1908, un hotel sin igual
En el cosmopolita y multicultural
barrio Intendente de Lisboa, en un llamativo edificio de estilo Art Nouveau con
una reconocible esquina redondeada, descubrimos este alojamiento con mucho
encanto, ambiente bohemio y un particular diseño.
Sin duda, un hotel con
personalidad propia y aires desenfadados que logra asociar los recuerdos de su
pasado como galería comercial con obras de conocidos artistas urbanos.
Unido a ello, una bonita mezcla de muebles modernos y clásicos.
Su interior es una agradable conjunción de elementos totalmente diferentes.
Desde unos azulejos portugueses a obras grandes artistas como, entre otros, Vanessa Teodoro o Bordalo II (destacando, en la recepción, un original escarabajo y, al fondo del bar, una gran libélula confeccionada con materiales sobrantes de las obras de adaptación de este edificio para fines hoteleros).
El año de la construcción de este
icónico edificio no pasará desapercibido al dar nombre a este cuatro estrellas:
1908 Lisboa Hotel (www.1908lisboahotel.com).
Esta emblemática construcción, obra
del arquitecto Adães Bermudes, logró el cotizado Premio Valmor (uno de los más
importantes de la arquitectura portuguesa).
Sólo con mirar detenidamente la
fachada nos damos cuenta que, además de su riqueza ornamental, es un elogio a
la naturaleza (a través de los elementos agua, tierra y mar) plasmados con la
representación de diferentes animales.
En la planta baja, recordando el
agua, encontramos peces o caballitos de mar esculpidos en piedra. En las
plantas primera y segunda, forjados con hierro, escarabajos, caracoles o
mariposas nos recuerdan a la tierra y, por último, en la tercera planta, en
azulejería, descubrimos representados cisnes, patos y palomas blancas que, con
su capacidad de volar, simbolizan el aire.
Un edificio centenario que, a lo largo de su historia, ha tenido diferentes funciones.
De morada de familias
adineradas donde se organizaban importantes fiestas en los años treinta del
pasado siglo a tienda de mueble y oficinas de diferentes empresas durante la
década de los cincuenta. Dos de los inquilinos más importantes fueron “Lotaria
Boa Sorte” y “Casa de Gouveia”.
Tras una etapa de abandono y
dejadez, un importante proyecto de rehabilitación y adaptación dio nueva vida a
estos muros transformándolo en el hotel que actualmente conocemos.
Treinta y seis habitaciones con
un diseño minimalista, luminosas, de techos altos y diferentes dimensiones para
adaptarse a trazado original del edificio esperan al huésped con el aval de una
magnífica relación calidad/precio.
En la planta baja encontramos el
bar (un agradable espacio en el que disfrutar relajadamente de alguna copa o un
buen “Portónic”, una bebida muy de moda en Portugal) y su restaurante “Infame”.
El curioso nombre, además de la
“infame” notoriedad que antaño tuvo el barrio, proviene también de un hecho
histórico, muy relevante en la historia contemporánea de Portugal, acaecido el 1
de febrero de 1908 en “Terreiro do Paço”.
Fue ese día cuando asesinaron al
rey Carlos I y su hijo el Príncipe Real Luís Filipe. La reina Amelia, que iba
en el carruaje y resultó ilesa, con un ramo de flores trató de golpear a uno de
los asesinos mientras gritaba las palabras ¡infames, infames!
Como vemos, el año 1908 está otra
vez presente en la atmósfera de este hotel.
Así pues, justo en la confluencia de la esquina Rua Almirante Reis con Largo do Intendente (donde el hotel tiene su entrada principal), rodeado de grandes ventanales descubrimos el restaurante “Infame”.
Una buena propuesta con una "ementa" donde veremos platos propios de la gastronomía portuguesa junto a los de otras latitudes, acorde a la personalidad multicultural y vibrante del barrio donde se encuentra.
Quien les escribe tuvo el privilegio de cenar entre estas paredes.
“Bacalhau à Brás”, “Pica- pau de novilho e pickes”, "Camarâo à guilho e pão tostado” o “Entrecôte, batata frita e ovo estrelado” fueron
magníficas elaboraciones que pudimos probar. Perfectamente preparadas, bien presentadas y, desde luego, muy recomendables. No quiero olvidar, como toque dulce final, un postre que me pareció
magnífico: “Abacaxi grelhado, sabayon e crumble de canela”
Permítanme acabar con una, en mi
opinión, más que buena recomendación. Pidan, dentro un completo desayuno buffet,
sus “huevos benedictinos”. Magníficos
