No he leído nada sobre Kirk. Algo sí, claro. Pero no me he zambullido en su pensamiento, ni escrutado su credo, ni seguido sus debates por las universidades, en los que retaba a los estudiantes estadounidenses a rebatir su argumentario. Porque por lo visto se trataba de eso. De confrontar. Discutir. Porfiar. Convenir. Convencer. Rechazar. Aplaudir. Abuchear. Pero no matar. En ningún caso. No, no he leído mucho del que dicen era el embajador del trumpismo entre la gente joven. Sí que he escuchado aquí, en la casa de Florida donde paso unos días visitando a mis hijos, a la mujer del mayor decir que ha sido horrible. A la del pequeño, que es 'insane'. Repetir que el asesinado tiene...
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