En este imponente castillo, con una torre de casi 40 metros, estuvo recluida Juana I
En Medina del Campo, en Valladolid, se puede visitar una fortaleza espectacular que alberga innumerables historias: el Castillo de la Mota
El castillo gótico que se irguió con más de 3.000.000 de ladrillos y es el más grande del mundo
Cómo funcionaba la curiosa noria de este castillo medieval que abastecía de agua a la fortaleza
En la histórica localidad de Medina del Campo, en Valladolid, se erige una de las fortalezas más imponentes y espectaculares de toda nuestra geografía: el Castillo de la Mota. Esta construcción, que se convirtió en el epicentro de la villa durante la Baja Edad Media, destaca no solo por su perfil arquitectónico, sino también por haber sido testigo de algunos de los episodios más relevantes de la historia monárquica española. Aunque se tiene constancia de esta fortaleza desde el reinado de Pedro I, la estructura que se conserva hoy en día comenzó a fraguarse principalmente en el siglo XV. Concretamente fue bajo el mandato de Juan II de Castilla cuando se iniciaron las obras del actual recinto, cuyos muros se adaptaron y apoyaron sobre las antiguas murallas medievales que databan del siglo XII.
Posteriormente, su sucesor Enrique IV se encargó de terminar las obras del recinto interior y de culminar la gran torre del Homenaje, que se convertiría en el símbolo distintivo de la silueta medinense. Sin embargo, fueron los Reyes Católicos quienes aportaron las innovaciones defensivas más significativas a finales del mismo siglo. Isabel y Fernando dotaron a la fortaleza de una gran barrera defensiva y excavaron el foso que rodea toda la construcción, integrando además una moderna galería de tiro subterránea. Estas reformas convirtieron al Castillo de la Mota en una referencia absoluta entre las fortalezas de su época, siendo uno de los primeros castillos de toda Europa en adaptarse plenamente al uso de la artillería. Esta vanguardia militar le permitió ser considerado uno de los mejores parques de artillería del continente durante los siglos XV y XVI.
Desde el punto de vista arquitectónico, el edificio cuenta con un enorme patio de armas y la capilla de Santa María, pero es su torre, la del Homenaje, la que atrae todas las miradas con sus casi 40 metros de altura. Para alcanzar su parte más alta y disfrutar de las vistas desde el Mirador del Caballero, el visitante debe superar un reto de cerca de 160 escalones. En el interior de la torre se encuentran estancias tan singulares como el Salón de Honor y el Peinador de la Reina, que albergan anécdotas de los personajes ilustres que allí residieron. La riqueza histórica del enclave no se limita a la época medieval, pues su valor arqueológico se remonta mucho tiempo atrás. El actual Centro de Recepción de Visitantes se asienta sobre un interesante yacimiento de la Edad del Hierro, lo que demuestra que la ocupación de este cerro tiene raíces prehistóricas.
De esta manera, el complejo ofrece una visión evolutiva que abarca desde los primeros asentamientos humanos hasta las complejas estructuras defensivas del Renacimiento. Pero si existe un nombre íntimamente ligado a los muros de esta fortaleza, ese es el de Juana I de Castilla. Y es que la reina, víctima de las ambiciones políticas de su padre, su marido y su propio hijo para apartarla del trono, vivió aquí uno de sus primeros periodos de confinamiento: fue en el Castillo de la Mota donde permaneció retenida durante dos años tras una disputa con sus suegros y la marcha de su esposo Felipe hacia Flandes.
Uno de los sucesos más dramáticos narrados por los expertos que han estudiado la cuestión ocurrió en octubre de 1504, cuando Juana intentó desesperadamente salir de la fortaleza para reunirse con su marido. Ante la negativa de los señores y clérigos que la custodiaban, la princesa llegó a permanecer dos días y dos noches a la intemperie junto a la barrera del castillo, sufriendo el intenso frío de noviembre y negándose a regresar a sus aposentos. Este comportamiento errático fue utilizado posteriormente por sus detractores como prueba de una supuesta enajenación mental.
Existen debates historiográficos sobre los detalles exactos de este encierro, con versiones que sitúan a la reina en una “humilde cocina” o cerca de un puente levadizo. No obstante, crónicas como la de Lorenzo de Padilla sostienen que la reina Isabel, preocupada por la salud de su hija pero decidida a que no volviera a Flandes, la mantuvo en el castillo mientras ella residía en el Palacio Real de la Plaza Mayor de Medina. El doctor Julián, en correspondencia de la época, describía el estado de la princesa como de gran tristeza y debilidad, sugiriendo la necesidad de cuidados especiales.
Monumento Nacional
Más allá de la tragedia de Juana, esta fortaleza ha sido escenario de otros acontecimientos cruciales, como su función como archivo de la Corona o la espectacular huida de César Borgia. También desempeñó un papel relevante durante la Guerra de las Comunidades, un conflicto que dejó huellas profundas en la villa de Medina del Campo tras el incendio que la asoló en 1520. Con el transcurso de los siglos, el castillo cayó en desuso y perdió gran parte de sus estancias interiores originales, hasta que en 1904 fue declarado Monumento Nacional. Tras diversas obras de restauración iniciadas en el siglo XX, el edificio albergó a partir de los años 40 la escuela de mandos de la Sección Femenina.
En la actualidad, la propiedad pertenece al gobierno de Castilla y León y mantiene una dualidad de usos muy activa. Por un lado, la Consejería de Cultura utiliza el interior para la realización de cursos y conferencias, mientras que la Concejalía de Turismo de Medina del Campo gestiona su aprovechamiento como recurso turístico de primer orden. En todo caso, quien lo visite podrá disfrutar del Centro de Recepción de Visitantes, donde ofrecen diversas modalidades de recorrido, desde visitas guiadas que exploran las galerías subterráneas de tiro y el patio de armas, hasta la posibilidad de alquilar audioguías dramatizadas que permiten conocer la historia de la mano de los Reyes Católicos. Además, hay fines de semana en los que la torre cobra vida con visitas teatralizadas protagonizadas por personajes como Don Rodrigo y Doña Beatriz.
El Castillo de la Mota se presenta hoy no solo como una joya de la arquitectura militar, sino como un libro abierto sobre el pasado de nuestra geografía. A través de su programa didáctico para centros educativos y sus visitas temáticas, la fortaleza sigue cumpliendo su misión de educar y asombrar a las nuevas generaciones. Es, en definitiva, un lugar donde el eco de la artillería y los suspiros de una reina cautiva aún parecen resonar entre los ladrillos de sus imponentes murallas. Y en el que se pueden ver o intuir secretos y tesoros guardados durante más de quinientos años.
