Degradación insostenible
Lo comentaba un alto dirigente del PP antes de la reunión del Comité Ejecutivo: «Esto ya se salió de madre». Muy cierto en consonancia con lo que asegura este conocido refrán. Y resume plenamente el balance realizado por Alberto Núñez Feijóo sobre el año de la corrupción desbocada, los escándalos sexuales, las mordidas ilegales y la entrada en prisión de los máximos prebostes del «sanchismo». La situación actual de España es de una degradación insostenible, paralela a la del presidente del Gobierno despojado de los más elementales principios morales, pisoteando la dignidad de las instituciones, alejado de la realidad, obsesionado con mantenerse en el poder a toda costa sin otro acicate que hacer oposición de la oposición. Es la suya una huida hacia adelante atolondrada, sin importarle los cadáveres políticos en el camino ni las costuras cada día más rotas del PSOE, una formación en caída libre que se desangra por momentos.
Ante ello, Núñez Feijóo tiene el derecho y hasta el obligado deber de volver a ganar unas elecciones y sacar al país de lo que algunos empresarios que almorzaban ayer cerca de la sede de Génova 14 llaman el «pudridero nacional».
Indiscutido e indiscutible. Alberto Núñez Feijóo, el gallego del eterno retorno a Madrid, el hombre calmado, el pacificador que ha cosido las heridas de un PP que había vivido una profunda crisis, ha sido siempre el ganador absoluto de todas las elecciones generales y regionales. Los resultados de Extremadura revelan una extraordinaria movilización del electorado de centroderecha frente a la gran amenaza que Feijóo repite sin cesar: «O España o el sanchismo». A tenor de estos resultados queda claro el gran cansancio de los españoles ante una forma de gobernar atrabiliaria, bajo una coalición socialcomunista sostenida por la izquierda radical, separatistas y bilduetarras, con el asalto a las instituciones y un cierto despotismo sin rubor. El triunfo del PP inaugura en verdad, como se dice en las lecturas bíblicas actuales en estos días de meditación navideña, un nuevo ciclo justo y necesario. Justo, porque es inequívocamente democrático. Y necesario porque es imperativo echar del poder a Pedro Sánchez y sus socios por el bien de España. Cambio imparable, diferente estilo de gobernar y hacer política.
En su balance, el líder del PP no pasó ni una. Y fue un gran acierto apelar al asfixiado bolsillo de muchos ciudadanos que no pueden encender la calefacción o llegar a fin de año triturados por los impuestos de la señora María Jesús Montero, quien no conoce tampoco de nada al expresidente de la SEPI, nombrado por ella misma como cargo de confianza y presuntamente cabecilla de una trama financiera que promete dar ríos de tinta, según se dice en todos los círculos económicos de Madrid.
El escaparate de escándalos es ya de antología, y atención también a la denuncia de Feijóo sobre la política migratoria del PSOE, que encubre un racismo absoluto para atacar a las comunidades gobernadas por el PP. Sin olvidar ese machismo vergonzante desde un partido que se erigía en paradigma del feminismo. ¿Dónde están ahora las feministas históricas socialistas? Es evidente que una de ellas, la candidata en Aragón Pilar Alegría, en relajado almuerzo con el denunciado acosador Paco Salazar, cuyo silencio y oscuro paradero resulta sospechoso. Sabido es que la información es poder y blinda a quien la posee. Me permito recomendar al aspirante del PP en la tierra baturra, Jorge Azcón, que abra bien los ojos y se rodee de buenos asesores porque le van a la zaga con alguna sorpresa.
Otro tema importante que ha de priorizar Alberto Núñez Feijóo es la ausencia de complejos frente a Vox. Y dice bien, alto y claro: cordón sanitario sólo frente a los herederos de Eta, Bildu y Arnaldo Otegi, el terrorista más mimado por Pedro Sánchez. Esto es lo que quieren escuchar los votantes de la derecha, sin falsas amenazas a la «fachosfera», que ya no cuelan como se ha demostrado en Extremadura. La palabra de Pedro Sánchez vale menos que una aguja en un pajar y en este sentido el gallego, fino desconfiado por naturaleza, lo tiene claro. Feijóo no es sólo el capitán de un nuevo rumbo, sino también de otro mundo político porque este ya no da más de sí.
Los españoles viven ahogados por los impuestos, sometidos sin respiro a salvajes inspecciones fiscales, con unas clases medias y empresas empobrecidas, entre el caos de unas infraestructuras saturadas bajo los vaivenes de un Gobierno de coalición que hace aguas, mientras los cuates comunistas despilfarran dinero público por doquier y se llenan los bolsillos. En efecto, esto ya no da más de sí, España está agotada por una crisis con el peor Gobierno de su historia. Frente a ello, el líder del PP tendrá que recuperar confianza, austeridad, limpieza y eficacia y buena gestión.
Dicen en su entorno que Alberto puede hacerlo, recuperar el voto de la derecha que emigra desencantado hacia Vox, el centro que se queda en casa y hasta los socialistas sensatos aterrados por la deriva socialcomunista y caudillista de Pedro Sánchez. En el PP de momento respiran aliviados bajo un lema: unidad, honradez y experiencia. Con seguridad de mando, entre el poder y la gloria, solo aspira a lo primero al servicio de España.