Los sueños de Georges Perec
La cámara oscura (Impedimenta) no es el mejor libro del celebrado e influyente creador francés Georges Perec (1936 – 1982). Pero en lo personal, es el que más se acerca a su mundo, a su mente, a esa cocina cerebral en la que se cuecen las cimientes de su poética, no solo proyectada en la literatura, sino igualmente en el cine y la pintura. Documento inquieto, nada racional; suprema cólera para los realistas y amantes de la lógica. Por momentos, los sueños, 124 en total, resultan pesados. Hasta el más fanático de su obra, se tomará un merecido respiro, puesto que la fuerza de los sueños se justifica en las descripciones excesivamente detalladas de los mismos (marca de la casa).
Poesía pura que no admite lecturas rápidas. Esta poesía presenta más de un lazo que delinea la radiografía de las celebradas novelas de Perec, con ella hallamos más de un punto con la irregular El secuestro, W o recuerdo de infancia, Las cosas y la contundente Un hombre que duerme.
Las preguntas se me imponen por sí solas. ¿Me habría gustado La cámara oscura siendo un lector ajeno a la literatura de este francés? Lo más probable, no. Es un libro para los lectores de Perec (me consta que en Lima los hay, y en número para considerar dentro de la llamada gran minoría), en primer lugar; y para todo aquel lector relativamente entrenado.
Leí la publicación, a inicios de la década pasada (y he vuelto a sus páginas en estos días), acuciado por el espíritu del fisgón. Tengo el malsano vicio de ubicar los fluidos motivacionales de los creadores que admiro y este libro cumplió con expandir mi ignorancia sobre el trabajo de Perec. De lo contrario, de haber salido con inquietudes satisfechas, con respuestas redondas, mi ánimo sería otro.
Los autores que idolatramos, o empezamos a idolatrar, tienen el poder de hacernos más ignorantes sobre ellos en cada acercamiento. Su fuerza centrípeta, siempre lo he creído, se justifica hasta en títulos que no gozan del saludo unánime.
La cámara oscura no es más que una puerta que nos invita a cruzarla, es decir, a continuar (re)leyendo más a Perec.
Hay que releer (o descubrir) a Perec si te gusta la literatura. Muchas de las cosas que se hacen pasar hoy como nuevas, ya fueron abordadas, desde hace rato y con buen gusto, por Georges Perec.