La estación fantasma de Miraflores: años de abandono en el eje ferroviario clave de Zaragoza
Vecinos denuncian años de abandono en una estación con alto potencial, relegada pese al crecimiento urbano y los nuevos proyectos en su entorno
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La estación de Miraflores, en el barrio zaragozano de San José, se ha convertido en un símbolo del abandono ferroviario en plena capital aragonesa. Situada junto a infraestructuras clave como el pabellón Príncipe Felipe, el CDM La Granja o la Facultad de Veterinaria, y en un entorno urbano en expansión, la estación presenta una imagen de deterioro que contrasta con su potencial estratégico dentro del eje este-oeste de Zaragoza.
Para quien no la utiliza habitualmente, la primera impresión es, cuanto menos, llamativa. “La situación actual de la estación Miraflores es de auténtica desidia y dejadez”, describe Ignacio Serrano, portavoz de la asociación vecinal de San José.
Como comparte, la lista de carencias es extensa, ya que falta personal, paneles informativos, máquinas para comprar billetes en funcionamiento, tornos de acceso operativos, iluminación suficiente y acceso desde la avenida Tenor Fleta.
La estación carece además de aparcamiento propio. El único espacio disponible es un solar de tierra que se convierte en un barrizal cada vez que llueve y que es utilizado, ante la falta de alternativas, por usuarios de los equipamientos deportivos cercanos. “Pensar en un carril bici que acceda o un aparcamiento seguro para bicicletas es una utopía”, añade Serrano.
A ello se suman goteras que, según denuncia, “todavía no se han reparado desde su construcción” y conducen a una sensación generalizada de abandono. “Para alguien que llega por primera vez, la impresión es de dejadez absoluta, es una estación solitaria y fantasmagórica”, afirma.
Falta de información, accesibilidad y seguridad
En el día a día, los problemas más graves no son solo estéticos. “Lo que más afecta es la falta de información, servicios y personal a quien preguntar o una taquilla para comprar los billetes”, explica Serrano. Esta situación, de hecho, obliga a los usuarios a depender de máquinas que con frecuencia están fuera de servicio o no avisan correctamente.
La accesibilidad es otro de los grandes déficits porque las escaleras mecánicas llevan años sin funcionar y los ascensores están fuera de servicio muy a menudo, lo que impide el acceso a personas con movilidad reducida.
“Afectan sobre todo la falta de un estacionamiento acondicionado, la iluminación decadente o los ascensores que no funcionan muchas veces”, señala el representante vecinal, que insiste en que estos problemas generan una percepción de inseguridad y expulsan a potenciales usuarios hacia otras estaciones mejor cuidadas.
Un problema estructural: sin proyecto de movilidad
Desde la asociación vecinal subrayan que el deterioro no es puntual ni reciente. “Los desperfectos y la falta de atención se arrastran desde su apertura”, sostiene Serrano, que reconoce que las obras de la prolongación de Tenor Fleta podrían haber sido una oportunidad para corregir parte de los problemas, pero no lo fueron. A su juicio, el problema es más profundo: “El abandono nace de la falta de usos que se le da”.
En este sentido, el colectivo vecinal sitúa el foco en la ausencia de una estrategia de transporte que vertebre el este y el oeste de la ciudad.
“La corporación municipal no tiene un proyecto de transporte que vertebre el eje este-oeste como sí ocurre con el eje norte-sur”, denuncia Serrano.
Sin embargo, la implantación de una segunda línea de tranvía, reclamada desde hace años por asociaciones vecinales y federaciones de barrios, aparece como la solución estructural que podría integrar la estación en la red de movilidad urbana y darle sentido.
Usuarios que se sienten ciudadanos de segunda
Las quejas vecinales se repiten desde hace años y se reflejan también en las reseñas de Google, que otorgan a la estación una valoración media de apenas 1,6 sobre 5 puntos posibles. “Los vecinos no entienden la falta de cuidado y de servicio que se presta en la estación”, explica Serrano.
Según escribió hace cuatro meses Alberto Gimeno en una de esas reseñas, la estación “está muy desamparada” y a ella “solo venimos cuatro gatos y los grafiteros que nos perfuman la estación semana sí, semana no”.
“¿Funcionarán algún día las escaleras mecánicas? ¿Para cuándo unos paneles informando en condiciones? ¿Pagarán las licencias de Windows de los paneles o no son capaces de optimizar y pasarse al software libre como Linux y ahorrarse nuestro dinero? Mira que llevo años con estas cosas y, a fecha de hoy, no mueven un dedo”, denuncia Gimeno en este mismo comentario.
La falta de personal, la imprevisibilidad del servicio y episodios como el cierre inesperado de la estación con trenes programados generan frustración y desconfianza. Tal y como remarca Ignacio Serrano, “esto no es habitual, pero pasa algunas mañanas”, por lo que “la falta de previsión hace que muchos vecinos prefieran usar otras estaciones u otros medios de transporte”.
