El chef peruano que volvía de madrugada a su casa tras trabajar y estudiar hoy triunfa en Hong Kong: "Decían que no lograría nada"
Abel Ortiz, el chef peruano que hoy triunfa en Hong Kong con su restaurante Chullschick, contó a Andina que su vínculo con la cocina comenzó en la infancia, inspirado por el talento de su padre, chef de los oficiales de la Marina, y por el esfuerzo de su madre, quien trabajaba en un puesto de verduras en el Mercado Central del Callao. Sin embargo, a los siete años sufrió el golpe más duro: la muerte de su madre. “Fue un golpe muy duro porque era su engreído”, recuerda. Desde entonces, fechas como el Día de la Madre se convirtieron en momentos de tristeza. “Todos celebraban en la actuación y se compraban algún dulce. Yo me mordía los labios porque no tenía dinero. Algunos me miraban y me decían: ‘¿Quieres?… que te compre tu mamá’”, rememora.
Con el tiempo, Ortiz transformó ese dolor en fuerza. Rememora las largas jornadas de trabajo y estudio que lo obligaban a regresar de madrugada a su casa en Comas. Dormía poco, pero nunca abandonó su sueño. “Llegaba a mi casa a la 1:30 de la madrugada; pero no importaba, cada paso era para llegar a mi objetivo”, afirma.
De estudiar hasta la madrugada a triunfar en la cocina internacional
Al terminar el colegio, Abel Ortiz decidió que no quería ser uno más en su barrio y apostó por estudiar gastronomía, aunque parecía un objetivo lejano. Trabajaba de sol a sol y estudiaba hasta la madrugada, pero sus ingresos no alcanzaban para costear todos los gastos de la carrera. “Tenía que ahorrar. Había que comprar los zapatos, cuchillos, tantas cosas, y no podía, pero no me rendí y me dije: ‘Yo tengo que trabajar con los mejores’”, recuerda.
Ese esfuerzo lo llevó a ser premiado con estudios en Argentina y a integrarse en algunos de los restaurantes más prestigiosos: Central, de Virgilio Martínez; San Honorato, en Córdoba; y Manifiesto, Tanta y Cautivo, en Lima. En 2013 ingresó a Mayta y, en 2014, a Nuna, en Punta del Este. Finalmente, de la mano de Jaime Pesaque, dio el salto definitivo a Hong Kong.
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El desafío de fundar Chullschick
Tiempo después, Abel Ortiz decidió crear Chullschick, invirtiendo en el proyecto los ahorros de toda su vida junto a tres socios. Pero cuando ya había pagado el depósito del local, el horno en el Perú y hasta su pasaje para viajar, los socios se retiraron. “Me caí en ese momento, me puse a llorar y a preguntarme: ‘¿Ahora qué hacemos?’. Faltaba el 75% para continuar. Entró a tallar el tema de familia y mi suegro nos apoyó; nos facilitó el acceso a un préstamo y así comenzamos este sueño”, relata.
Atrás quedó el niño que se sintió solo contra el mundo y el adolescente al que muchos llamaban “soñador”. “Decían que no iba a lograr nada, que acabaría siendo un borracho, un fumón. Yo salí con hambre de gloria, de poder ayudar a mi familia”, enfatiza. Hoy asegura que no inicia el día sin pedir la bendición de su madre, a quien siente siempre a su lado, y comparte un mensaje a los jóvenes que sueñan con la cocina: “Resistir”.
El restaurante peruano Chullschick se convirtió en el primero de Hong Kong en recibir la certificación de Auténtica Cocina Peruana, un reconocimiento que respalda el uso de ingredientes, recetas y técnicas tradicionales en sus platos. Con esta propuesta, busca difundir la riqueza gastronómica del Perú; incluso su nombre refleja ese espíritu, al combinar chulls, término que para muchos jóvenes significa amigo, con chick, que alude a pollito.