El regreso de Jaime Bayly: “La noche es virgen”
“No sé si esta novela es buena o mala. Sé que la publicó en España una editorial de prestigio. Sé que ganó un premio que goza o gozaba de cierta reputación. Pero eso no necesariamente la hace buena. Muchas novelas malas e incluso malísimas ganan premios y son publicadas”, se lee en el prólogo de Jaime Bayly a la nueva edición, publicada por Revuelta, de su novela La noche es virgen, la cual presentó en los primeros días de la FIL de Lima.
Esta es la cuarta novela de Bayly. Se publicó en el año 1997 a razón de que resultó ganadora del XV Premio Herralde de Novela, cuyo jurado calificador estuvo integrado por Salvador Clotas, Juan Cueto, Luis Goytisolo, Miguel Sánchez-Ostiz, Esther Tusquets y Jorge Herralde. La noche es virgen fue declarada ganadora por unanimidad.
Antes de esta novela, Bayly había publicado No se lo digas a nadie (1994), Fue ayer y no me acuerdo (1995) y Los últimos días de La Prensa (1996), títulos con los que el escritor y periodista había ingresado al circuito literario sin pasar desapercibido debido a su trayectoria en medios televisivos. Este aspecto, el de la figura mediática, impidió, incluso hasta hoy, valorarlo literariamente en buena lid. Esa falta de valoración también ha sido generada por el propio autor a causa de algunos artículos periodísticos. Es decir, sobre la obra literaria de Bayly hay prejuicio y a la vez silencio (a manera de castigo, por decirlo de alguna manera).
Lo dicho obedece a la recepción del Bayly escritor en el circuito literario local. Por eso, cuando La noche es virgen salta al ruedo, lo hace en un contexto en donde Bayly sumaba lectores y la crítica aseveraba que no tenía el más mínimo talento literario. Esta segunda impresión se hizo más fuerte cuando comenzaron a llegar los rumores de la importancia del Herralde de Novela. Hasta entonces, lo habían ganado Álvaro Pombo (1983), Sergio Pitol (1984) y Javier Marías (1986), por citar algunos nombres ilustres. Después de Bayly, se alzaron con este galardón Roberto Bolaño (1998, con Los detectives salvajes), Marcos Giralt Torrente (1999), Enrique Vila-Matas (2002, con El mal de Montano), Alan Pauls (2003, con El pasado), Juan Villoro (2004) y Alonso Cueto (2005, con La hora azul). De lejos y de cerca, nos estamos refiriendo a un premio a tener muy en cuenta más allá de si su presente es o no auspicioso.
Gabriel Barrios es un joven y exitoso presentador de televisión. Es la Lima de los 90 y nuestro protagonista sale en las noches a devorar lo que encuentre en el camino. Gabriel Barrios es gay y el discurso de la novela está pautado por esta sensibilidad, que es frágil en cuanto a la falta de un amor real que lo entienda; y del mismo modo por una actitud políticamente incorrecta (ver sus comentarios sobre los limeños, a saber). Gabriel Barrios y sus compañeros de ruta no dudan en entregarse a las drogas y demás estimulantes que depara la noche. Sigue siendo una novela entretenida.
Pero lo que gusta más de la relectura, es la frescura de la dimensión formal de La noche es virgen. Narración fragmentada, sin mayúsculas, que tiene más del aliento poético que del narrativo, ideal para reforzar el mundo convulsionado de Barrios, que por ser tal no se pierde en la autocompasión. De haber sido narrada de la manera convencional, sin duda, la novela hubiera perdido intensidad e incluso verosimilitud. Además, esta dimensión formal solo podía funcionar en las distancias cortas y en ese marco Bayly puso su marca habitual: la exposición personal.
Si bien el mundo ha cambiado, se supone que ahora hay más amplitud de mente, no voy a negar que La noche es virgen puede incomodar mucho más hoy que hace 20 años. Ojo ahí.