Algunas propuestas para el estatuto del Banco de México
La doctora Claudia Sheinbaum mencionó en una de sus conferencias matutinas que sería conveniente revisar si el Banco de México debiera de tener un único mandato de procurar la estabilidad del valor de la moneda, es decir, el control de la inflación, o debiera de añadírsele un doble objetivo, como sucede con el Banco de la Reserva Federal, el de procurar el pleno empleo, que significa velar por el crecimiento económico.
El hecho de que este doble mandato se tenga en el banco central de la economía de EU no implica que sea una situación óptima, de hecho son objetivos contradictorios. En el acontecer económico suelen darse circunstancias en las que se suscitan presiones inflacionarias —ahora por los aranceles— que afectan el crecimiento, y los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto llegan a tener una enorme confusión de hacia dónde tienen que inclinar la balanza en las decisiones de política monetaria, hacia controlar la inflación o hacia evitar la recesión. De hecho, la inmensa mayoría de los países, solo tienen el control de la inflación como el mandato prioritario o único de sus bancos centrales.
En el caso del Banco de México, en sus orígenes, en 1925 se contempló junto con el mandato de vigilar la estabilidad del valor de la moneda, y de ser el encargado exclusivo de la emisión de la moneda, además de ser el agente financiero y el banquero del Gobierno Federal, el objetivo del “desarrollo”. Como claro ejemplo de ese carisma de desarrollo, se tiene el fideicomiso denominado el FIRA, hoy en día el único instrumento de banca de desarrollo para el campo, junto con el FOCIR que otorga capital de riesgo a proyectos del sector primario.
La autonomía del Banco de México es una cuestión fundamental, y está sustentada en tres pilares. El primero es de naturaleza legal, sustentado en el mandato constitucional que establece que la misión prioritaria de la institución es procurar el mantenimiento del poder adquisitivo de la moneda nacional. Además, Banxico promueve el sano desarrollo del sistema financiero y de pagos. Es decir, en el estatuto actual, si tiene una función de “desarrollo”, pero limitada al desarrollar el sistema financiero y el sistema de pagos.
La experiencia histórica nos lleva a defender que el objetivo prioritario del Banco de México debe de ser, irrefutablemente, el control de la inflación. Más ahora que estamos regresando a una superestructura con instituciones debilitadas, con tintes dictatoriales populistas. Las finanzas del País no deben de manejarse desde el Poder Ejecutivo, nunca más. Nunca más debemos regresar al sobreendeudamiento público, a la impresión de billetes al capricho del dictador, ni a las macrodevaluaciones ni a la hiperinflación.
Pero aún prevalecen varias incongruencias y debilidades que sería bueno revisar. A continuación menciono algunas de ellas:
Es indispensable revisar el proceso de selección de los miembros de la Junta de Gobierno. Recientemente se tienen varios casos de personas que llegan ahí por su sexo, al tener que defender la paridad de género, y otras por afinidad a un proyecto político, sin que tengan cubiertos los requisitos que la propia ley marca para ser candidatos y para ser ratificados por el Senado.
Revisar la edad máxima para aspirar a ser miembro de la Junta de Gobierno. Actualmente es de 65 años. Esto ha sacado a varias personas, hombres y mujeres, que serían excelentes candidatos para ser integrantes de la Junta de Gobierno o para presidir el Banco Central, por su amplísima preparación y experiencia, que se desperdicia.
Eliminar el estatuto sobre el tratamiento de los excedentes de operación del Banco de México. Es una verdadera vacilada que la plusvalía generada por la devaluación en las reservas internacionales, le genere al banco la obligación de entregar esos excedentes al Gobierno Federal.
Revisar si el FIRA tiene que estar bajo el paraguas del Banco de México.
Revisar la estructura de la Comisión de Control de Cambios y el de la Comisión de Riesgos del Sistema Financiero. Sinceramente creo que deberían de ser cuerpos colegiados conformados por expertos absolutamente independientes al banco central y a la Secretaría de Hacienda.
Elevar a rango constitucional la intocabilidad de las Reservas Internacionales. Estas deben de blindarse contra la tentación constante de los políticos de utilizarlas para fines políticos o electorales.
Debe de revisarse a profundidad el rol del Banco de México en la supervisión y regulación del sistema financiero y de sus instituciones. Hay demasiadas contradicciones y traslapes hoy en el marco regulatorio de los bancos, del mercado de valores y de los intermediarios financieros no bancarios.