Cédulas
Nuestro país es tan afortunado que pese a la variedad de gobiernos desde 1966, poseemos el más constante y admirable ritmo de crecimiento con estabilidad democrática de América Latina.
Hace pocas horas la Aduana reportó recaudaciones récord pese a la ralentización; el Banco Central igualmente publicó robustas cifras del flujo de remesas; el turismo crece. La economía dominicana es tan resiliente y diversificada que piropos van y vienen pese al real peligro de que el déficit del presupuesto estatal cause mayores problemas. Son preocupantes el hoyo negro de los subsidios (más de US$15 mil millones para las EDE desde 2020) y la proporción del gasto dedicado al pago de intereses por la deuda pública. Los números no mienten.
El Gobierno debe disminuir sus gastos corrientes, aumentar sus inversiones, recortar los subsidios, aprovechar la fortaleza del presidente Abinader para que sus reformas estimulen la creación de empleos y más inversiones privadas.
Aunque sea necesario que la Junta Central Electoral dote a los ciudadanos de una nueva cédula, pues los viejos carnés expiraron, este “ambicioso proyecto del nuevo documento de identidad” (como lo define la JCE), costará al país la friolera de más de RD$6,000 millones.
Carezco de detalles para dudar que los atributos biométricos modernos mejoren la seguridad del registro civil y sus documentos.
Pero merece reconsiderarse dedicar esa enormidad de dinero cuando muchas prioridades más urgentes languidecen. Las finanzas públicas, las conveniencias políticas y la necesidad del PRM de que siga mejorando la economía, son motivos suficientes y contundentes.