El tren bioceánico y el desarrollo regional
En los últimos días, la controversia acerca de la inacción del Estado peruano ante la construcción del tren bioceánico Perú–Brasil ha despertado indignación en la ciudadanía.
Y es que dicho proyecto representaría una oportunidad histórica de inversión en infraestructura que podría transformar la competitividad del país. Por ende, aceleraría el cierre de brechas sociales entre regiones.
Se trata de una obra de integración continental que, bien planificada y ejecutada, puede convertirse en uno de los proyectos más importantes del siglo para el Perú, junto con el puerto de Chancay.
La última edición del Índice de Competitividad Regional (Incore 2025), publicada por el Instituto Peruano de Economía (IPE), recuerda que el bienestar ciudadano está intrínsecamente ligado a la productividad.
Parte de la deuda histórica que aún mantiene el Estado peruano con las regiones tiene que ver con el cierre de brechas de redes logísticas modernas que las conecte con los grandes mercados.
En ese sentido, el tren bioceánico, más que un ferrocarril, sería una arteria de integración, de comercio, inversión y competitividad para territorios históricamente marginados.
Por eso resulta desconcertante que, hasta hoy, el Gobierno central no haya otorgado prioridad institucional a este megaproyecto, a pesar de que países como Brasil y China ya avanzan con estudios técnicos desde sus respectivos lados.
Torre Tagle debe liderar esa participación con visión estratégica para no seguir quedando excluido de la planificación del corredor logístico más importante de Sudamérica.
El desarrollo de un país solo florece cuando existen las condiciones adecuadas para aprovechar su potencial regional.
No se trata de una fantasía desarrollista. Como bien señala el IPE, el único camino hacia una mejor calidad de vida es mayor productividad, y esta no llegará nunca a territorios sin acceso, sin vías modernas, sin integración económica.
Un tren bioceánico bien planificado puede marcar el inicio de una transformación real.
El Perú no puede seguir postergando proyectos estratégicos que lo conecten con el futuro, menos aún, aceptando solo trenes chatarra como los gestionados por el actual alcalde de Lima.