher Electrónica llevan más de 20 años desarrollando soluciones tecnológicas para el control del riego y el clima, adaptándonos a las distintas necesidades del campo. «Contamos con una gama de programadores pensada para cada tipo de necesidad: Ciclón, ideal para riego convencional; Ferti 8000, especializado en el control de pH y conductividad; Maher Smart, que combina fertirrigación y clima en un solo equipo; y Maher Clima, diseñado exclusivamente para la gestión ambiental», explica Manuel Hernández, gerente de Maher Electrónica. Todos sus equipos se integran con Maher App, «una plataforma intuitiva que permite control remoto, análisis de datos y una gestión centralizada que facilita la toma de decisiones con precisión y eficiencia», añade. Desde esta compañía afirman que el agricultor español es consciente de que necesita herramientas eficientes para seguir siendo competitivo y sostenible. «Cualquier tecnología implica una inversión inicial y los sistemas de riego inteligente tienen un retorno muy rápido gracias a la optimización de insumos y al aumento en la productividad», resalta Hernández. Muchas de sus soluciones son escalables y se adaptan al tamaño de cada explotación conforme va creciendo sin necesidad de adquirir un nuevo equipo. «Ahora mismo hay en funcionamiento equipos con más de 20 años», puntualiza. Estas soluciones están diseñadas para adaptarse a cualquier cultivo: desde frutales, hortalizas y viña, hasta cultivos en invernadero o extensivos con necesidades específicas. «Gracias a la modularidad y personalización de nuestros equipos, podemos ajustarnos a las particularidades de cada finca y cultivo», explica el gerente. Ellos han optado por la facilidad de uso y a través de la Maher App el agricultor puede controlar su instalación desde cualquier lugar, sin necesidad de conocimientos técnicos avanzados. Una de las preocupaciones de Francisco Sánchez Millán cuando estaba realizando su tesis doctoral en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) era conseguir un sistema de riego inteligente de bajo coste accesible a los pequeños agricultores. El prototipo desarrollado fue para cultivos sin suelo, especialmente sensibles a las necesidades hídricas. De esta forma, los agricultores podían aumentar su productividad sin necesidad de grandes inversiones. Ingeniero industrial, doctor por la UPCT, Sánchez Millán es responsable de desarrollo de Producción de la empresa Riegos y Tecnologías (RITEC), la cual está comercializando el producto desde hace unos meses. Y ya ha sido adquirido para su instalación en explotaciones de Navarra y Mazarrón. Para llegar a puerto, fueron necesarios varios años de trabajo de investigación en colaboración con el CEBAS-CESIC y con la UPCT. Con su sistema desarrollado es posible registrar las variaciones de peso en las bandejas de cultivo, así como la temperatura, el pH y la conductividad del drenaje, para activar automáticamente el riego cuando lo necesitan las plantas, estimando también la evapotranspiración. Se pueden monitorizar y modificar los caudales mediante un software que se puede controlar desde el móvil. Francisco Sánchez Millán se muestra muy satisfecho por la acogida que está teniendo su sistema. Una de las ventajas que tiene es que «al reducir el cableado el sistema es rentable, incluso con múltiples zonas de cultivo», explica el ingeniero. Por otro lado, es compatible con cualquier tipo de controlador de fertirrigación mediante el empleo de activaciones externas.