Alassane Ouattara anuncia su candidatura para las elecciones presidenciales de Costa de Marfil 2025
Alassane Ouattara anunció este martes que volverá a presentarse como candidato presidencial en las elecciones que tendrán lugar entre octubre y noviembre de 2025. Será la cuarta vez que Ouattara busca su elección como presidente de Costa de Marfil; una victoria implicaría su cuarto mandato consecutivo desde 2010. Y existen altas probabilidades de que lo consiga.
La llegada al poder de este exbanquero de 83 años no fue sencilla. Hubo sangre de por medio. Fue en 2010, tras derrotar a Laurent Gbagbo en el proceso electoral, cuando el expresidente se negó a aceptar la victoria de Ouattara y se negó a entregar el gobierno a su contrincante. Se cerraron las fronteras del país, se restringió el acceso a la información dentro del territorio. La segunda guerra civil marfileña fue un conflicto armado que tuvo lugar entre el 25 de febrero y el 11 de abril de 2011, cuando milicias leales a Ouattara, la mayoría procedentes del norte del país, combatieron con la ayuda de tropas francesas a quienes apoyaban a Gbagbo. Tras una violenta batalla en la capital económica del país, el expresidente fue derrotado y se restauró el orden constitucional en Costa de Marfil.
Fue una guerra breve, pero perdura en los corazones de los marfileños. Los enfrentamientos pusieron en relieve las profundas diferencias que dividen el país en dos partes, norte y sur, donde se añaden diferencias religiosas, étnicas y políticas que mantienen latente la posibilidad de un futuro peligroso. Ouattara fue el encargado de evitar que fuera así y de equilibrar la balanza de poderes entre los contendientes.
Este periodista ha estado reunido en repetidas ocasiones con otros periodistas y agentes de seguridad del norte de Costa de Marfil, escuchando sus quejas: lamentan que Ouattara no aprovechara su victoria de forma más definitiva. Es decir, lamentan que la presidencia de su compatriota (del norte) no haya servido para posicionar políticamente a los norteños por encima de los sureños, que históricamente han mantenido las mayores cotas de poder. Marcados por un tipo de ambición territorial, no comprenden que la llave de la paz en Costa de Marfil consistía en no pisotear a los sureños, ni dar alas a los temores que les susurraban que la presidencia de Ouattara traería un vuelco en las dinámicas de poder establecidas.
Un crecimiento innegable
Se siguen susurrando frases peligrosas en Korhogo. Hay muchos bolsillos insatisfechos por la tibieza de Ouattara. Sin embargo, Costa de Marfil ha crecido, como nación, de forma indudable desde el inicio de su mandato. El PIB del país era de 34.000 millones de dólares en 2010; ahora roza los 80.000 millones de dólares, situando a Costa de Marfil como la segunda nación con mayor PIB de África Occidental y dentro de las diez mayores de África. El crecimiento económico es innegable. Una prueba física, palpable, capaz de ensombrecer las dudas, sería la Torre F, la que será la más alta de África y cuya construcción está teniendo lugar en estos momentos en Abiyán.
Aproximadamente 40.000 kilómetros de carreteras rurales han sido restaurados bajo su mandato, que se suma a la construcción de puentes y de proyectos hidráulicos y energéticos. La renta per cápita del país ha crecido un 25% en los últimos quince años. Las proyecciones son positivas. Y el presidente puede vanagloriarse de haber sido el único Gobierno de la región que cortó de cuajo los ataques del terrorismo islámico, casi al momento de empezar a darse en el norte del país.
Pero no es oro todo lo que reluce. Ouattara también comete errores. Cuando se postuló en 2020 para un tercer mandato, muchos protestaron, y las protestas concluyeron con 85 fallecidos. Aunque el Gobierno argumentó que los cambios añadidos a la Constitución de 2016 "reiniciaba" el conteo de mandatos, la oposición lo consideró una interpretación forzada que vacía de sentido el límite constitucional.
Políticos opositores del partido PDCI han sido arrestados por las autoridades, igual que otros, como Guillaume Soro, se han visto empujados al exilio. La corrupción persiste en el país, sumada a dinámicas de favoritismos. El informe país publicado por Amnistía Internacional en 2024 exponía que, en Costa de Marfil, "continuaban en vigor disposiciones legales que contravenían las normas internacionales de derechos humanos al imponer penas de prisión por actos que no deberían constituir delito", y denunciaba los desplazamientos forzosos registrados en Abiyán para la construcción de infraestructura.
En contra de Ouattara apenas se encuentra resistencia. La oposición está fragmentada y debilitada. Todos los grandes favoritos han sido excluidos de las listas. Tidjane Thiam (líder del PDCI y ex‑CEO de Credit Suisse), fue eliminado por una corte que lo declaró no elegible debido a su nacionalidad francesa, aun habiendo renunciado a ella en marzo de 2025; Guillaume Soro, ex primer ministro y líder rebelde, fue condenado en ausencia por intento de golpe de Estado; y Henri Konan Bédié, quien fue el mayor contrincante de Ouattara en las elecciones de 2021, falleció en agosto de 2023 por un infarto de miocardio.
Las últimas elecciones mostraron que, pese a los rumores y las quejas que fluyen, Ouattara sigue contando con el apoyo de las comunidades del norte del país. Su poder depende de ellos y de los equilibrios que se ve obligado a mantener entre el norte y el sur, entre el crecimiento económico y el deterioro democrático.