Para la asociación, el deterioro y la falta de uso se retroalimentan: “No sabemos cuál es la causa y cuál la consecuencia, pero falta de uso y deterioro van unidos de la mano”.
Aunque hay comentarios de hace apenas pocos meses, hay otros que se remontan a hace tres años. Es el caso de Fernando, que criticaba que no haya baños, personal ni información que informe sobre la vía en la que llega el tren. “Es absurdo tener una estación tan grande para nada. Por fuera es horrible y da hasta miedo entrar de noche”, sostiene.
“Llamar a esta bazofia estación ofende hasta a la propia palabra. He visto edificios abandonados en mejores condiciones. Falta absoluta de asistencia, seguridad y carteles en condiciones. Sencillamente una vergüenza”, añade Diego Fernández, quien compartió esta opinión hace seis meses.
Administraciones y grupos políticos plantean nuevos proyectos en la zona pese a su degradación
Mientras la estación de Miraflores permanece infrautilizada y degradada, distintas administraciones y grupos políticos plantean proyectos que, de materializarse, tendrán un impacto directo en su papel dentro de la movilidad y el desarrollo urbano de Zaragoza.
Por un lado, se ha puesto sobre la mesa una propuesta de resolución para poner en marcha un servicio de cercanías entre Huesca y Zaragoza con el objetivo de aumentar las frecuencias y flexibilizar los horarios de los trenes. Este tramo, tal y como se denuncia, actúa como un cuello de botella que limita tanto la variación de horarios como el crecimiento del servicio ferroviario entre ambas ciudades.
Sin embargo, desde el Ministerio de Transportes descartan la conexión ferroviaria al considerar que el informe de viabilidad es negativo, además de que la demanda es “muy baja”, los costes de explotación son elevados y la infraestructura existente no permite un servicio competitivo.
Al mismo tiempo, mientras la estación sigue sin un plan claro de rehabilitación o de usos, el entorno inmediato de Miraflores avanza en el desarrollo urbanístico. En octubre, el Ayuntamiento de Zaragoza dio luz verde a la solicitud de la junta de compensación del sector SUZ(D) 38/3 para aumentar la edificabilidad de los terrenos situados junto al cajón ferroviario de Tenor Fleta y el tercer cinturón.
La decisión permitirá levantar hasta 809 viviendas, 277 más de las previstas en el plan parcial aprobado inicialmente. El incremento se justifica, según la documentación presentada, en el fuerte aumento de los costes de urbanización, pasando de algo más de 8,4 millones de euros a superar los 21,5 millones, debido principalmente a trabajos de terraplenado, exigencias geotécnicas y al soterramiento de una línea de alta tensión.
Así, mientras Miraflores sigue siendo una estación fantasma, su entorno se convierte en escenario de propuestas ferroviarias y grandes desarrollos urbanísticos que avanzan de forma descoordinada. Para el movimiento vecinal, esta falta de visión global refuerza la sensación de que la estación continúa fuera del proyecto de ciudad, pese a su potencial como nodo clave del eje este-oeste de Zaragoza.
Responsabilidades compartidas y soluciones urgentes
Aunque la gestión ferroviaria implica a varias administraciones, desde el movimiento vecinal consideran que “la principal corresponde al Ayuntamiento de Zaragoza” al ser la administración más cercana a los vecinos y responsable de planificar la movilidad en un área metropolitana de 800.000 habitantes.
“Resulta paradigmático que mientras se nos vende que Zaragoza es la cuarta ciudad de España no se tenga un proyecto de transporte público acorde con ello”, denuncia Serrano.
A corto plazo, las demandas se basan en incluir personal y paneles informativos, dignificar las instalaciones, mejorar los accesos con transporte urbano y un aparcamiento real, y garantizar que todos los trenes regionales y de media distancia paren en Miraflores, “igual que se hace en el resto de las estaciones intermedias de la ciudad”.
“Necesitamos soluciones institucionales ya”
“La reivindicación del acondicionamiento de la estación de Miraflores va unida a la implantación de la segunda línea de tranvía”, insiste Serrano, que considera esta infraestructura “la pieza fundamental y el primer paso para adecuar el espacio y darle utilidad”.
Ante esto, el mensaje a las administraciones es directo, ya que, “un barrio como San José, con más de 70.000 vecinos y vecinas, merece tener una estación útil y en un estado digno”.
Para los vecinos, el estado actual de Miraflores no es solo un problema de transporte, sino el reflejo de una ciudad que deja espacios estratégicos fuera de su proyecto urbano. En definitiva, es una estación fantasma en una Zaragoza que sigue creciendo sin integrar una de sus principales puertas ferroviarias.
