La decoración de Halloween que terminó en tragedia y con la intervención de los bomberos en Carolina del Sur

En Fountain Inn, una apacible localidad del estado de Carolina del Sur, una pareja decidió llevar la celebración de Halloween al límite. Sam Lee y Amanda Riggins Peden, conocidos en su vecindario por sus espectaculares decoraciones festivas, quisieron este año superarse con un montaje de fuego y humo tan convincente que parecía una casa envuelta en llamas. Lo que no imaginaron fue que su ilusión óptica, pensada para asombrar, acabaría provocando la llegada de varios camiones de bomberos y un buen susto en el vecindario.

La escena fue tan realista que varios vecinos llamaron al 911, convencidos de que la vivienda estaba ardiendo. El jefe del Departamento de Bomberos de Fountain Inn, Russell Alexander, explicó que “la escena parecía muy real. Era una ilusión increíblemente lograda”. Cuando los bomberos llegaron, comprobaron que no existía peligro alguno, pero por protocolo realizaron una inspección completa. La pareja, avergonzada por el malentendido, colocó un cartel frente a la casa pidiendo amablemente: “Por favor, no llamen al 911… solo es Halloween”.

No era la primera vez que Lee y Riggins provocaban confusión con sus decoraciones. En 2023 ya habían instalado una “estación de bomberos” ficticia con humo y luces que generó unas treinta llamadas de emergencia. Lejos de desanimarse, este año perfeccionaron la técnica. Sam asegura que usa máquinas de humo profesionales y pantallas especiales, pero se reserva los detalles: “Todo el mundo puede buscar en Google cómo hacerlo”, bromeó. Sin embargo, el episodio reabre un debate que va más allá de la anécdota: ¿hasta qué punto el deseo de impresionar puede interferir con la seguridad pública?

Halloween: entre la creatividad y el riesgo

Halloween, especialmente en Estados Unidos, ha dejado de ser una celebración infantil para convertirse en una auténtica demostración de creatividad. La llamada “decoración hiperrealista” (iluminaciones sincronizadas, efectos digitales, humo y proyecciones) se ha vuelto tendencia. Según la National Fire Protection Association (NFPA), cada año se registran alrededor de 835 incendios estructurales vinculados a decoraciones festivas, con un coste estimado de más de 14 millones de dólares en daños materiales. Lo que antes era un simple juego de luces y calabazas, ahora es un fenómeno casi cinematográfico que roza los límites de la seguridad.

Un estudio de la Universidad de Colorado (The Surprising Social Signals of Halloween) señala que estas exhibiciones no son solo actos de entretenimiento, sino también una forma de comunicación social: mostrar dedicación, creatividad y capacidad económica dentro de la comunidad. Decorar la casa, dicen los autores, “es una señal de cooperación vecinal y de deseo de pertenencia”. Pero esa competencia simbólica por destacar puede transformarse fácilmente en una carrera por lo más extremo, donde la línea entre lo creativo y lo peligroso se vuelve borrosa.

El caso de los Lee refleja precisamente esa tensión. Su intención no era causar alarma, sino celebrar. Sin embargo, su espectáculo (tan real que confundió incluso a los bomberos) evidencia un fenómeno persistente: el de una sociedad obsesionada con la espectacularidad y la visibilidad en redes. Lo que comenzó como una broma visual terminó siendo una llamada de atención sobre cómo el afán por sorprender puede generar consecuencias reales.

Además, Fountain Inn se ha convertido en un espejo de la cultura del Halloween contemporáneo: una mezcla de creatividad, exceso y riesgo. Cada octubre, millones de personas buscan asustar y asombrar, pero el caso de Carolina del Sur recuerda que, a veces, cuando el fuego parece real, no todos entienden que solo es parte de un espectáculo.