Добавить новость
smi24.net
World News in Spanish
Декабрь
2025
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26
27
28
29
30
31

Monseñor Cadenas: «Los lugares más frágiles, donde la humanidad está comprometida, son precisamente los lugares de donde brota la esperanza»

0

Céspedes: La Navidad suele reducirse al consumo y a los gestos simbólicos, incluso en Iquitos y la Amazonía. ¿Qué significado tiene hoy la Navidad para una sociedad tan golpeada como la peruana?

Monseñor Cadenas: Bueno, en primer lugar, buenos días. La Navidad evidentemente siempre tiene significado, incluso en situaciones difíciles. En primer lugar, al comienzo del cristianismo había muchas personas que se presentaban como el Mesías y había una gran expectativa, porque la situación era delicada. Los primeros cristianos, después de la muerte y resurrección de Jesús, comenzaron a decir que el Mesías era Jesús.

Y bueno, con el transcurso de los años, primero se escribe el Evangelio de san Marcos, que comienza precisamente con la predicación y con la vida pública de Jesús. Pero, haciendo una lectura posterior, Mateo y Lucas retrotraen y hacen una biografía de Jesús desde el nacimiento. Entonces tenemos los relatos de la infancia en los Evangelios de Mateo y de Lucas, que nos sitúan indicando que este niño que nace en la periferia del imperio, en medio de una situación de pobreza, es precisamente Dios con nosotros, Emanuel, nuestra esperanza.

Por eso, la invitación es acudir a las periferias, porque es donde nace Dios y es donde podemos encontrarnos con Él. No está mal celebrarlo en Navidad, está muy bien. Celebrarlo en familia está muy bien, pero no debemos olvidarnos de los orígenes cristianos, que tienen que ver precisamente con la humildad, con la pobreza, con la presencia de Dios en medio de las periferias.

Céspedes: Y hablando del mensaje original de Jesús y del nacimiento histórico, como usted lo ha relatado, de Jesús de Nazaret, en un país como el nuestro, donde millones de personas viven en la informalidad, en la precariedad, en la invisibilidad, en el miedo, en el estigma, ¿qué le dice este nacimiento a estas personas y a quienes celebran la Navidad, pero no les gusta meterse en esta discusión o simplemente la rechazan a partir del estigma?

Monseñor Cadenas: Yo creo que es una oportunidad para volver otra vez a los orígenes. El cristianismo debe ser una religión de la compasión y es una religión de la fraternidad. Y en un mundo tan fragmentado, en un país tan fragmentado como el nuestro, debemos encontrar espacios de fraternidad en la misma humanidad.

Es decir, Dios se hace carne como nosotros y debemos preguntarnos entonces por los cuerpos de las personas más débiles, no solo porque están enfermas, sino también porque están siendo duramente golpeadas en las periferias del país. Y es un desafío a los cristianos. ¿Qué ocurre en un país que es mayoritariamente cristiano, sea católico o protestante, y resulta que los valores del Evangelio no son los que priman?

Es una llamada de atención a la Iglesia católica en particular, pero también al resto de las personas que se consideran cristianas, a otras iglesias, a volver otra vez a lo primigenio del Evangelio, que tiene que ver con la fraternidad, con la comunión, con cuidarnos y, sobre todo, con preguntarnos qué es lo que sucede con los pobres.

Céspedes: Usted, monseñor, acompaña a comunidades donde el Estado llega poco, si es que llega, porque en realidad sabemos, por la realidad y por los datos —que además son públicos por parte del Estado—, que no llega. Desde su perspectiva y desde su propia experiencia de acompañamiento, ¿cuáles son hoy esas principales heridas sociales que observa desde la Amazonía peruana?

Monseñor Cadenas: Bueno, primero, es un privilegio poder compartir la vida en la periferia. No todos tienen esa oportunidad. Yo tengo ese enorme privilegio y trato de hacer lo mejor que puedo.

No significa que todos tengan que estar en la Amazonía. Cada uno puede tener un rol diferente, pero siempre pensando en las periferias. Yo creo que hay muchas situaciones que podemos conversar. El Programa Mundial de Alimentos está diciendo que el 51,7 % de los peruanos está en una situación de inseguridad alimentaria y que ahora puede comer menos sanamente que hace unos cuantos años, lo cual es gravísimo, sobre todo para los cristianos que celebramos la Eucaristía, que es la comida con Jesús.

El hecho de que un segmento tan importante como la mitad de los peruanos no tenga acceso a la seguridad alimentaria es una cuestión primordial. Pero después sucede lo mismo con la educación. La educación en la Amazonía, en Loreto, es de una calidad bajísima.

