«Sin cobertura»: una comedia para unir a la familia frente a la dispersión digital
«Sin cobertura» es la segunda película que dirige la madrileña Mar Olid tras «Al otro barrio». En clave de humor, esta comedia familiar aborda el problema actual de las nuevas tecnologías en las relaciones familiares. Con esta premisa la familia protagonista, encabezada por unos padres encarnados por Alexandra Jiménez y Ernesto Sevilla, viajan a la Edad Media, concretamente a la etapa de la Reconquista española, donde tendrán que enfrentarse a retos que les son ajenos, luchando por mantenerse unidos sin la ayuda de móviles ni pantallas. Una incursión medieval con ingredientes variados para captar a un público amplio.
En relación a la intención, al mensaje crítico contra el mal uso o el abuso de las nuevas tecnologías, la cineasta Mar Olid comenta que «teníamos una intención muy clara de hacer una crítica a la dependencia que se tiene del móvil, y concretamente en los núcleos familiares, donde a veces se hace más caso a la pantalla que al niño que tienes enfrente». Entonces, prosigue, «se generó un poco eso: ¿qué pasaría si esa familia se quedase sin móviles, sin cobertura? ¿Cómo se comunicarían? Había un poco esa onda de contar cómo una familia un poco desestructurada por las pantallas, cuando vuelven de este ‘‘viaje’’ ya el móvil les importa lo normal.»
Asimismo, frente al racionalismo científico, parece que hay cabida en «Sin cobertura», aunque sea por un pequeño resquicio, para la magia, la ilusión o la fe. Así nos lo confirma su directora, Mar Olid: «Teníamos la idea de jugar con la magia, de alguna forma volver a una época antigua, analógica. Si te das cuenta –señala– Fruela (el personaje que interpreta Carmen Ruiz) podría ser la tataratatarabuela de Julia (Alexandra Jiménez), porque sí queríamos que hubiera una unión entre ellas, que la hacemos explícita a través del collar que lleva Fruela; y a través de ese collar se va a contar que a lo mejor Julia puede tener algo de la sangre de Fruela, porque en el fondo Julia lo que quería ser era científica, pero la vida le ha llevado a ser una ejecutiva de farmacéuticas. Y al final, si lo piensas –prosigue la cineasta– una científica en la Edad Media sería una maga, una brujita. Nos gustaba mucho esta mezcla de la científica moderna con la bruja, con la científica antigua, que es este juego. Al final tienes una niña muy pequeñita, que es Rita, que cree completamente en la magia. Lo bonito de Rita, al final, es que ella, que es el motor de la peli, cree absolutamente en la magia, cosa que Julia ha perdido».
Casar la comedia y la historia
No debe ser fácil casar la comedia con el rigor histórico. Y uno de los puntos fuertes donde se apoya esta película, en definitiva, de época, es en el humor: «Buscábamos un punto de comedia muy importante –asegura Mar Olid–, y para ello contamos con Ernesto Sevilla, que cualquier cosa que te diga va a tener gracia, en un papel protagónico.»
Por otro lado, comenta la directora de la película, «hemos intentado ser rigurosos en la recreación histórica, aunque es cierto que hemos hecho algunos cambios o sacrificios en beneficio de la comedia, como es el caso del personaje de Pepe Viyuela, el obispo, que es una invención nuestra. Pero el resto de los personajes están basados en la realidad».
«Nuestra guionista, Olatz Arroyo, investigó toda la historia del conde Garci-Fernández, así como la del hijo, Sancho. Ella quería hacer una cosa muy española, muy de nuestro país, y contarlo desde nuestra historia. Y, luego, aparte, Manuel Ludeña, nuestro director de Arte, hizo mucha investigación por su lado para intentar ser lo más fieles posible en decorados, vestimentas y demás», afirma Mar Olid al hilo de la fidelidad histórica de esta incursión millennial medieval.