Alcalá la Real se ha convertido en uno de los lugares que destacan por su belleza y por ser el claro ejemplo de que hay vida más allá de las grandes ciudades de moda y, por tanto, es un destino especial para los viajeros que buscan autenticidad, patrimonio y buen ambiente en el sur de España. Así lo reconoce la revista Viajar, que en su selección de los pueblos más bonitos de España para visitar en 2025 ha destacado a esta localidad jiennense, subrayando la imponente silueta de la Fortaleza de la Mota, que corona el municipio y lo convierte en un paisaje inolvidable. No es casualidad: Alcalá la Real reúne la esencia de Jaén en un mismo lugar, historia, cultura, naturaleza y gastronomía, y ofrece al visitante una experiencia completa, ya sea para una escapada de fin de semana o para una estancia más prolongada. Situada en la Sierra Sur de Jaén, a unos 60 kilómetros de la capital y en el camino natural hacia Granada, Alcalá la Real ha sido históricamente tierra de fronteras . Su emplazamiento estratégico la convirtió en enclave clave en la Edad Media, y esa condición marcó su desarrollo urbano, monumental y cultural. Hoy, esa herencia se aprecia en cada rincón: desde las murallas medievales hasta las iglesias barrocas, pasando por museos, yacimientos arqueológicos y una rica tradición gastronómica. A continuación, un recorrido por los imprescindibles que hacen de Alcalá la Real uno de los pueblos más bellos y completos del sur peninsular. La imagen más reconocible de Alcalá la Real es, sin duda, la Fortaleza de la Mota, visible desde kilómetros de distancia. Se trata de un impresionante recinto amurallado que se alza a más de mil metros de altitud y que durante siglos fue uno de los bastiones más importantes en la frontera entre el Reino Nazarí de Granada y la Corona de Castilla. El conjunto monumental conserva torres como la del Homenaje o la de la Cárcel, puertas defensivas, murallas y la Iglesia Mayor Abacial, de estilo gótico-renacentista. Además, alberga restos de barrios medievales, una antigua mezquita y espacios arqueológicos que muestran la vida cotidiana de sus habitantes. El visitante puede recorrer sus calles intramuros y asomarse a miradores espectaculares que se abren hacia un mar de olivos y montañas. La fortaleza acoge también el Centro de Interpretación de la Vida en la Frontera , que ayuda a comprender cómo era vivir en un territorio marcado por la tensión bélica, pero también por el intercambio cultural. En el corazón de la ciudad se encuentra la Iglesia de la Consolación, también conocida como Santa María la Mayor. Su construcción comenzó en el siglo XVI y se prolongó hasta el XVIII, lo que explica la mezcla de estilos renacentistas y barrocos que hoy se aprecian en sus muros y retablos. El templo se distingue por su torre de casi cuarenta metros, que se levanta como uno de los hitos más visibles del casco urbano. En su interior se venera a la Virgen de las Mercedes , patrona de la localidad, cuya devoción popular se refleja en las fiestas y procesiones. Otro de los lugares que ayudan a entender el peso histórico de Alcalá la Real es el Palacio Abacial, sede actual del Museo Municipal y del Centro de Interpretación del Territorio. Construido a finales del siglo XVIII, este elegante edificio neoclásico sustituía a la residencia abacial que existía en la Fortaleza de la Mota. Hoy, sus salas exponen colecciones arqueológicas que abarcan desde piezas romanas hasta vestigios medievales, así como muestras etnográficas que acercan la vida cotidiana de la comarca en siglos pasados. Es también un espacio dinámico con exposiciones temporales, talleres y actividades culturales. Los amantes de la arqueología tienen una cita ineludible en la Domus Herculana, un yacimiento romano descubierto en la ciudad que ha proporcionado piezas de gran valor artístico e histórico. Entre ellas, relieves, esculturas y elementos decorativos que permiten imaginar cómo era la vida en esta villa hace casi dos milenios. Muchas de las piezas recuperadas se exhiben en el Museo del Palacio Abacial , lo que enriquece la visita al conectar distintos periodos históricos y mostrar la continuidad de la ocupación del territorio. Al margen de los grandes monumentos, Alcalá la Real invita a perderse por sus barrios antiguos y calles empinadas, donde aparecen rincones con encanto, casas encaladas y pequeñas plazas. La gastronomía es otro de sus grandes atractivos. El aceite de oliva virgen extra de la comarca protagoniza platos como las migas, los andrajos o el rin-ran , además de formar parte de una tradición de tapas que sorprende a los visitantes. Restaurantes y bares ofrecen también propuestas innovadoras que combinan la cocina de raíz con guiños contemporáneos. El entorno natural de Alcalá la Real es perfecto para los amantes del senderismo y la vida al aire libre. Rutas como la de Los Zumaques , especialmente bucólica en otoño cuando los zumaques florecen o se tornan rojizos, o las cumbres como el Rompezapatos, el Marroquín o la Martina adentran en paisajes de singular belleza de bosques mediterráneos, arroyos y miradores. Estos paisajes, marcados por el olivar y las sierras que conectan Jaén con Granada, completan la experiencia de una visita que combina patrimonio y naturaleza. Con su historia de frontera, su monumentalidad, su ambiente acogedor y su riqueza cultural y gastronómica , Alcalá la Real se ha ganado a pulso el reconocimiento de la como uno de los pueblos más bonitos de España en 2025. Un título que no sorprende a quienes ya han paseado por las murallas de la Mota, disfrutado de sus iglesias y museos o compartido mesa con los alcalaínos. Visitar esta localidad es descubrir un lugar con alma de frontera , una mezcla de culturas que sus múltiples visitantes han ido dejando a lo largo de su historia. Aquí el pasado se vive con intensidad en cada rincón y el viajero encuentra motivos suficientes para volver una y otra vez.