La salud es un problema gravísimo. Ahora tenemos, desde hace ya un tiempo, un brote de tos ferina en la cuenca del Marañón, pero también en el río Chambira, donde habita el pueblo indígena urarina, que no está siendo atendido adecuadamente, porque esto de lo que nos habla es que han fallado precisamente los sistemas de vacunación. Por lo tanto, no es simplemente atender puntualmente lo que pueda estar sucediendo ahora, sino que hay segmentos de población que están al margen de los servicios del Estado.

Y esto es, insisto, una llamada al Estado para que atienda adecuadamente a sus ciudadanos, pero también una llamada a las comunidades cristianas para que no seamos indiferentes al sufrimiento de la población. Después tenemos problemas de economías extractivas ilegales —llamémoslas así; algunos dicen criminales, y lo son—, que están generando situaciones de inseguridad muy lamentables. Y esto, como país, exige una propuesta que tenga que ver, en primer lugar, con la distribución de la riqueza.

Están aumentando las desigualdades y, por lo tanto, no puede haber justicia ni paz mientras las desigualdades sigan aumentando. El tema no pasa por tener mano durísima, sino por distribuir los bienes de la nación para todos los ciudadanos de forma adecuada, para que no suceda lo que está sucediendo y para que todos los peruanos puedan disfrutar de condiciones mínimas de vida. No estamos exigiendo grandezas, simplemente condiciones mínimas.

Que, si tu hijo va a la escuela en la Amazonía, tenga la oportunidad después de acudir a la universidad. Pero resulta que, si estás en una escuela amazónica, sobre todo rural y en pueblos indígenas, el acceso a la universidad es realmente muy complicado. Entonces hay desigualdades que necesitamos tener en cuenta.

Céspedes: Ha hablado del principal problema —o tal vez uno de los principales— que tiene que ver con la desigualdad y ha mencionado también el tema de la educación.

Cuando hablamos de educación, es casi directo pensar que los más afectados son los jóvenes o las generaciones que tienen esperanzas por un futuro mejor. ¿Qué le dicen los jóvenes de la Amazonía sobre sus expectativas, sobre sus esperanzas en el país?

Monseñor Cadenas: Bueno, hay que animarlos a continuar peleando, a vivir la vida, a encontrar caminos que los puedan llevar a generar futuro. Pero en Loreto tenemos 65 000 jóvenes entre 18 y 25 años que no estudian ni trabajan, y esto es el caldo de cultivo para dos situaciones que se están produciendo.

Hablo de Loreto, que es lo que conozco; probablemente en otros lugares del país sucedan cosas similares. Pero, por una parte, las barras bravas se están matando entre ellas y, por otra, está habiendo problemas de suicidio muy serios. Es decir, si los jóvenes entienden que su presente no vale la pena, entonces cualquier alternativa es válida, incluida la violencia.

Y, bueno, son caldo de cultivo también para las economías ilegales. Esto está muy estudiado, no es nada oculto. Lo terrible es que el Estado no reaccione ante este tipo de situaciones.

Lo terrible es que Loreto, en los últimos años, tenga presupuestos económicos importantes por parte del Estado, pero que no se traduzcan en una mejoría de la vida de la población. Y, en concreto, los jóvenes son un segmento básico de la sociedad. Loreto es una población eminentemente joven.

No es que no tengan futuro; es que tienen comprometido el presente. Y esto significa que debe haber una reacción potente, rápida y bien pensada por parte del Estado. Y las comunidades cristianas deben exigir y acompañar también este proceso.

Céspedes: Lo que menciona hace pensar también en la prolongada crisis que atraviesa nuestro país, con instituciones debilitadas y una desconfianza ciudadana también muy profunda y, además, legítima en cierto sentido por los resultados que hemos visto en los últimos años por parte de las propias autoridades. Desde la Iglesia, ¿cómo se está leyendo este momento?

Monseñor Cadenas: Bueno, la Iglesia es muy plural. Siempre ha sido plural desde los tiempos del Nuevo Testamento. Ahora también lo es, y yo creo que la pluralidad es un valor.

Lo que debemos intentar es que, en medio de la pluralidad, generemos comunión. Y eso, para los cristianos, tiene que ver con el Espíritu Santo y, por lo tanto, con una actitud humilde: pensar que nuestra opinión no es la única válida y generar comunión.

Dicho eso, yo creo que estos datos, al menos para mí, y creo que para la Iglesia, deben ser una llamada de atención a nuestra actividad pastoral: a acompañar a las poblaciones vulnerables y a exigir que se cumplan las condiciones mínimas.

Loreto es el departamento del Perú que menos acceso tiene al agua potable de todo el país, y tenemos los ríos amazónicos aquí, el Amazonas, el caudal más grande del planeta. Esto es absolutamente impensable. Y, a pesar de haber ganado, con el apoyo del vicariato, una sentencia del Tribunal Constitucional por el derecho al agua potable y al saneamiento básico para todo el departamento de Loreto, esta no se cumple ni se pone en práctica. Y esto es gravísimo, porque si lo que dice el Tribunal Constitucional no se cumple, ¿qué podemos esperar?

Céspedes: Usted menciona aspectos que podrían llevar a uno también a perder la esperanza. En la política peruana, a veces, con esta crisis tan prolongada que se vive, parece pensarse que se han perdido las referencias éticas o las reservas morales que llevaron —o han llevado— en la historia a una reconstrucción democrática. ¿Usted cree que eso es así? Si no es así, ¿qué aspectos concretos destacaría para proceder a una reconstrucción del país y de los valores de unidad frente a la polarización que ha dominado en los últimos años?

Monseñor Cadenas: Bueno, son preguntas complejas y yo tampoco tengo soluciones. Pero lo que yo sí diría es: ¿dónde buscamos esperanza? Los cristianos buscamos esperanza en la cruz de Jesús.

Es decir, en el nacimiento de Jesús en un pesebre pobre y humilde. Los lugares más frágiles, más débiles, donde la humanidad está comprometida, son precisamente los lugares de donde brota la esperanza. Lo decía el profeta Isaías: en los momentos más difíciles brotará una rama del tronco.

Es decir, no debemos perder nunca la esperanza. La situación evidentemente es difícil. Para los cristianos, yo tengo la plena convicción de que Dios nos está acompañando.

Pero esto significa utilizar toda nuestra inteligencia, no un poco, no a tiempo parcial, toda nuestra inteligencia al servicio del bien común. Una de las cosas que ha pasado en el mundo es que nos hemos ido olvidando del bien común, y entonces los más fuertes lo que hacen es aumentar sus propios beneficios. Pero esto es trágico, porque piensan que aumentando sus beneficios van a vivir mejor, y no es cierto.

La felicidad, en gran parte, también depende de que los demás tengan acceso a condiciones mínimas. Es decir, la felicidad no es un asunto individual; depende también del colectivo, del grupo donde estamos. Yo llamo a la reflexión y llamo, otra vez, a buscar el bien común por encima de los intereses personales. Y esto significa que los colectivos que están en los márgenes deben ser atendidos adecuadamente.

Esta es parte de la esperanza y, sin duda, Dios nos acompaña en este camino.

Céspedes: Monseñor, estamos también a puertas de una nueva campaña electoral y de las próximas elecciones. El discurso cristiano o la referencia a Cristo, a Jesús, a la Iglesia y a los valores de la Iglesia vuelve a estar en boga. ¿Qué debería exigir una ciudadanía que se asume cristiana?

Monseñor Cadenas: Francisco y León hablan de personas de buena voluntad también. Frente a aquellos que usan estas imágenes y el discurso cristiano para manipular el discurso político, yo diría que el cristianismo es muy desestabilizante. No es una religión de poder y no debe ser una religión de poder.

Vuelvo a insistir: estamos a las puertas de la Navidad. Un niño nace en la periferia del imperio, pobre; un hombre muere precisamente en la cruz. No vale simplemente hablar de los grandes valores cristianos; debemos practicar una sociedad donde el bien común sea lo prioritario, donde las desigualdades sociales, que son brutales, se vayan disminuyendo. Y, por lo tanto, tiene que haber políticas públicas para esta disminución.

No es posible que en Loreto, en 2025, haya tos ferina. Esto es intolerable, absolutamente intolerable. No es de recibo que el 51 % de los peruanos tenga inseguridad alimentaria. Estos son los grandes problemas.

No es posible que, hablando desde Loreto, muchos jóvenes estén terminando la secundaria y no tengan ninguna posibilidad de hacer otra cosa, y que muchos de ellos después terminen en economías ilegales. Yo creo que este tipo de situaciones son las que hay que abordar.

Por supuesto, las imágenes religiosas son importantes y el discurso religioso también, pero sin una práctica religiosa que esté a favor de la vida de los más pobres, lo que estamos haciendo es ir en contra del Evangelio de Jesús.

Y esto me parece algo que debemos tener siempre en cuenta. Hablar de Jesús es muy importante, pero necesitamos practicar los valores de Jesús, que tienen que ver con la comensalidad, es decir, que todos coman en la misma mesa. Este es un valor central en la vida de Jesús.

Ahora estamos viendo que los pobres no están invitados a la mesa, y Dios quiere que el banquete del Reino sea para todos. Por lo tanto, esto es lo que debemos tener en cuenta en estas campañas.

Céspedes: Que son muy polarizantes y que pueden llevar el discurso cristiano a prácticas alejadas del cristianismo. ¿Cómo un cristiano o una persona de buena voluntad podría decir: “Esto no es cristiano”?

Monseñor Cadenas: Yo creo que esto significa que, insisto, el cristianismo es plural y debemos respetar esa pluralidad. Pero creo que, en primer lugar, hay que actuar en conciencia. San Pablo dice que la conciencia es el lugar donde Dios se manifiesta.

En segundo lugar, hay que leer la Biblia y escuchar lo que dice la comunidad, lo que dice la Iglesia. Y después cada persona tiene que hacerse su composición de lugar y, en conciencia, elegir al candidato que considere adecuado.

Pero los candidatos que polarizan, que no buscan la comunión y que no buscan el bien común, no son candidatos que sean bienvenidos, porque no ayudan en la construcción del Reino de Dios que Jesús predicó.

Céspedes: Al respecto de esta construcción del Reino de Dios, Francisco —el papa que falleció a comienzos de este año— y también León, que ha continuado de alguna manera su legado, hablan de una palabra que parece bastante rara: la sinodalidad. En muchas iglesias no se menciona la palabra sinodalidad; incluso cuando se menciona, se hace con cierta aversión. Monseñor, ¿podría explicarnos qué es la sinodalidad y por qué es tan importante para los papas del siglo XXI?

Monseñor Cadenas: Bueno, esto no es una idea del papa Francisco ni del papa León XIV. Los primeros cristianos hablaban precisamente de sinodalidad. Sinodalidad es caminar juntos, y es una corrección al poder, al poder monopólico.

Es decir, hay que escuchar a todo el pueblo de Dios para después ir tomando decisiones. Pero primero hay que escuchar humildemente. No tenemos las cosas claras desde el principio.

El Espíritu se derrama sobre toda la Iglesia y, por lo tanto, es fundamental escuchar al pueblo fiel. A partir de ahí, después hay que ver cómo se operativiza todo esto. En la Iglesia no hablamos de democracia, pero si ponemos en práctica la sinodalidad como debe ser —porque, insisto, esto viene de la Iglesia primitiva—, estamos haciendo un aporte enorme a las democracias liberales que hoy están siendo cuestionadas en todo el mundo.

Esto significa unirnos personas que pensamos diferente y, humildemente, pedir al Espíritu que nos vaya guiando para conducirnos por donde Él quiere. Nuestras opiniones son importantes y debemos defenderlas, pero también debemos escuchar lo que Dios dice a través de otras personas. Esa es la práctica de la sinodalidad.

Los obispos tienen mucho que decir aquí, pero antes de decir, debemos escuchar. Sin escucha previa no hay sinodalidad.

Céspedes: Monseñor, dirigiéndonos hacia el final, nuevamente le agradezco por el tiempo y la reflexión. Quisiera preguntarle: en esta Navidad hay mucha gente que se ha sentido olvidada, discriminada por la propia Iglesia, invisibilizada. ¿Qué mensaje les daría a quienes han perdido la esperanza en una institución que debería llevar a la unidad y no siempre lo ha hecho? A jóvenes que, en un país así, también pierden la esperanza y quieren irse o abandonar sus tierras; y, en general, a quienes sobreviven en los márgenes del país y de la propia Iglesia.

Monseñor Cadenas: Bueno, en primer lugar, vuelvo a insistir en el tema de la conciencia.

Cuando una persona considera que está viviendo adecuadamente, la conciencia no significa que cada uno haga lo que quiera; hay que escuchar también lo que dicen las demás personas. Pero cuando uno tiene convicciones y considera que está haciendo las cosas adecuadamente, aunque las instituciones —incluida la Iglesia— no escuchen, debe tener la convicción de que Dios le está acompañando.

No se trata de caer en el fundamentalismo de pensar que cada persona siempre tiene la razón, pero con humildad hay que hacer los aportes propios y estar atento también a la posibilidad de cambiar, de reconocer que otras personas también pueden tener razón.

Pero, al margen de que puedan sentirse olvidados por las instituciones, incluida la Iglesia, en Navidad celebramos que Dios está con nosotros, que Dios se hace gente como nosotros. Por lo tanto, ser persona es muy importante para Dios, y Dios no se olvida de cada uno de nosotros, con independencia de la vida que tengamos.

Y yo creo que eso nos debe generar confianza en nuestra propia vida, dignidad por encima de todo y esperanza para cambiar este Perú en el que estamos viviendo y donde hay tanta gente en situaciones muy complicadas.















Музыкальные новости






















СМИ24.net — правдивые новости, непрерывно 24/7 на русском языке с ежеминутным обновлением *